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Te amo...

— ¡Fang! ¡Fang! — Gritó su nombre pero mi perro no hace acto de presencia.

Mi padre abre la puerta del auto y me mete a la fuerza. Yo estaba actuando como una niña temerosa, no sabía si por lo qué ocurrió con Desmond, porque habían matado a Hannibal, porque no sabía si mi perro seguía vivo o no o porque mi papá estaba herido y querían asesinarlo. Quizás era todo junto lo que me estaba terminando de derrumbar.

— ¡Cálmate ya! — Me sacude sosteniendo mis hombros. Niego entre sollozos — Cariño necesito que estés tranquila porque solo de esa forma saldremos con vida.

— Fang sigue adentro — Miro la puerta que cruzamos hace unos segundos — Tenemos que ir por él y por Hannibal.

— Ten — Me da las llaves de la camioneta — Vete.

— No, no, no — Digo desesperada. Él me acuna el rostro obligándome a que lo mire.

— Iré por Fang — Me dice mirándome a los ojos — Necesito que estés fuera de la casa para que nos recibas.

— Pero...

— Nada — Pega su frente a la mía — Estaré bien hija, así que ponte tu armadura de acero porque te necesito fuerte ¿me entiendes? Necesito a mi niña valiente ahora mismo — Asiento y él me limpia las lágrimas con los pulgares — Ponte al volante y sal, nos vemos en la entrada — Besa mi frente y se aleja — Date prisa Brigid — Cierra la puerta del auto para luego irse corriendo a la puerta del garaje y entrar a la casa de nuevo.

Me apuro en ponerme al volante, tenía que salir de aquí para recibir a mi familia en la entrada he irnos al hospital y al veterinario.

Rogaba mentalmente porque papá saliera con Fang y Hannibal.

— Dios nunca te he pedido nada, ni siquiera por mi madre y por lo que sucedió con Desmond — Enciendo el motor y lo hago rugir — Te pido por mi papá, te ruego que salga de ahí con vida junto a mis perros — Arranco a toda velocidad sin importarme que se quiebre la gran puerta del garaje — Te pido que protejas lo que más amo en la vida, por favor, no me lo quites ahora porque lo necesito, siempre voy a necesitar a mi papá — Acelero para poder rodear la casa y llegar a la entrada — Permite que mi papá salga, que Fang esté bien y que todavía nos sobre tiempo para llevar a Hannibal al veterinario — Me limpio con brusquedad las lágrimas que salen sin permiso.

Detengo el auto en la entrada y miro las puertas, aún no había señal de papá o los perros.

— Por favor Dios, te lo suplico — Aprieto con fuerza el volante — Por favor, por favor — mi corazón empieza a latir con más fuerza al ver que una de las puertas se abre...

Sonrío con emoción al ver a papá con Hannibal entre sus brazos.

— Gracias, gracias Dios — Mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas al ver a Fang salir detrás de él y una de las patas delanteras la tenía doblada.

Abro mi puerta y estoy a poco de bajar, pero la preocupación se instala de nuevo y con más fuerza al ver al encapuchado detrás de papá.

— ¡Papá! — Gritó con fuerza y el disparo se hace presente una, dos, tres veces — ¡Papá! — Él cae de rodillas y sangre sale de su boca — ¡No, no, no!

— ¡Vete! — Deja caer a Hannibal para poder sostenerse — ¡Llévate a Fang!

— ¡Fang, ven aquí! — Mi perro corre sin importarle el dolor de la pata. Llega hasta a mi y entra al auto de un brinco.

Atracción PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora