La reunión
Balderik
— Su café, señor — Asiento sin despegar la mirada de la pantalla de mi teléfono. Hace más de veinticuatro horas que había llegado a Londres.
Hela se quedó a cargo de mi hogar, de Brigid y de mis hombres con la condición de que su patético novio no pisara mi propiedad.
Ahora mismo estaba tomando el desayuno en uno de los restaurantes que quedaba bastante cerca del lugar donde vivía la abuela de Brigid, estoy seguro que Desmond no tardaría mucho en encontrarme aquí.
Mi estadía aquí la he aprovechado en busca de información, estuve rondando en casa de Emily Macovei, su hogar parecía un campo de guerra en vez de hogar cálido, uno que esperaba ver. Al parecer la desaparición de sus dos hijas la habían vuelto alguien que estaba a la defensiva, alguien que discutía con su esposo cada que se veían las caras.
Roger Hamilton le era infiel, al menos eso me pareció ver en la noche cuando se encontró con una mujer que estaba esperando por él en la acera. Una mujer con tinte rojo en el cabello, demasiado voluptuosa, aquella mujer era operada, pero lo demás probablemente era por la grasa que consumía. En mi opinión, creo que Emily Macovei era más hermosa, no era operada, quizás no era tan exageradamente voluptuosa, pero podía defenderse. Sus hijas eran hermosas, sobre todo la chica que tengo en la habitación de mi sótano, aquella que tuve que dejar como un pendiente.
Levantó la mirada en cuanto me percato de que alguien tomó asiento frente a mi. Sonrió malicioso al ver a Desmond, se veía bastante cansado.
— Al fin llegas, Jäger — Guardo mi teléfono — Creí que te tomaría menos tiempo el venir aquí.
— ¿Dónde está?
— ¿Quién? — Le doy un sorbo a mi café.
— Brigid — Sisea entre dientes mientras mira a todos lados asegurándose de que todo mundo estuviera en sus propios asuntos — ¿Dónde está mi prometida?
— ¿Prometida? — Preguntó con burla enarcando una ceja — Ella dijo que ya no tenía nada que ver contigo — Su cuerpo se tensa — ¿Mintió? — Su mandíbula se tensa y aparta la mirada. Me recargo en el respaldo de la silla disfrutando de como se enfurece por mis palabras, le doy otro sorbo a mi café con tranquilidad — ¿Y tu padre?
— ¿Dónde está? — Su pregunta sale más tensa que la anterior. Suelto un suspiro, me enderezo dejando el café en la mesa.
— Está bien, disfrutando de su estadía — Me encojo de hombros — No te extraña como creí que lo haría, pero al menos funcionó contigo.
— Quiero que la liberes.
— Y yo quiero respuestas. ¿Dónde está tu padre?
— Si para liberar a Brigid quieres a un Jäger a cambio, está bien, te daré a uno — Lo miro, estaba impresionado de que estuviera accediendo bastante fácil, aunque supongo que no me dará lo que verdaderamente quiero — Philippe Jäger. Mi hermano.
— No, dame al pez gordo y te devuelvo a la chica, de lo contrario está va a sufrir bastante.
— Es lo único que te puedo ofrecer.
— Se nota el inmenso amor que le tienes a tu hermano al no querer cambiar su destino — Digo con burla — ¿Qué fue lo que te hizo?
— Te lo daré mañana en la noche y quiero que tú me devuelvas a mi mujer — Agarro la taza y le doy un último sorbo — Quiero que me la des tal cual la encontraste, sin un rasguño.
— Hecho — Me levantó — Te veré mañana en la noche, aquí mismo. Tu mujer seguramente va a emocionarse por la noticia — Me fulmina con la mirada al darse cuenta de mi tono sarcástico.

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Atracción Peligrosa
RomanceColápsate. Desmorónate. Esta no es tu destrucción. Es tu nacimiento. Y el comienzo de una Atracción Peligrosa.