No se permitió respirar ni abrir los ojos hasta que sintió un aire pesado acariciándole las mejillas. Una atmósfera opresora le taladraba las sienes, aplastándole los pulmones en el proceso. Aquel lugar no se parecía a nada de lo que había visto en sus diecinueve años, aunque lo mismo podría decirse de la tierra donde residían los prototipos de vida creados por Arceus.
Inconscientemente, los ojos se le deslizaban hacia el suelo cuando el eco de los zapatos chirriando sobre un nuevo elemento transparente le retumbó en los oídos. Un abismo oscuro se extendía bajo sus pies, frío, solitario, infinito. Una finísima película de ese extraño cristal, recorrido por ríos azules de luz líquida dibujando el patrón que los arqueólogos afirmaban representar a la manifestación física del tiempo, era lo único que la separaba de una muerte seguramente agónica.
La impresión fue tal que cayó al suelo mientras una expresión de terror le retorcía el rostro. Gotitas de sudor le resbalaban a lo largo del cuello. En ese preciso instante poco le importaban las reacciones diversas de su familia. Su padre se acercó a ella por la espalda después de emerger del otro lado del portal, agachando la cabeza hasta alcanzar su altura, dándole un suave empujón con el hocico, animándola a incorporarse.
Si le dijo algo, no lo escuchó, los latidos del corazón desbocado se aseguraron de ello. Las maldiciones sin un objetivo claro se pronunciaban una tras otra en la mente, pues el cerebro le jugó una mala pasada, recordándole en ese preciso instante las escenas de muerte de quienes caían al espacio en las películas de ciencia ficción.
En una bastante antigua, un hombre empezó a inflarse como un globo, los ojos se le salieron de las cuencas y la cabeza acabó explotándole, pues no poseía el equipamiento correcto. En otra, el personaje secundario moría asfixiado al quedarse sin oxígeno en el tanque después de que la cuerda asegurándolo a la nave se soltara en un accidente.
La estupefacción dio paso al auténtico terror. Docenas de dioses antiguos la miraban en silencio, haciéndola insignificante. Algunos se esforzaban en ocultar la sorpresa, otros la contemplaban asqueados, la furia de muchos de ellos se avivó gracias a los rumores previamente mencionados por Ceb. Instintivamente buscó refugio detrás de una de las patas delanteras del legendario. En otra situación le habría asombrado el descubrir que continuaba paralizándose si notaba la presencia de la muchacha debajo de él, un instinto obtenido de una niña hiperactiva a la que podía aplastar en cualquier descuido, ahora, no obstante, tan solo deseaba huir de esos ojos irascibles contemplándola desde las alturas.
Ese lugar se asemejaba a un teatro antiguo. Una plataforma triangular de cristal dominaba la habitación, cerrada en cada vértice por las del trío de la creación, dejando a Giratina frente a las demás. El resto de criaturas se encontraban en las mismas tarimas separadas las unas de las otras, organizándose de manera escalonada según la relevancia en el mundo. No quiso saber cómo se debían de auto percibir los ocupantes de los últimos escaños. Ceb no se encontraba demasiado lejos, y a diferencia del resto, estaba acompañada de Mew, Victini, Shaymin, Darkrai y Cresselia.
—¡Tú! ¡Eres un maldito traidor! —rugió una voz ensordecedora que por poco le explotaba los oídos.
Su padre entrecerró los ojos, asomando ligeramente los colmillos. Giratina se sacudió, Palkia no se mostró tan pacífico, desplegando las alas al instante.
—Groudon, guarda silencio —intervino Rayquaza en un susurro capaz de demostrar la inseguridad abordándola.
La red de telepatía también se unió a ella, como si la propia sala no quisiera mantener los secretos o conversaciones ocultos.
—¡No! ¡Ese traidor no solo ha traído a una Descendiente de Arceus al Jardín del Edén, sino que ahora también está aquí, al lugar de nacimiento del mismísimo Creador! ¡Deberíamos acabar con su vida cuanto antes, no podemos permitir que informe al resto de escoria!
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Lo no contado. [Pokémon]
FanfictionEl mundo siempre se ha visto azotado por calamidades de gran calibre que dejan un rastro de muerte allá donde pasan, desde grupos tratando de hacerse con legendarios para someter a la población, hasta éstos mismos dioses arrasando ciudades en sus co...