2 |Una curiosa estadía|

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—Por lo menos nos dieron una habitación, eso fue amable

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—Por lo menos nos dieron una habitación, eso fue amable. —Me dice Malcom, viendo la habitación en la que prácticamente Klaus nos arrojó a los dos luego de explicarle a él, Elijah y una tal Freya como nací y como me relaciono con ellos, lo cual fue más incómodo de lo que esperaba, además fui sometida a una prueba mágica que confirma que compartimos sangre, cosa que me pareció absolutamente inservible porque no me pienso quedar a hacer el papel de hermana. —Si no nos pudieran escuchar...

—Lo hacen para asegurarse de que no planeamos cortarles las cabezas mientras duermen. —Arrojo mis zapatos a un lado, deseando que en serio estén prestando atención a lo que hablamos. —Pero no importa. Ya pasaron dos de las veinticuatro horas, quedan veintidós y nos vamos sin mirar atrás de vuelta a nuestra vida normal. —Retuerzo mis dedos un poco, pero como lo he estado haciendo demasiado estos truenan como plástico burbuja.

Estoy preocupada y Malcom lo sabe, por eso trata de entablar una conversación sobre el tema más trivial que puede: la habitación.

Klaus nos quitó los teléfonos y no pude discutir por la situación. Ahora no puedo llamar a Melody para contarle como estamos o saber cómo va ella en Cancún en el nuevo departamento.

—¿Estás segura de que eso quieres? Digo, tal vez podrías tomarte el tiempo de conocerlos...

—No quiero conocerlos. —Interrumpo a Malcom y él suspira negando con la cabeza. —Tengo mi familia, no necesito la bola de problemas que son los Mikaelson. —En serio espero que me estén escuchando para que les quede claro que me quiero ir de aquí sin la meterme en la promesa de "por siempre y para siempre". —Pasé mil años...

—¿Evitándolos? —Ahora Malcom me interrumpe y yo hago un ademán de que cierre la boca porque nos pueden escuchar. —Amor de mi vida, sabes que es verdad, los evitaste para no lidiar con ellos, con lo de tu mamá y...

—Me llamaste Amor de mi vida solo porque no quieres que te golpee. —Me cruzo de brazos y doy media vuelta, dándole la espalda. Cuando él quiere aplacar mi enojo, usa ese apodo para mí porque me llega hasta el alma. —Y no te voy a golpear, simplemente...

—Micky, tal vez en estas horas puedas conocerlos. Digo, no iremos a ningún lado, nos tienen atrapados. —Eso es cierto, Freya se tomó muy en serio la tarea de no perdernos de vista y eso incluye un hechizo de encierro para los dos. El límite es la puerta del complejo, así que en teoría podríamos deambular por el lugar como almas en pena, pero esa idea no me atrae. —Así que... podrías ir a hablar con alguno, tal vez Elijah, es el que menos mala cara hace al verte.

—O podría drenarte y ver si así sale la sangre de Klaus y nos podemos ir. —El rostro de Malcom se vuelve toda una muestra del horror que mi idea le provoca. —Debo volver...

—Ella sabe cuidarse sola. —Dice en referencia a mi pequeña no tan pequeña Melody. —Y sé que no estás preocupada por ella, te preocupan ellos.

Keyla {Klaus Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora