36 |Un gesto de amor de verdad|

1.1K 96 87
                                    

—Que la novia tenga cuidado porque me voy a robar al novio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Que la novia tenga cuidado porque me voy a robar al novio. —Bromeo entrando en la habitación donde Marcel se prepara para la boda, completamente solo porque desearon hacer algo intimo en un jardín, sin servidumbre. Él se da vuelta y me da una de sus encantadoras sonrisas. —No es chiste, vine a convencerte políticamente antes de meterte en la cajuela del auto.

—No creo que a Klaus le guste mucho eso. —Me regresa la broma.

—Al diablo. —Bromeo finalmente y ambos nos reímos de estos comentarios. —No puedo creer que te vas a casar ¿Qué pasó con el soltero que conocí hace cien años cuya política era que la fiesta nunca acaba?

—Se reencontró con una original que le hizo perder la cabeza. —Declara inclinándose hacia delante un poco, moviendo los lados de su corbata desatada. —Sé hacerlo, pero ¿No quieres ayudarme por los viejos tiempos?

—Con gusto. —Declaro acercándome a él y comienzo a atarle la corbata sin temor, aprovechándome de lo que Malcom llamó "pequeños grandes pasos", los cuales me permiten estar cerca de personas en las que confío sin querer huir. —¿Quién lo diría? Estás por casarte con Rebekah Mikaelson.

—Y tú estás saliendo con Klaus Mikaelson. —Sí, cuando lo conocí jamás pensé que estaríamos viviendo esto. —Oye... Sabes que en una época yo consideré a Klaus como un padre, ¿No?

—Si. Me dijo que saludaría a Rebekah antes de venir contigo. —Termino el nudo básico y comienzo a acomodarla para que solo sea colocarse el abrigo encima.

—¿Sabes en qué te convierte eso? —Ruedo los ojos sin poder evitarlo. —¿Te empiezo a llamar mamá?

—Jodete. —Mi queja lo hace reír justo cuando acabo, así que no hay gran pérdida. —Y no me sentiría bien siendo llamada así después de todo lo que hicimos hace años.

—Oye, prometí no decir nada si tú no lo decías.

—¿Eres tan inocente para creer que nadie lo sabe? —Marcel tiene un pasado de gigoló que no es idiota, yo tengo un pasado notorio, se debe ser muy ingenuo para creer que, cuando nuestros caminos se cruzaron, los vivimos con la ropa puesta. —Como sea, no creo que importe hoy, es el día de Rebekah.

—Yo me caso también.

—Marcel, a nadie le interesa. —Él se ríe volteando a verse al espejo, toma el abrigo y se lo coloca. —¿Estás nervioso?

—Un poco. —No parece, mucho menos con esa sonrisa que, más allá de ser la sensual que siempre maneja, grita que quiere correr a ese altar como un loco. —¿Estabas nerviosa en tu boda?

—Sí, pero no por lo que tú crees. —Los nervios de novia vienen de la antigüedad y ahora son emoción, pero en mis días la mayoría de novias llegaba nerviosa al altar porque no querían casarse o porque fueron cambiadas por una vaca. Mi caso de nervios fue porque temía que un ladrillo le cayera al novio en la cabeza y lo matara. —Estaba feliz, tanto que ni siquiera recuerdo la ceremonia, lo solo lo recuerdo a él. Esa es la clase de felicidad que te deseo a ti y a Rebekah.

Keyla {Klaus Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora