El sauce de las hojas doradas (I).

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Giratina les había ordenado viajar al asentamiento mortal cuanto antes mientras cargaba a Dialga sobre el lomo. Ceb se opuso a eso casi al instante, no se atrevía a separarse del legendario después de verlo caer desmayado cuando intentó ponerse en pie. Hona también se mostró un poco en desacuerdo, le resultaba imposible ignorar el leve rastro de preocupación a pesar del resentimiento y la insistencia de Umbreon en marcharse.

La situación se calmó cuando Palkia, quien se negaba a alejarse de su hermano, dijo entre gruñidos que lo llevarían cuanto antes al Salix. Celebi seguía sin estar muy convencida, aunque después de unos segundos en silencio acabó aceptando en un resoplido irritado, volando en dirección a la zona teñida del color del otoño, seguida de Hona y Asier vigilando donde pisaban.

El interior del bosque no tenía ninguna clase de orden o patrón. En algunas zonas, los árboles se alzaban hacia el cielo como lanzas dispuestas a empalar las estrellas acompañando a los satélites, armados con ramas afiladas como cuchillos que desgarrarían la carne en un solo roce. En otras, los arbustos violetas salpicados de bayas negras sustituían a los troncos de distintos materiales; madera gris; piedra blanca; cristal naranja, cubriendo la totalidad del suelo en raíces diminutas de tonalidades rojizas, adoptando la apariencia de venas a rebosar de sangre. La sola idea de que esa extraña dimensión poseyera vida propia le cerró la garganta. En una ocasión, Umbreon se detuvo delante de una charca de apariencia normal, contemplando su nuevo aspecto en el reflejo de las aguas cristalinas. No obstante, la imagen comenzó a moverse sola, desligada del cuerpo físico. El Pokémon huyó de ahí con la cola entre las patas, trepando a los hombros de Hona.

—¿Dónde se supone que estamos, Ceb? —preguntó la muchacha acariciando el pecho de su compañero.

—Ah, claro, creo que no te había explicado qué es el Jardín del Edén —le respondió bajando un desnivel. Los hermanos descendieron sin mayor problema, Asier se negaba a admitir que estuvo a punto de caer de bruces en un resbalón—. Digamos que estamos en la sala de pruebas de Arceus. Todo lo que hay aquí son los primeros prototipos de la vida que un día poblarían los distintos mundos. Un lugar oculto entre los pliegues de distintas dimensiones a la que solo los legendarios tenemos acceso.

—¿¡Eso quiere decir que aquí hay Pokémon que nunca se han visto!? —los ojos de Asier brillaron de una emoción contagiosa. Ceb rio nerviosa.

—No, lo siento, en un inicio los hubo, pero murieron de causas naturales poco después. Al menos eso me dijo el viejo, yo todavía no había nacido —Hona se encogió igual de decepcionada que el pelirrojo—. Los Salix son los que se encargan de mantener controlada la flora para que no crezcan demasiado. Los legendarios consideramos este lugar como un remanso de paz al que acudimos cuando estamos demasiado malheridos o simplemente no queremos ninguna clase de contacto con otros Pokémon o seres humanos. Aquí nadie lucha, ni siquiera grandes rivales como Groudon y Kyogre o el trío de espadachines y Kyurem.

—¿Por eso han traído al resto de Descendientes aquí? —se mordió la lengua, conteniendo las ganas de referirse exclusivamente a Ali y Enzo. Ceb, no obstante, le dedicó una sonrisa de picardía.

—Sí, claro. Tanto humanos como Pokémon están aquí. Y tú novia.

Notó el calor subiéndole a las mejillas. El repentino codazo de Asier en las costillas la hizo estallar.

—¿¡Oh!? ¿¡Ya te has declarado a Ali!? ¡Madre mía, ya era hora, llevaba años esperando! —rio el muchacho desbordado de felicidad. Celebi dio una vuelta en el aire, carcajeando—. ¡Oye, ¿y por qué no me lo habías dicho antes?!

—¡Que no es mi novia, joder! —le devolvió el golpe en forma de empujón—. ¿¡Y tú por qué no me cuentas qué te ha pasado con Dani!?

Guardó las manos en los bolsillos, silbando como si no supiera a qué se refería. Hona apenas controló el impulso de asfixiarlo con sus propias manos cuando el eco de incontables voces y sonidos propios de los Pokémon la distrajo. El grupo aceleró el paso, guiados por la creciente cacofonía de ruidos.

Lo no contado. [Pokémon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora