La Presa
— Bien, mantén ese porte duro — Dice el fotógrafo con emoción — No flaquees — Me advierte. Aunque yo no tenía problema de hacer lo que me decía, estaba más que emocionada por tener a la anaconda en mi cuerpo, enredándose en mi cintura tal y como si fuese el tronco que tenía en su jaula.
Era una belleza, la anaconda amarilla con lunares blancos paseándose por mi cuerpo. El temor no me estaba calando las entrañas, era distinto, estaba más que emocionada por tenerla y quería que pronto me tocara la sesión de fotos con el tigre, aquel que estaba fuera de su jaula, pero estaba más que amansado para estar a los pies de Alexander sin ser un peligro para los demás.
— Excelente, estas fotografías son una belleza — Dijo el hombre apreciando su trabajo — Unas más y pasamos con el siguiente atuendo — Cambio de postura y trato de sostener una parte de la anaconda, era bastante pesada como para cargarla. Mañana probablemente amanecería con dolor de espalda y de cintura.
Pose para un par de fotografías más hasta que fue suficiente. Dos hombres se acercaron para quitarme al animal y devolverlo a la jaula que tenía ahí.
Natasha se acercó y me llevo hasta mi camerino para hacer el cambio tan pronto como se pudiera. La siguiente sesión sería yo sola, mañana haría la sesión con el precioso tigre de bengala y con Fang.
No había traído a Fang conmigo precisamente porque no quería que atacara a la serpiente, menos cuando sabía que mi perro tenía las de perder y no estaba preparada para algo más traumático como eso.
— ¿Lo estás disfrutando? — Preguntó Natasha haciendo algunos cambios en mi cabello.
— Es agotador — Digo en un suspiro — Jamás creí que ser modelo era bastante difícil, siempre lo creí sencillo porque pensé que solo tenías que posar y ya — Sonríe divertida.
— Siempre creen eso, me sorprende que muy pocas sepan a lo que se están metiendo.
— Mi abuela ya ni siquiera me deja comer las calorías que quiero — Suelto un bufido.
— Bienvenida al infierno de una modelo — Se encoge de hombros — No se tiene todo en la vida ¿oh sí? Al menos yo no conozco a nadie que lo tenga todo bajo control — Hago una mueca.
— Tampoco yo — Aunque en el fondo quisiera poder decir que yo.
— Hoy a las siete de la mañana los oficiales de Inglaterra se han percatado que uno de sus prisioneros ha escapado, por eso pedimos a la ciudadanía que si ve a este hombre llame de inmediato a las autoridades. Se trata de Balderik Ricci, el hijo mayor de Nerón Ricci que gobierna la Cosa Nostra en Italia... — Levantó la mirada hacia el televisor que estaba colgado. La fotografía de un chico aparece en pantalla y me quedo maravillada con sus ojos, eran de un verde menta, me recordaban a los ojos de Serafina.
— Dios mío — Escucho decir a Natasha con temor, volteo a verla y sus ojos estaban más abiertos que de costumbre.
— ¿Qué pasa? — Pregunte preocupada, al escuchar mi voz ella aparta la mirada de la pantalla y trata de relajarse.
— Nada, nada, es solo que ya uno no puede estar seguro por gente como esa — Dice con acidez — Los mafiosos hacen lo que quieren, obtienen todo con facilidad — Bufa — Su egocentrismo es tan asfixiante — Enarcó una ceja.
— Parece que los conoces bastante bien — Su cuerpo se tensa — ¿Has visto a ese chico del que están hablando? — Preguntó curiosa. No era un secreto para nadie que la mayoría de las mujeres famosas habían tenido relaciones amorosas con gente extremadamente peligrosa, como Marilyn Monroe.

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Atracción Peligrosa
RomanceColápsate. Desmorónate. Esta no es tu destrucción. Es tu nacimiento. Y el comienzo de una Atracción Peligrosa.