Capítulo quince

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Trevor logró poner a Lauren en su espalda, cogiéndola a caballito. Le costó al menos dos horas y varias paradas, pero consiguió llegar a la superficie con cansancio. La chica seguía desmayada, probablemente por el cúmulo de emociones, escasez de comida y estrés en exceso. Cuando terminó de subir el empinado valle se sentó en el suelo, haciendo que Lauren perdiese fuerza en los brazos y casi cayese hacia atrás. Agarró sus muñecas a tiempo y pasó a cogerla como a una princesa, colocándose la mochila a la espalda. 

Había tenido que desviarse hacia la izquierda ya que las rocas por ese lado parecían demasiado empinadas. Probablemente los Vigilantes habían cambiado las rocas o las habían empinado más para que tuviera que desviarse y así no pudiera reunirse con Adrien y Alex, que estaba bastante seguro que esperaban a su hermana arriba. 

Aún era de noche y hacía varias horas que no probaba bocado, pero aguantaría unas cuantas horas más de sobra. Observó a Lauren con algo de cansancio. Sus ojos, detrás de sus gafas, estaban hinchados de llorar y tenía algún que otro rasguño en la cara por la caída, seguramente de los fuertes latigazos provenientes de las plantas. Estaba respirando por la boca y, aunque al principio se sorprendió, la había escuchado hablar varias veces dormida mientras subía por el valle. Si no recordaba mal había confesado en las entrevistas que era sonámbula y que hablaba dormida, pero era más gracioso comprobarlo por sí mismo. No había entendido ni una palabra de lo que dijo porque lo había murmurado contra la piel de su cuello y, aún así, consiguió sacarle una risilla en una situación como esa.

Reconociendo su mala suerte se dio cuenta de que no sabía dónde se encontraban y no sabía si arriesgarse e ir hacia la derecha por el bosque (ya que podría encontrarse a Luka) o acampar allí y reunirse con sus hermanos cuando amaneciese... Se decidió por acampar ahí hasta que saliera el sol e ir en busca de los Marteen después de eso. Se levantó del suelo con ella en brazos y se acercó hasta estar oculto entre unos arbustos, ya ahí la dejó en el suelo y le puso la mochila debajo de la cabeza como almohada.

Se cercioró de que la herida de su cuello seguía controlada y se sentó frente a ella, viéndola descansar. Estaría atento por si en cualquier momento mencionaba algo. Apoyó la cabeza cansado en el árbol y suspiró. ¿Qué iba a hacer ahora sin el tridente? Tenía las hachas de Lauren, pero no sabía usarlas... a las malas tendría que utilizarlas. Volvió a suspirar y pensó en su madre en el Distrito 4. Esperó que no hubiera ido a reclamar como le dijo que iba a hacer; tenía claro que si Annie se quejaba de que su edad era mayor como para entrar en la Cosecha le harían algo malo. Lo suficiente malo como para acabar con lo poco que le quedaba de cordura. 

Varias horas más tarde vio cómo Lauren se colocaba de pronto boca arriba totalmente, respirando lentamente, sus brazos a los costados de su cuerpo. Curioso notó que su respiración estaba agitándose poco a poco y que sus ojos, aún cerrados, empezaban a moverse con rapidez. Trevor frunció el ceño al verla, ¿qué le pasaba? Se quedó varios minutos observándola con intriga.

Comenzó a preocuparse al ver que su pecho subía y bajaba demasiado rápido, tanto que parecía que empezaría a llorar. A gatas se acercó a ella, asustándose cuando ella de pronto abrió los ojos, aterrada. Cogió muchísimo aire y comenzó a sollozar repentinamente. 

—¡Eh, eh! Tranquila —susurró Trevor, sentándose a su lado. 

—No, no, yo... lo he visto —murmuró Lauren de manera asustada. 

—¿Qué has visto? —preguntó cauteloso el rubio. Lauren se secó las mejillas, aunque volvieron a mojarse por culpa de las constantes lágrimas que caían desde sus ojos. Empezó a mirar alrededor, intentando cerciorarse de que lo que había visto era real—. Eh, ¿qué has visto?

—Lo siento —se disculpó Lauren. Su voz titubeaba: tenía muchas parálisis del sueño, pero no se imaginaba que una irrumpiera justo en los Juegos. Había visto cómo Louis degollaba a Roan delante de ella, había notado las gotas de sangre caer sobre su cara, había escuchado los quejidos provenientes de su hermano, había olido la putrefacción del cuerpo de su hermana Cara, el cual vio al lado de Trevor, en el árbol. Sin duda, esa era una de las peores parálisis que había tenido nunca. 

Los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora