Capítulo 25

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Jughead aclaró su garganta y la miró. —Betty... se que han pasado cosas entre nosotros. Se que te lastime y me siento como un monstruo por eso. Pero quiero pedirte perdón— Puso su mano sobre la de ella.

Betty lo miró y sonrió falsamente. —Está bien. Yo no debí ilusionarme de esa manera—

—Es que el que falló fui yo— Aseguró Jughead, apretando levemente su mano, sin dejar de mirarla. —Betty... te alejé porque tuve miedo. Tuve miedo de tenerte y luego perderte. Mi madre murió y luego murió la madre de Emily y tuve que hacerme cargo de ella yo solo. Y tenía miedo de que algo te llegara a pasar porque no tengo una muy buena suerte. Pero no te alejé porque no te amo—

—¿Que?— Preguntó la ojiverde, con los ojos cristalizados.

—Que te amo. Betty... te vi por primera vez y moviste algo en mi. Eres tan increíble que aquí me tienes como un loco enamorado. Y lo curioso es que mi hija se encariñara tanto contigo cuando a ella no le agradan las personas. Betty... te amo y estoy dispuesto a lo que sea por ti. Te amo—

Betty no pudo evitarlo y rompió a llorar. —¿Estas siendo sincero o solo juegas conmigo otra vez?—

—No juego contigo Betty— Aseguró Jughead, poniendo la mano de la chica en su pecho. —Esta vez te estoy diciendo la verdad. Te amo. ¿Tu sientes lo mismo?—

Betty lo miró por un momento, como si estuviera insegura de lo que él decía. Pero cuando miró detenidamente sus ojos, los vio sinceros, clavados con los suyos.

—¿Tu sientes lo mismo?— Volvió a preguntar, sin dejar de mirarla.

—Es la primera vez que puedo decir que de verdad estoy enamorada. Y la verdad es que siento algo tan fuerte que me asusta— Confesó.

—A mi también me asusta— Admitió Jughead, divertido. —¿Y estarías dispuesta a aceptarme aún siendo padre soltero?—

—No tienes idea del cariño que le he tomado a esa pequeña traviesa— Contestó Betty, sonriéndole.

Jughead sonrió y no dijeron nada más. Solo se miraron y la tensión empezó a crecer hasta que no lo resistieron más y se abalanzaron el uno sobre el otro en un beso que empezó lento hasta que la temperatura empezó a subir.

Aquel beso se volvió agresivo e inició una guerra entre sus lenguas. La temperatura subió tanto que Betty terminó por sentarse a horcajadas sobre el, sintiendo como un calor crecía dentro de ella. A Jughead le pasaba lo mismo y la tomó de las caderas entre aquel beso, hasta que se quedaron sin aire.

Ahí fue cuando uno volvió a sostener la mirada del otro y esta vez era diferente. Eran miradas sinceras y con algo de pasión.

—¿Que se supone que estamos haciendo?— Preguntó Betty, en voz baja, muy agitada.

—No lo sé. O creo que si lo sé. Los dos sabemos perfectamente a donde llegará esto— Admitió Jughead, subiendo su mano y acariciando la mejilla de la rubia. —Pero no haré nada que no quieras, Betty—

—Jug, tu hija está dormida— Le recordó.

—Lo dijiste bien. Esta dormida. Cuando mi niña duerme, no hay nada que la despierte— Aseguró Jughead.

—Pero preferiría ir a verla primero para asegurarme— Dijo Betty, bajándose de las piernas del chico y poniéndose de pie.

—No es mala idea— Aceptó el pelinegro, poniéndose de pie.

Ambos subieron a la habitación en la que dormía la pequeña, y la encontraron profundamente dormida aún. Se veía tan tranquila y despreocupada que los dos adultos sonrieron con tan solo verla dormir.

—Se ve tan pequeña y tan indefensa... la miro y me asusta que algo pueda pasarle. Me asusta que una niña tan dulce se enfrente a un mundo tan dañado— Murmuró Betty, sin dejar de mirar a la menor.

—Eso fue lo que sentí cuando la tuve por primera vez en mis brazos. Tenía miedo porque su madre se había ido y estaba yo solo para cuidarla. Pero cuando la tuve en mis brazos por primera vez, tan frágil, pequeña, tan suave y con esos ojos idénticos a los míos... la amé incluso cuando supe que venia en camino aunque yo era un chico estúpido. Eso es lo que todo padre siente o debería sentir hacia sus hijos— Aseguró Jughead, en voz baja.

Betty lo miró y sonrió con ternura. Jughead la miró a ella y también sonrió, y esa tensión volvió a aparecer entre ellos. Esas miradas que decían más que mil palabras.

—No creo que sea buena idea que la despertemos por estar aquí. Cuando despierte puedes llevártela. Digo... si quieres— Sugirió la rubia.

—Tienes razón. Vámonos porque se despierta de muy mal humor si no lo hace ella misma— Aceptó Jughead, tomando a Betty de la mano y retirándose de la habitación.

Betty lo siguió, pero antes cerró la puerta de la habitación en donde dormía la niña. Luego volvió a caminar detrás de Jughead y se detuvieron en el pasillo, frente a frente, mirándose.

No tardaron en volver a devorarse. Jughead volvió a atrapar los labios de Betty en un beso muy ardiente. Él bajó sus manos a las caderas de la chica mientras ella le tomaba el rostro, hasta que el aire los obligó a separarse.

—Ya sabes lo que va a pasar. ¿Verdad?— Preguntó Jughead, agitado.

—No podemos. Tu hija— Murmuró la rubia, con la respiración irregular.

—Está en esa otra habitación. Tú y yo podríamos escaparnos a la otra. Conozco a mi hija y no despertará en un rato— Aseguró.

Betty le respondió con otro beso, y él correspondió con todo el deseo que se había guardado en esos meses. Y aún entre el beso, ambos fueron a otra habitación y Jughead fue quien cerró la puerta con seguro, todo eso sin parar de besarse.

Él la pegó bruscamente contra la pared mientras la besaba, y ella abrió sus piernas y las enredó en su cintura. Jughead paró de besarla para sacarle la remera el mismo y volver a sus labios, pero antes la miró de arriba a abajo.

—Betts, te amo— Confesó, mirándola directamente a los ojos.

Betty sonrió y acarició el rostro del ojiazul mientras lo miraba fijamente. —Yo... yo también te amo, Jug—

Esto no termina ahí 😏🔥

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Samy❤️

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