El frío del norte había conseguido atravesarle la impenetrable coraza de escamas. Una sensación desagradable le recorría los huesos calados por las bajas temperaturas cada vez que hacía cualquier movimiento, mientras los copos de nieve arrastrados por la tormenta quedaban atascados entre las uniones de las placas azules.
Sin embargo, nada de eso parecía afectarle en lo más mínimo. El legendario se mantuvo erguido frente a la grotesca escena que la Froslass y Glalie dejaron tras su paso, una columna de humo negro brotaba del motor del coche volcado y atravesado por enormes lanzas de hielo, el olor de la sangre recién derramada le resultaba repulsivo a pesar de estar acostumbrado a semejante hedor, los cadáveres medio congelados y desmembrados de los dos adultos comenzaban a quedar sepultados bajo la marea blanca, al igual que el manojo de mantas por el cual perdieron la vida.
Al principio, Dialga consideró que el bebé había muerto. Una fina capa de escarcha le cubría las mejillas teñidas de azul y diminutos pedazos de hielo se amontonaban a su alrededor, el frío o el impacto ya debería haber acabado con su corta vida. Usando sus habilidades, el legendario averiguó su edad, dos meses y medio. Un leve movimiento lo detuvo antes de que optara en marcharse y permitir a los fantasmas retomar el festín. Al principio lo atribuyó a un simple espejismo, a lo mejor el cansancio comenzaba a pasarle factura, pero se repitió otra vez, un quejido débil, lastimero, acompañado del imperceptible movimiento debajo de las cobijas gruesas.
El cachorro humano seguía vivo, aunque si la situación se alargaba, no durante demasiado tiempo. Agachó la cabeza, olfateando a la cría, el olor a sangre recién derramada no tardó en impregnarle las fosas nasales. Si no intervenía, sufriría una muerte horrible.
No obstante, retrocedió sacudiéndose la nieve. Esos pensamientos no eran propios de él. La humanidad le había hecho daño, demasiado, muchas de esas heridas jamás cicatrizarían. El paso del tiempo tampoco restauraría los vínculos de confianza. Ese bebé no era responsabilidad suya, su destino fue sellado desde nacimiento. Aun así, no se atrevía a mirar hacia otro lado, no con la amarga sensación de familiaridad aplastándole el corazón.
Una calidez extraña lo invadía cada vez que posaba los ojos encima del cachorro, una impulsándolo a acurrucarlo entre los brazos y protegerlo de cualquier peligro. La misma situación se repitió cuando Arceus le entregó el huevo de Celebi, aliviando en cierta medida ese vacío atormentándolo desde el momento de su propia creación. Lanzó un fugaz vistazo a la enorme mancha descolorida recorriéndole la pata trasera derecha, una cuyo origen se le escapaba, ni siquiera usando los poderes del tiempo podía averiguarlo. Sus hermanos poseían parches desteñidos en distintas zonas del cuerpo, similares a rastros de garras y colmillos.
Dialga movió el extremo de la cola, el haz de luz blanca lo cubrió al completo, ocultándolo de los Pokémon curiosos. Los huesos crujieron, partiéndose para luego volver a fusionarse, los músculos se contrajeron, los órganos se redistribuyeron entre sonidos grotescos. El legendario gruñó de dolor, consciente de que no se acostumbraría a ese proceso. La agonía persistió incluso segundos después de terminar la transformación, un ser aparentemente humano a primera vista, pero capaz de revelar la verdadera naturaleza en cada detalle de su nuevo aspecto.
Se arrodilló frente al bebé, tomándolo delicadamente antes de ocultarlo del frío en el interior de la gabardina creada a partir de sus propias escamas. La diminuta criatura se revolvió debilitada y Dialga tuvo la necesidad de apretarla un poco más contra su pecho en un intento de otorgarle un calor que no poseía.
Lanzó un último vistazo a los cuerpos sin vida de los padres, a la espera de si sus muertes le provocaban algo más además de indiferencia. No obtuvo resultados. Oteó en la distancia, hacia el pueblo manchando el horizonte, hacia la primera línea de árboles donde la Froslass y Glalie aguardaban pacientemente a poder llevarse las piezas de caza.
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Lo no contado. [Pokémon]
FanfictionEl mundo siempre se ha visto azotado por calamidades de gran calibre que dejan un rastro de muerte allá donde pasan, desde grupos tratando de hacerse con legendarios para someter a la población, hasta éstos mismos dioses arrasando ciudades en sus co...