Lo siento por estos dos últimos capítulos, sé que son un poco más densos de lo normal jaja, pero prometo que los siguientes ya van a tener toda la chicha.
Also, intentaré actualizar todos los viernes, y si un viernes no he podido por algún motivo, lo dejaré para el sábado. Muchísimas gracias por seguir este fic, espero que disfrutéis el capítulo ^^
***
Hona salió poco después, arrastrando tras de sí dos gruesas maletas de plástico, ambas a rebosar de ropa y utensilios de menor tamaño. Sus zapatillas de tela oscura rechinaban contra el suelo de mármol moteado, al fin consiguió librarse de la coleta y las chanclas que le provocaban pequeñas rozaduras al andar. Alissa la siguió de cerca, demasiado concentrada en no dejar caer las pesadas cajas de cartón cargadas en los brazos. Ni siquiera se atrevía a iniciar una conversación, al menos hasta que Eevee acabó cruzándose frente a sus pies, a punto de mandarla de bruces al pavimiento. Un grito de sorpresa le escapó de la garganta.
—¡Hey, hey! —exclamó Hona preocupada, la voz retumbando a lo largo del edificio. Eevee frenó en seco, dibujando una sonrisa inocente en el rostro—. Ese truco ya no funciona —se puso en jarras antes de inclinarse hacia delante, esbozando una mueca de desaprobación—. Busca otro mientras te estas quietecito en una esquina, anda.
El pequeño Pokémon le sacó la lengua, dándole la espalda. La chica no apartó la mirada de encima hasta asegurarse de que su compañero obedecía a regañadientes y tomaba asiento debajo de los buzones oxidados junto a Furfrou, moviendo la cola de un lado a otro. Los ladridos molestos no tardaron en materializarse.
—¿¡Qué tal si abres la puerta ya?! —gritó Alissa a su espalda esforzándose en mantener una expresión neutral a pesar de encontrarse apoyada en la pared.
—¡Voy, voy! —replicó bajando de un salto los tres escalones que conducía hacia la puerta de salida acristalada.
Examinó la calle extendiéndose a ambos lados. La acera estaba cubierta por la sombra de los árboles, limpia, pero despojada de cualquier criatura que no fueran los Pidgey o Spearow. A diferencia del centro, ese barrio de las afueras no solía estar muy concurrido durante las mañanas. Una larga fila de coches estacionados se extendía a ambos lados de la calle hasta girar la esquina, sin embargo, Hona buscaba uno específico, plateado, y a pesar de ser muy antiguo, en perfecto estado.
—¡Hona!
La repentina voz femenina llamándola la hizo girarse hacia la izquierda a tal velocidad que sus manos por poco se soltaban del cristal y la mandaban de boca al suelo. Una mujer pelirroja corría hacia ella, de vez en cuando trastabillando debido a las plataformas de sus tacones marrones o a la falda blanca de estampados florales, incluso sus gafas de sol se tambaleaban sobre la camisa de tirantes negra.
—¡Mamá! —replicó la muchacha con una amplia sonrisa en el rostro, eufórica de ver a su madre de nuevo después de largos meses de exámenes finales—. ¡Corre, necesitamos ayuda!
—¡Voy lo más rápido que puedo!
La mujer entró al edificio poco después, sudorosa y jadeando, dos pulseras de bolas azules cubrían el tatuaje con los nombres de sus hijos, Asier y Hona, además de hacer un característico sonido al más mínimo movimiento. Sus ojos verdosos se llenaron de tranquilidad en cuanto cruzó el umbral de la puerta al haberse alejado finalmente del calor.
—¡Por Arceus, Ali, dame eso!
—Gra-gracias, Abril.
Alissa sacudió los brazos repletos de marcas rojas ahí donde cayó el mayor peso, aliviada de escapar de semejante carga. El suspiro quedó opacado por los ladridos de alegría de Eevee saltando de un lado a otro frente a Abril.
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Lo no contado. [Pokémon]
FanfictionEl mundo siempre se ha visto azotado por calamidades de gran calibre que dejan un rastro de muerte allá donde pasan, desde grupos tratando de hacerse con legendarios para someter a la población, hasta éstos mismos dioses arrasando ciudades en sus co...