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Premio Doble

Balderik

— Listo señor, he desactivado todas las alarmas, las puertas se podrán abrir con facilidad.

— ¿Seguro que no me va a pedir ningún código? — Preguntó aún estando en llamada con Thomas, quien desde Sicilia me estaba ayudando a desactivar toda la seguridad de la casa de los Jäger.

— Sí señor — Cuelgo y entró por la primera puerta que solo me muestra un pasillo un poco largo que me guiaba a otra puerta, está igual se abre con facilidad y me deja ver la estancia. Las luces estaban apagadas y solo había una tenue luz en el segundo piso, las escaleras que estaban a cinco pasos delante de mí eran de caracol, sobre ellas había una alfombra roja.

Subo tomándome mi tiempo, no importaba ahora que me tardará en encontrar a la señora Jäger. Los pocos guardias estaban inconscientes por el gas que le había aventado como granada, la seguridad estaba desactivada y no había nada que alertara a la señora de que estaba a punto de encontrarse con el peor de los Ricci.

Camino por el pasillo hasta llegar a la única habitación con las luces encendidas. Veo a la señora Jäger untarse crema en las piernas, su cabello húmedo le caía como cascada del lado de su brazo derecho, ella aún no notaba mi presencia, así que tocó un par de veces la puerta provocando que se sobresalté y retroceda dos pasos una vez que sus ojos cafés se encuentran con los míos.

— Buonanotte — Ella retrocede aún más hasta que choca con la pared, bajo la mirada hacía su vientre que estaba abultado y no puedo evitar sonreír.

«La venganza y el cangrejo de río, se sirven en plato frío»

— ¡Salga de mi casa! — Grita enfurecida una vez que su cerebro reacciona, mira la lampara y agarra sin importarle que se desconecte en el proceso — Salga de mi casa o lo mato — Meto las manos en mis bolsillos de los pantalones.

— No quisiera tomarme el lujo de ser el único que la asesine, normalmente no comparto a mis víctimas, pero... los Jäger son gente que nos ha quitado mucho y no tengo problema con compartirla — Doy tres pasos hacía adelante y ella se pega aún más a la pared como si quisiera fundirse en el — Usted trajo al mundo a un Jäger, uno que me ha matado a mis hombres con sus experimentos — Saco mi teléfono y envío el mensaje que ya tenía preparado. Solo es cuestión de segundos para que dos de mis hombres aparezcan detrás de mi con las cosas que voy a necesitar.

— Piedad, piedad por favor, estoy embarazada — Solloza y noto como se aferra a la lampara — Yo... no quiero morir, por favor.

— Tus lágrimas no me causan lastima — Me acerco con el frasco en las manos, le quito la tapa una vez estoy a poca distancia de la mujer que ahora se a arrodillado para suplicar — Voy a disfrutar de esto, no tendré piedad así como tu esposo no lo tuvo con mi madre — Digo antes de salpicarle unas cuantas gotas del contenido del frasco, ella enchina los ojos y murmura algo que no entiendo hasta que cae completamente al suelo — Amárrenla y métanla al auto, quiero que la mantengan encerrada en el jet, ya saben que hacer después.

— Sí señor — Mis hombres la toman de los brazos y piernas para sacarla de la habitación. Agarro la pequeña libreta qué hay en la mesa de noche, abro el cajón y saco un bolígrafo en donde dejo una nota. Arranco la hoja y la dejo sobre la cama antes de irme.

🌑

— ¡Más, más, más! — Aprieto sus caderas con fuerza sin importarme qué su piel se comience a poner roja. Mi pelvis se estrella con más rapidez entre sus glúteos, el sonido de nuestros cuerpos se escuchaba por toda la habitación.

Atracción PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora