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El Pasado y Presente

Brigid

— Ten — Miro la figura de plastilina, era un perro formado con plastilina café, tenía plastilina negra que formaba los ojos, había rosa para la nariz y el fondo de las orejas, rojo para el collar y café claro alrededor del ojo izquierdo — Ponlo en la repisa con los demás — Dice emocionada la pequeña de nueve años. La miro y sonrió.

— Gracias bebé — Le besó la frente — Te quedó lindo, deberías de vender esto en la escuela — Le aconsejo mientras termino de hacer mi propia figura, aunque el mío estaba horrible ya que yo no tenía la paciencia de mi hermana pequeña para hacer estas cosas — En serio Tangie, esto sería un gran negocio.

— Mi mamá no me va a dejar — Hace una mueca. Se veía tan hermosa haciendo ese gesto.

Tangie era mi pequeña hermana de nueve años, cabello castaño, piel blanca y de ojos cafés. Pienso que de las tres ella sería una mujer muy hermosa, tenía nariz respingaba y labios un poco gruesos, mejillas rosadas y pestañas largas, mucho más largas que las mías.

— Yo que tú no le pediría permiso — Me encojo de hombros — Vida solo hay una y créeme que la vida de adulto no es nada fácil, de ser tú tomaría el consejo he iría ahorrando el dinero para que a los veinte puedas irte de casa y si te va bien en el negocio probablemente te vayas a los dieciocho.

— Pero no quiero irme, quiero estar con mi Mami y mi Papi, también con Mara — Pongo los ojos en blanco ante la mención de mi otra hermana, a diferencia de Tangie, Mara nunca fue de mi agrado, nunca quise llevarme bien con ella y fingí intentarlo cuando mamá estaba de fastidiosa de que quería que nos lleváramos bien, pedía imposibles la verdad.

Mara era la hermana de en medio, cabello castaño, piel morena como su padre, su nariz chata idéntica a la de él, ojos cafés muy oscuros, pestañas largas, labios delgados y bastante cachetona.

Desde que yo tenía cuatro años, mi madre se fue y me dejó bajo el cargo de mis abuelos durante tres años ya que al volver, llegó casada y con una hija de un año, ósea Mara. Me moleste tanto con mamá, me dejo sola para poder llegar con otra familia. ¡Otra hija! Una hermana que yo nunca pedí, siempre quise ser hija única y llega con que tengo una hermana.

Cuando volvió con ese hombre y esa niña, me aislé, no quería convivir con ese hombre y menos con esa niña.

Siempre existió una rivalidad entre Mara y yo, ya que desde que Mara cumplió cuatro, ella era un completo fastidio y siempre quería hacer las mismas cosas que yo, siempre siguiéndome y siempre queriendo llamar la atención de todos y para colmo siempre lograba hacerlo y eso me irritaba, más cuando lograba llamar la atención de mis abuelos, aquellos que solo me prestaban atención hasta que llegó ella. No le bastó quitarme a mi madre, quería más.

Hasta que un día llegó él, un hombre llamado Azrael llegó diciendo que era mi padre. No podía creer que un hombre alto, cabello negro, ojos azul zafiro como los míos viniera a decir que era mi padre. Al principio me dio cierta desconfianza, tenía once años cuando él llegó a mi vida y era tan extraño.

Él llegó y me mostró una pequeña fotografía donde yo tenía dos años, estaba sonriendo junto a él, dijo que esa foto siempre la llevaba en la cartera y me puse al tanto de que así fuera cuando llegó la hora de guardar de nuevo la foto, aquel gesto solo me hizo sentir especial y me gusto mucho sentir esa sensación de que al fin era la prioridad de alguien. Lo mire y él estiró los brazos a sus costados diciendo que fuera con él a abrazarlo. Así lo hice, jamás tuve un padre y que ese día llegara a decir que sí lo tenía, me emocione tanto de saber que yo tenía algo que Mara nunca podría quitarme y era él, mi papá.

Atracción PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora