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Estrella
Brigid
El llanto de un bebé me despierta, frunzo el ceño confundida mientras me siento en la orilla de la cama. Veo la cuna pegada a la pared y un listón amarillo rodea la orilla de la cuna.
Trago saliva con dureza al tiempo que me levantó. Sentía el sudor recorrerme en la nuca y en la espalda, hacía demasiado calor a pesar de que mi ventana estaba abierta.
Me acerco lentamente a la cuna queriendo ver lo que tanto deseo, pero algo me decía que debía parar, que no tenía que acercarme tanto para no asustarlo más, pero la curiosidad me ganaba, quería conocer a mi bebé de una vez por todas. Me apresuro a llegar y lo que veo me hincha el corazón, suelto el aire que estaba conteniendo al ver a mi bebé, su cabello negro y su piel pálida, su rostro se tornaba de color rojo en cada lloriqueo.
Lo sostengo entre mis brazos y comienzo a mecerlo por toda la habitación.
— Ya, ya, no llores — Beso su cabello que era tan suave y su olor a recién nacido me inunda las fosas nasales. Lo recuesto en mi cama y abro el pañal para poder cambiárselo, es ahí donde me doy cuenta que es una niña — Prometí pensar en un nombre para ti a los tres meses, pero ni siquiera recuerdo en que momento naciste — Confieso avergonzada — Perdóname — Me tomo mi tiempo al cambiarle el pañal, era algo asqueroso, pero lo hacía despacio para no tener que rozarla o lastimarla de alguna manera — Hay un nombre que me gusta mucho — Sonrió en cuanto la miro, justo la atrapo cuando abre su boquita al bostezar.
El nombre que tenía para ella le quedaba bastante bien y más porque para mi ella significaba eso.
— Stella.
— Brigid — Me sobresalto en mi lugar y todo a mi alrededor cambia con brusquedad, mi corazón late desenfrenado al saber lo que esto significa — Oye tranquila, solo soy yo — Ubico a Ekaterina que esta en el umbral de la puerta.
«No, no, no, otra vez estaba soñando...»
Al menos el sueño era agradable esta vez.
— ¿Está todo bien? — Me mira con una ceja enarcada al ver que estaba agitada. Agarro el vaso de agua que estaba a mi lado y me lo acabo dándole grandes tragos.
No quería despertar de ese sueño, quería volver ahí, quería tenerla conmigo.
Ekaterina se sienta en la silla que estaba junto a mi camilla. Odiaba saber que seguía en esta horrenda habitación de hospital, ya quería irme con la abuela y Fang.
Fang... Debe de estar muy preocupado por mi.
— ¿Otra vez tuviste esa horrenda pesadilla? — Me mira con lastima, odiaba que lo hiciera porque me recordaba en la situación en la que estaba viviendo. Seguía con vida, mi padre y Hannibal seguían muertos, mi madre aún seguía casada con el idiota de Roger porque de no estarlo ya habría venido a verme o quizás no... Ahora lo peor de todo es que... Ya no estaba embarazada.
Recuerdo que desperté en esta camilla creyendo que seguía en manos de Desmond y de su padre, pero no, un Doctor estaba frente a mi camilla hablando con la abuela... Ella lloraba desconsolada y negaba frenéticamente como si no quisiera saber más del tema. Cuando el doctor se dio cuenta que había despertado, mi abuela enseguida me abrazo y lleno mi rostro de besos, en cada beso pronunciaba una disculpa, pero no entendía porque...
Hasta que el doctor me explico el porque de estar en el hospital y era porque me habían encontrado en un callejón en malas condiciones, me dijo que había tenido un sangrado abundante por el aborto que me habían realizado, al escuchar esas palabras deje de prestarle atención y entre en negación mientras me tocaba el vientre.

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Atracción Peligrosa
Lãng mạnColápsate. Desmorónate. Esta no es tu destrucción. Es tu nacimiento. Y el comienzo de una Atracción Peligrosa.