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Sicilia

Bajo del Jet después de que han bajado la camilla en donde sigue inconsciente la chica que tiene a Desmond como un loco obsesivo.

Al fin estaba en mis tierras, mi hogar.

Los tres necesitábamos estar aquí para observar cómo explotaba la bomba. La noticia de que Brigid Stroe había sido secuestrada, se iba a disparar demasiado pronto y eso era lo que nosotros queríamos para que Desmond tome las debidas medidas de buscarla, hacer que salga de su escondite dispuesto a entregarme lo que quiero.

— Llévenla a mi casa, directo a las habitaciones del sótano — Le ordenó a mis hombres — La quiero amarrada y amordazada — Los tres asienten — Me avisan cuando despierte.

— Sí señor Ricci — Dicen al tiempo para luego alejarse con la chica.

Seis camionetas llegan custodiando al BMW430i cabrio azul, pongo los ojos en blanco al saber quien se acerca y no es precisamente el chofer de Nerón.

El hombre castaño y trajeado baja del auto después de que todos los hombres han bajado para ayudar a mi padre con las cosas que trae con él en el Jet. El grito de Hela no se hace esperar, ella baja como desquiciada para luego abalanzarse sobre el tipo, odiaba sus gritos de mujerzuela loca, prefiero mil veces su faceta de mujer malvada.

— ¿Qué haces aquí? — Pregunta Hela después de que su amante le dio quien sabe cuantas vueltas y quien sabe cuantos besos para después depositarla en el suelo.

— Lo hubieras encerrado en el calabozo de las serpientes — Le digo a mi padre — Digo, para comprobar si en verdad es un hombre como dice ser y no un... — Analizo la escena donde él acaricia el cabello castaño de mi hermana mientras que la observa como si fuese una ninfa a la que tiene en frente — Idiota.

— Balderik — Dice mi padre en tono de advertencia.

— Es que míralo — Señalo haciendo un gesto con la barbilla — Esta idiotizado y hace que mi hermana se comporte como si no fuese una Ricci.

— Déjala ser — Suspira cansado — Ya no me voy a interponer en la felicidad de tu hermana, ni tú tampoco — Mira a mi hermana por unos segundos — Mientras Hela sepa cual es su verdadero lugar, no tengo problema.

— Bien — Digo a regañadientes — No me voy a meter, pero con una condición — Pone los ojos en blanco — Cualquier error que cometa el imbécil, lo mato.

— Hecho. Ahora aborda una de las camionetas, te veré en la casa en dos horas — Asiento. Mi padre se acerca a mi hermana, la toma de la cintura en su faceta de padre celoso.

Yo no iba acercarme a saludar, así que acate la orden de papá más pronto que tarde. Era mejor llegar a casa, moría de hambre y esperaba que mi nana me tuviera preparado aunque sea un plato de sopa.

Estaba ansioso por ver las noticias, imaginar la reacción que tendrá el pequeño Jäger al saber que le han arrebatado su juguete más Preciado y hermoso. Quisiera poder matarla, al fin y al cabo estoy mas que seguro de que el bastardo desposaría a la chica. Matarla antes de que ella empiece a parirle sus herederos, no quiero más de esa gente en el mundo.

El auto se detiene detrás de las dos camionetas, el chofer baja y me abre la puerta.

— Ciascuno al proprio posto — Ordenó antes de empezar a subir las escaleras.

Abro las puertas y enseguida mi nana me recibe. Sus ojos estaban llorosos, estaba cargada de sentimentalismo y a pesar de que sabe que odio los abrazos, ella sencillamente se acerca a abrazarme sin importarle nada más.

Atracción PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora