Déjame ir
Balderik
Miro por la ventana mientras me coloco mi reloj en mi mano izquierda. Veo a Julieta junto a Geronimo y la entrometida de Anastasia.
Suelto un suspiro y volteo a ver hacía la mujer que aún seguía durmiendo sobre su cama.
Su cabello negro se extendía por la almohada, la sabana cubría una pierna y la mitad de su espalda. Sus brazos aún seguían abrazando mi almohada, tuve que colocársela para que yo pudiera ir a ducharme he ir a vestirme en mi habitación. Ahora estaba poniéndome el reloj y solo vine para verla un momento más antes de ir a atender mis asuntos.
Me acerco a la cama y acaricio las puntas de su cabello, observando cómo se aferraba a la almohada. Miro el reloj y suelto una maldición al ver que ya tenía menos de cinco minutos para ir a desayunar.
Salgo de la habitación y bajo los escalones, en el camino me encuentro con Guido.
— Dile a Julieta que le lleve una bandeja de comida a Brigid — Digo antes de entrar al comedor en donde ya estaba mi padre y Hela desayunando, ambos bajo un silencio bastante incómodo. Frunzo el ceño confundido, pero no digo nada al respecto ya que solo me dispongo a tomar mi lugar en donde mi plato ya estaba listo para ser servido.
— ¿Qué tal dormiste? — Pregunta mi padre haciendo que la mañana se vuelva aún más extraña.
— ¿Te importa? — Preguntó mientras me sirvo.
— Más de lo que te imaginas — Hela suelta un bufido.
— Él solo quiere saber qué tal estuvo Brigid — Detengo lo que hago para voltear a verla — Ya sabe lo de ustedes y no lo supo de mi, él solamente lo dedujo al ver que solo ustedes dos se fueron de la fiesta. ¿Más obvio no pudiste ser?
— No creí que follar fuera un crimen peor que lo que hacemos como familia, ya sabes, ser un mafioso y más el liderar la Cosa Nostra — Mi padre suspira dejando la servilleta a un lado.
— No es un crimen peor, solo lo sería el que te enamores de ella — Pongo los ojos en blanco — Ya no eres un adolescente, ya debes de saber controlar tus deseos — Me mira con seriedad — No te prepare para que una mujer como esa venga a desubicarte.
— Tuviste tanto tiempo concentrado en que fuera el que me volviera un sanguinario, el mantenerme invicto y ¿crees que el amor será algo que me distraiga de mis obligaciones? — Preguntó tratando de controlarme.
Había tenido una noche excelente con Brigid, aquella que hasta ahora ha sabido cómo tenerme a su merced y no iba a permitir que mi padre se entrometiera.
— Exacto, el amor a veces puede hacer que te desenfoques de lo que verdaderamente importa, además de que ella no es mujer para ti, no tiene el poder que otra mujer podría darte, incluso la hija de los D'angelo es mejor prospecto porque ella sí que pertenece aquí, ella sabe sobrevivir a un mundo como este, pero aquella chica no, ella es la mujer de los J...
— ¡No es mujer de nadie! — Me levantó con fuerza provocando que mi asiento se estrelle contra el suelo — No te metas en donde nadie te llama — Lo señaló — He hecho lo que me corresponde y está no es la primera y tampoco será la última vez que me la folle.
— Ya te dije que no me importa si te la follas o no — Se levanta — Pero será mejor que esta sea la última vez — Dice antes de marcharse sin haberse terminado el desayuno.
— Ignóralo — Volteo a ver a Hela — Al parecer él quiere vernos infelices.
— ¿Infelices? A ti no te ha dicho que te alejes de Vladimir, ese gusano podrá ser parte de una de las mafias pequeñas, pero igual no pertenece aquí y a ti no te ha dicho nada — Digo molesto.

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Atracción Peligrosa
RomantikaColápsate. Desmorónate. Esta no es tu destrucción. Es tu nacimiento. Y el comienzo de una Atracción Peligrosa.