Cuando los recién casados acabaron con sus votos, algunos de los invitados quisieron dar un pequeño discurso. Sobre cuán agradecidos estaban de que hubieran conseguido escapar de esa pesadilla; exponiendo su felicidad por el nuevo miembro que Susanne iba a darle a la familia Marteen; haciendo un pequeño tributo a la hermana pequeña que había fallecido en la arena...
Después de eso Susanne lanzó el ramo de espaldas, pero ninguno lo cogió, cortando un poco el ambiente. Pero es que nadie más aparte de ellos querría casarse y mucho menos formar una familia.
Se solucionó la tensión con una ligera broma de Kris respaldada por las carcajadas del Consejero y el chasquido molesto pero divertido de Susanne. El ambiente festivo volvió y es que, a pesar de que fueran pocas personas, se sentía como una verdadera ceremonia, privada y cercana.
Aunque solo llevaban una semana en aquel refugio, empezaban a sentirlo como un hogar y a las personas que les acompañaban como otros miembros de su familia. Algunos más que otros, por supuesto.
Pasaron el resto de la mañana comiendo, haciendo bromas, intentando olvidar los últimos meses y a la vez sin poder sacárselos de la mente. Algunos de ellos tenían graves traumas por culpa de aquellos juegos y sabían que no podrían ser los mismos de antes nunca más.
Hablaron, en algún punto de la tarde, de estrategias futuras. Adrien miró de reojo a Alex y prestó atención a las reacciones de Roan según se iban tratando esos temas. No le estaba sacando el ojo de encima, pues si no conseguía quedarse a solas con él para preguntarle qué ocurría no pensaría en perderle de vista.
Los cuerpos desnutridos, deshidratados y maltratados de la mayoría comenzaron a volver a sus pesos anteriores y al estado en el que estaban previamente. Con ayuda de los medicamentos Trevor consiguió sanar rápidamente, a Uriel no le faltaba mucho para poder levantarse de la silla de ruedas para al menos andar un poco, y los demás estaban completamente curados.
Todos halagaron a Adrien y a Marianne por el exquisito banquete que habían preparado.
—Elora —llamó él, agradeciendo unos segundos atrás a Susanne por el cumplido de la salsa. La Vigilante Jefe lo miró con su típica seriedad en el rostro—. ¿Puedo hablar un segundo con usted?
Nadie excepto Marianne vio cómo ambos se levantaban de la mesa y se metían en la cabaña principal, pasando muy desapercibidos.
—¿Hay algún problema? —preguntó serena ella, cruzándose de brazos y apoyando la cadera en el fregadero. Adrien se dejó caer en una de las sillas, frente a ella.
—Hay algo que quiero comentarte sobre Roan. ¿Tú estabas presente cuando lo curaron y lo volvieron a meter en la arena? ¿Sabes dónde está Cara o cuál es su estado?
Elora soltó un suspiro deshaciendo el cruce de sus brazos.
—Lo atendieron en el aerodeslizador de la Sede, por lo que no, no sé ni quién lo hizo en concreto ni tampoco sé el estado de tu hermana. No hemos podido comunicarnos con ellos aún y tampoco nos parecía buena idea. En un mes o así lo haremos, no queremos arriesgarnos —contestó con simpleza. Adrien analizó sus ojos grises.
—¿Y qué es la Sede? ¿Dónde está? Sabes que necesito más información de la que me has dado.
—La Sede es donde están reunidos todos los rebeldes excepto nosotros. Beetee está allí. Tienen vehículos aéreos camuflados desde los que sacaron a casi todos los tributos importantes para después curarlos. Roan ha sido el único al que volvieron a meter en la arena y, antes de que me preguntes: no, no sé qué le dijeron ni qué órdenes tenía —explicó adelantándose a la visible interrogativa del chico. Adrien frunció el ceño.
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Los juegos del hambre
ActionHan pasado veinticinco años desde la rebelión en la que todos los distritos de Panem perdieron, por segunda vez, contra el Capitolio. No hubo piedad y, los pocos supervivientes que quedaron, sabían que todo sería un caos. Sin embargo, tras unos durí...