Capítulo cinco

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El Centro de Entrenamiento estaba junto a la mansión del presidente, frente a los edificios de los apartamentos. El tejado del Centro de Entrenamiento era un jardín que dejaba a la vista casi todo el Capitolio, ya que era un rascacielos, uno de los edificios más altos del Capitolio. Después de las horas de entrenamiento que empezaban a las 10 (aunque había gente que llegaba antes), todos los tributos tenían que comer juntos en la cafetería, que estaba adjunta al gimnasio. 

Adrien se iba a dirigir hacia el arco cuando la entrenadora del pelo blanco llamada Etala ordenó a todos acercarse a ella. Volvían a estar en un semicírculo, alrededor de Etala, para escuchar con atención por qué les había llamado.

—Podéis ir a comer, nada de peleas —habló, como si las peleas entre tributos fueran constantes a la hora de la comida. Todos sabían que la entrenadora original de los Juegos del Hambre, Atala, se había retirado, y que por eso estaba de suplente Etala.

Casi todos estaban sudando. Uno a uno salieron del baño para dejar pasar al otro tributo para asearse todo lo posible. Posteriormente fueron entrando a la cafetería, una sala al otro lado del gimnasio bastante grande. Normalmente en la cafetería era donde empezaban las alianzas, tras ver quiénes valían y quiénes no en los entrenamientos. 

Lauren esperó a Cara, Kris y Marianne a que salieran del baño para ir junto a ellas en caso de que no hubiera sitio. La cafetería tenía una larguísima mesa con unos bancos del mismo tamaño en el que cabían al menos quince personas a cada lado. En el lado izquierdo de la mesa estaban sentados los cinco hermanos del Distrito 11 y los tres del Distrito 2, faltaba Elah. Por ello, todos los hermanos Marteen se sentaron en el lado derecho, cara a cara con los demás. En el extremo se sentó Roan, frente a Karl Greengrass y, a su lado, Kean. Adrien iba a la izquierda de Kean y a la derecha de Alex, que estaba al lado de Cara. Cara tenía a su izquierda a Marianne y en frente a Fionna. Al lado de Marianne estaba Kris, que tenía delante a Ambree y al lado a Lauren. Lauren estaba delante de Rosh, el chico mayor de los del Distrito 2. Los demás aún no habían llegado, por lo que Lauren tenía su lado izquierdo vacío. Hasta que se acercó Trevor con su bandeja.

Lauren se tensó a pesar de haber pasado casi una hora con él y se pegó un poco a su hermana Kris. Miró de reojo al rubio, que empezó a comer como si nada, aunque él también parecía estar mirándola de reojo. Se metió una cucharada de comida a la boca y masticó intentando no reírse por la situación: todo estaba en silencio a excepción de las risotadas exageradas de Roan, Kean y Cara. A pesar de tener a Alex y Adrien entre ellos, Cara escuchaba perfectamente las tonterías que Kean y Roan decían antes de romper en carcajadas. Los demás tributos parecían incómodos, escuchando las risas burbujeantes de los chicos del Distrito 7, los cuales en el entrenamiento parecían letales. 

Elah Dean se sentó al lado de Rosh, su hermano, y en frente de Trevor. Los trillizos se sentaron al lado de Elah y el banco de la izquierda quedó completo, por lo que los tres hermanos del Distrito 12 se acabaron sentado al lado de Trevor. 

—Estoy muerta. Mañana hay que seguir entrenando y, ¿si tengo agujetas, cómo voy a hacer más ejercicio? —se quejó Kris a su hermana, disfrutando como nunca la comida. No pasó desapercibida a Ambree Dean, que comía como una Diosa griega frente a ella. 

—Según Kean las agujetas se quitan haciendo ejercicio. Pero, ¿cómo haces más deporte teniendo agujetas? No tiene sentido —le contestó Lauren con la boca llena. Al recordar a quién tenía al lado tragó con rapidez y sus mejillas se enrojecieron con una velocidad asombrosa; eso era de bastante mala educación. 

—Eso no quiere decir que tengas que hacer la misma cantidad de ejercicio —se metió Trevor. Lauren puso una mueca de confusión—. Al principio vale con ejercicio muy suave, así llega más sangre al músculo fatigado. Esa sangre va a ir lavando de alguna manera todos los productos de desecho y eso hace que el músculo, una vez caliente y más irrigado, vaya recuperando sus capacidades; a medida que ocurre esto, las agujetas se van perdiendo y en un día o dos días no existen. Es cuestión de entrenar varios días por semana.

Los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora