Capítulo diecisiete

65 5 78
                                    


Sonó un cañonazo que dejó a todos de piedra. El silencio, aparte del sonido de la tierra rompiéndose, reinaba allí de pronto. Se miraron entre los nueve tributos, intentando cerciorarse de que todos sus seres queridos estaban vivos y de que no habían tenido la mala suerte de estar justo donde la tierra se había abierto. Cada uno de los árboles allí situados cayeron, sus raíces se arrancaron de cuajo, sus troncos se partieron en dos y éstos desaparecieron en esa apertura que, en ese momento más que nunca, Alex creía que realmente era la mismísima entrada al infierno.

Trevor pasó sus ojos claros por todo el entorno hasta encontrar a Lauren agarrada a Kris. Algo más calmado buscó a Adrien, encontrándole con un brazo frente al pecho de Alex, en posición de defensa. Se alegró de verle más activo, y miró a Ambree, que estaba siendo rodeada por los brazos de su hermano. Se sintió aliviado: ninguno de los heridos ni Lauren había caído por esa trampa. Observó a Kean, que también parecía estar analizando la situación, y finalmente le echó un ojo a Marianne.

Si estaban todos a salvo, ¿significaba eso que Luka Lockheart había muerto? Quizá no estaba muy lejos de ellos. Quizá hasta los estaba siguiendo y lo tenían detrás. 

—¡Chicos! —habló Kean, despertando a los únicos supervivientes de su ensoñación—. Hay que moverse, ¡rápido!

Con esa orden todos se pusieron en marcha. Se repartieron las cinco mochilas y las dos mantas, no sin antes haber guardado todo lo que tenían esparcido en su campamento, y comenzaron a correr.

Trevor y Kean se encontraron al final del grupo, ambos bastante cargados de cosas, y Trevor notó una decisión continua en los ojos del Marteen.

—Kean —llamó el rubio. Kean, aún trotando, giró la cabeza y asintió, dándole a saber que lo escuchaba—, ve delante. Alguien necesita controlar que todo va bien ahí. Yo les cubriré las espaldas.

—Y una mierda —contestó Kean mirando al frente, decidido—. A lo mejor mi hermana confía ciegamente en ti, pero yo no voy a dejarte aquí solo atrás para que la mates en un ataque sorpresa —se quejó él, recordando lo que pasó la última vez que no era él el que cubría la espalda a sus hermanos. Trevor frunció el ceño algo ofendido, pero no tardó en entenderlo.

No todos confiarían en él como los tres Marteen lo hacían (Lauren, Adrien y Alex). ¡Estaban en los Juegos del Hambre! ¿Cómo no iba a ser desconfiado, y más encima si a una de sus hermanas la asesinaron por las espaldas? Lo comprendió, no sin pasar de largo el "ciegamente" que había usado. ¿Acaso no había demostrado varias veces que él quería a Lauren viva? ¿Que la iba a salvar? 

—¡Yo cubriré por delante! —gritó Kris, aunque ya tenía la cara roja y le faltaba el aire. Lauren rio, pero estaba un poco igual que su hermana.

—No os preocupéis, Ambree va bien —aseguró Mika, señalando a su hermana con un dedo mientras corría. La chica del Distrito 2 iba con algo de ventaja, sujetándose el brazo herido, y analizando la situación según corría. 

—¡¡Chicos!! —gritó de pronto Adrien, que corría junto a Alex. Todos dirigieron su atención al mayor de los Marteen, y él señaló con horror cómo la tierra a ambos lados empezaba a crear grietas.

—¡¿Nos están dirigiendo a algún lado?! —chilló Lauren con los ojos llorosos del esfuerzo: no daba para más. ¡Habían pasado demasiadas cosas! No hacía tanto estaba desmayada. Hacía unas horas se reencontraba de nuevo con Adrien y Alex. No mucho antes estaba huyendo del muto que en realidad era su hermosa hermana Cara. Estaba demasiado cansada, quería que todo aquello acabara, ¡quería volver a casa con su madre! ¡Quería que Cara la usara de modelo para maquillarla, que Roan le contara historias mientras se reían!—. ¡Ah!

Los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora