El Monte Mortero.

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¡Y con ésta actualización oficialmente entramos en el ecuador del fanfic, ole oleee! 

En este fic los movimientos por nivel, tablas de tipos y efectos de los ataques han sido alterados para adaptarlos a mi visión del mundo Pokémon. 

Solo cuando se aseguraron de que nadie los perseguía, se permitieron descansar bajo el cobijo de las rocas

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Solo cuando se aseguraron de que nadie los perseguía, se permitieron descansar bajo el cobijo de las rocas. Hona sentía el corazón bombeando sangre caliente a todos los rincones de su cuerpo. Las plantas de los pies le ardían, un cosquilleo desagradable le trepaba a lo largo de las rodillas que, de no haber sido por los pantalones largos, estarían repletas de arañazos y heridas infectadas. Si daba un paso más acabaría de bruces en el suelo envuelta en una nube de polvo, ya no solo a causa de unas extremidades demasiado cansadas para obedecer, sino porque sospechaba que los pulmones acabarían explotándole y provocándole una hemorragia interna imposible de contener.

Colocó la mochila entre las piernas, abriendo la cremallera poco a poco con tal de no crear un sonido estridente capaz de atraer a los Dedos. Eevee, igual de cansado que el resto de jóvenes, apoyó las patas delanteras encima de los muslos de su entrenadora, echando las orejas hacia atrás mientras clavaba los ojos en la incubadora.

Afortunadamente la máquina no sufrió ni un rasguño, la protección extra de ropa limpia funcionó a la perfección. Las constantes del huevo se mostraban estables, al igual que la temperatura. Salvo por un minúsculo detalle; la pantalla oscura. Arrugó la nariz, furiosa consigo misma, ¿cómo no se percató de la grieta? Los números aparecían glitcheados, una mancha roja luminiscente cubrió la mayoría del negro.

—¿¡A qué coño ha venido eso!? —siseó Ali con cara de pocos amigos.

La densa oscuridad de la caverna le impedía asegurarlo sin miedo a equivocarse, pero juró ver gotitas de sudor resbalándole en el rostro enrojecido mezclándose en lágrimas desesperadas. La ropa empapada se le ajustó al cuerpo, definiendo hasta la última curva de los músculos y atlética figura. Llevó una mano temblorosa a las dos Pokéballs, siendo la segunda la del nuevo compañero de la chica, Hoothoot, colgadas del cinturón. Una vez comprobó la presencia de las esferas, procedió a acicalarse el cabello rosado, deshaciendo nudos y retirando hojas cobrizas que descendieron en una danza lenta y sigilosa. A juzgar por su expresión, aquella carrera superó las expectativas de Ali.

Si incluso ella estuvo a punto de ceder al agotamiento, Hona se sorprendió de haber sobrevivido.

—¡Joder, nunca me imaginé que acabaríamos en el punto de mira de unos descerebrados como esos! —explotó Alissa dando un pisotón.

—Bueno, esto confirma una cosa —comentó Enzo regresando a la seguridad de los salientes tras asegurarse por quinta vez de que los Dedos se perdieron en el camino. Las chicas alzaron la cabeza, expectantes—. Giratina tenía razón: Las Manos de Ark no es un simple grupo religioso, son los principales culpables de esto.

El silencio se impuso durante unos breves segundos.

—¿¡Cómo has llegado a esa conclusión solo porque nos han perseguido!? —replicó Hona sin levantar demasiado la voz. El cansancio no tardó en golpearla de nuevo, obligándola a recostarse en la roca fría—. ¡Es estúpido!

Lo no contado. [Pokémon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora