Como ya era de costumbre, el día se vio perturbado por la furia de la tormenta azotando la ciudad. Asier miró a través de la ventana a los edificios monótonos del exterior, preguntándose si quienes vivían en los pisos colindantes serían conscientes del peligro acechando en una institución aparentemente inofensiva, enfocada en aprender la historia de culturas pasadas. Aquella locura de plan maquiavélico se trataba de una bomba de relojería cuyo temporizador empezó meses atrás. Tic, tac, tic, tac. El eco del reloj de pared colgado sobre la puerta de la habitación comenzaba a darle dolor de cabeza, metiéndose debajo de la piel para acariciar los músculos, venas y huesos.
Lanzó un último vistazo a las nubes negras, a las brechas doradas que un día simplemente se manifestaron en el cielo tormentoso, quebrando el mismísimo tejido de la realidad según los expertos del laboratorio subterráneo. Sospechó que su hermana también sería una espectadora de ese desastre, no obstante, no tenía forma de comunicarse, ni de advertirle acerca del desastre inminente si no lograba persuadir a su novio, pues un Garbodor de los científicos devoró el teléfono en un accidente cuando el entrenador de éste lo descubrió enviando un mensaje en los laboratorios. Únicamente logró mandar un <<Hona>>.
Debía comprar uno nuevo, le bastaba si se trataba de uno desechable, pero Daniel no se despegaba de él y sospechaba que ese incidente se repetiría una y otra vez.
—¿Otra vez estás mirando al cielo? —la voz de Dani resonó a lo largo de toda la sala, cansada como de costumbre. Asier cerró los ojos, armándose de la fuerza de voluntad suficiente. Se giró sobre la cama, forzando una expresión ingenua al observar la figura de su pareja sentado frente a un ordenador de gama alta tecleando a una velocidad abrumadora.
—Sí, es algo que no puedo evitar —rio desganado. Luxray, tumbada en el suelo junto a él, soltó un par de chispas—. Es un fenómeno extraño, ¿verdad? Jamás pensé que presenciaríamos un desgarro espacial simultáneamente en todo el mundo. Bueno, otro en realidad.
Dani se detuvo de inmediato, observando fijamente la pantalla del dispositivo. Un silencio tenso se apoderó de la habitación, trayendo consigo un frío que obligó a Asier a cubrirse de mantas hasta la cabeza, dejando un hueco estrecho a través del que ver y respirar.
Algo similar ocurrió durante los ataques del Equipo Galaxia en la Columna Lanza. El pasado se convirtió en el futuro y el futuro en el presente, el tiempo retrocedía, luego avanzaba a una velocidad vertiginosa, dar un paso en ese espacio distorsionado se convertía en un viaje kilométrico, portales a lugares desconocidos se abrían por doquier. Decir que el caos se desató en cualquier rincón del planeta era quedarse corto, las víctimas ascendieron a cantidades inimaginables, incluso a pesar de la brevedad del desafortunado evento.
—No te preocupes por eso, cariño —la silla de oficina chirrió falta de aceite. Dani al fin quedó frente a él, observándolo tras los cristales de las gafas de pasta negra. En cualquier otra situación, Asier se burlaría de su apariencia de empollón, ahora carecía de las fuerzas suficientes desde el descubrimiento de los legendarios encarcelados—. Ya has visto los resultados del laboratorio, no pasará nada malo.
Por poco lo creía, no obstante, la desconfianza consiguió imponerse. La confianza en el rubio desapareció al desconocer de la existencia del laboratorio subterráneo, la colaboración con Las Manos de Ark y, sobre todo, sus peculiares huéspedes. Mucha información relevante continuaba escurriéndosele entre los dedos como arena de playa, e incontables investigaciones se desarrollaban a su espalda, ocultas en un velo oscuro del que se negaba a formar parte. De solo imaginar el horrible desenlace deparándolos, el corazón invadido de una oleada de terror lo impulsaba a huir sin pensar en las posibles consecuencias.
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Lo no contado. [Pokémon]
FanficEl mundo siempre se ha visto azotado por calamidades de gran calibre que dejan un rastro de muerte allá donde pasan, desde grupos tratando de hacerse con legendarios para someter a la población, hasta éstos mismos dioses arrasando ciudades en sus co...