23. El Rey que no tenía súbditos

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- Acabemos con ésta payasada, ¿les parece? - consultó Klaus como si realmente permaneciera en control de la situación y no hubieran cien vampiros a su alrededor listos para atacarlo. - ¡Vampiros de New Orleans! - bramó, extendiendo los brazos en el aire y girando en círculos para mirar a los vampiros por secciones, mientras hablaba. - Recuerden que soy un Original. No puedo ser matado. - enfatizó y un par de miradas temblaron en la audiencia. - La eternidad es un tiempo terriblemente largo. - apuntó con gravedad. - ¿Cuánto, creen ustedes, que Marcel permanecerá en el poder? - el aludido entrecerró los ojos, comprendiendo lo que Nik hacia. - Si alguno de ustedes me ayudara, yo le estaría en eterna deuda. - entonces esbozó una sonrisa que sólo podía definir de una forma: diabólica. - Oh, que pena me darían los que se atrevan a cruzarse conmigo. - amenazó y Rebekah miró a Marcel de reojo, ligeramente asustada. - Les puedo asegurar... su fin sería espectacular. - exclamó al final, con emoción en la voz. - Así que tomaré un truco de un viejo amigo: - entonces se volvió hacia Marcel, le guiñó un ojo y sacó del interior de su chaqueta negra una moneda plateada y desgastada. - El que levante ésta moneda, podrá vivir. - en un gesto despreocupa lanzó la moneda al suelo con desdén, justo frente a los pies de Marcel, que lo fulminó con la mirada. Evidentemente el truco era suyo. - Ahora, - sonrió y se sacudió la solapa de la chaqueta con sorna. - ¿cuál de ustedes, magníficos bastardos, quiere unirse a mí?

Era inteligente. Había intentando comprarse un par de aliados a través del miedo... pero yo, que lo conocía más que a mí misma, sabía que aquello sólo podía significar una cosa: sabía que las probabilidades estaban en su contra. Había sido un movimiento desesperado, aunque lo había jugado con elegancia y clase y nadie parecía darse cuenta... pero yo tenía un frío helado extendiéndose por mis huesos.

Un silencio sepulcral se extendió en el patio. Un par de vampiros nerviosos, probablemente los más jóvenes, miraron a su alrededor intentando captar alguna reacción ajena que les indicara el camino correcto a seguir.

- Si alguien quiere esa moneda, júrenle lealtad a Klaus. - intervino Marcel rápidamente, sin querer dejar tiempo para que surgieran dudas. Él también sabía que contaba con el bando ganador y no querría perder esa ventaja. - Tómenla ahora, adelante. - invitó de buen agrado. - La decisión es suya. - finalizó con un asentimiento dirigido a nadie y a todos a la vez.

El silencio, por imposible que pareciera se volvió más intenso, casi ensordecedor... pero nadie movió ni un músculo. Miré a Klaus de reojo, dejándole ver mi preocupación. Él lució ligeramente sorprendido pero... había también un dejo de admiración en su rostro: Marcel acaba de exhibir el nivel de lealtad con el que él siempre había añorado contar.

El que una vez había sido aprendiz de Klaus y por supuesto conocía todas sus debilidades e inseguridades, esbozó una sonrisa socarrona. Un golpe bajo, sin dudas.

- Nadie toca a la chica. - vociferó Marcel como una advertencia y Rebekah miró a los vampiros a su alrededor de manera amenazante. - ¡Agárrenlo!

Y eso desató el caos.

Cuando el primer par de vampiros inseguros rompió filas para abalanzarse sobre Nik, a velocidad vampírica él me escondió detrás de su cuerpo y en un movimiento grácil y rápido, introdujo sus manos en el pecho de los atacantes y les arrancó el corazón para luego dejarlos caer al suelo con una sonrisa complacida. Estiró sus brazos en el aire, listo para más.

- ¡AHORA! - bramó Marcel y de repente, ya no hubo un círculo de vampiros a nuestro alrededor porque todo se convirtió en una trifulca.

Pero incluso antes de que pudiera sentir el impacto del primer ataque, todo a mi alrededor se convirtió en un borrón y lo próximo que supe fue que estaba en un uno de los palcos del piso superior del complejo, en dónde ya no quedaban vampiros. Miré a mi alrededor desconcertada y me topé con unos ojos marrones muy alerta.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora