Johanna sintió un grave dolor en el pecho que no la dejó respirar por varios segundos. Observó en la pantalla cómo la preciosa Cara perdía lentamente la vida, hasta que el cañonazo la hizo reaccionar.
No le habían dado opción de comprar ninguna medicina, ya que esa herida no tenía cura. Sin embargo, se sintió culpable de la muerte de Cara. Pudo ver cómo Kris chillaba desgarradamente y cómo Roan se lanzaba hacia ella para abrazarla. Ella dudó sobre rodearle o no con sus brazos y, tras varios segundos en los que solamente estaba gritando, colocó las manos sobre los fuertes brazos de Roan, sintiendo las lágrimas que él soltaba caer en sus brazos.
Effie se despertó ya que un vecino parecía estar llamando con agresividad a la puerta. Se levantó perezosamente, aunque cuando se dirigía hacia la entrada para abrir la puerta, sintió un horrible presentimiento que le cortó la respiración. Al abrir la puerta y ver a casi una decena de vecinos supo que algo no iba bien.
Una señora anciana agarró su brazo y la obligó a ir hacia la plaza, con todos los demás vecinos siguiéndoles por detrás. Effie tenía su pelo rubio recogido en una coleta alta que se movía de un lado a otro por la rapidez con la que iban.
Al llegar a la plaza se sorprendió al ver a muchísima gente rodeando las pantallas en las que emitían los Juegos. No fue hasta que vio cómo una niña alzaba la mano con sus tres dedos hacia arriba que lo entendió. Gritó pidiendo que la dejaran pasar para poder ver con claridad las pantallas, y todos, con sus ojos tristes impregnados en lástima, hacían hueco para que pudiera pasar. Se dejó caer de rodillas en el suelo al ver a Kris, la misma Kris que odiaba el contacto humano y las muestras de cariño, abrazando a Roan, el cual tenía las manos llenas de sangre seca y los ojos llenos de lágrimas. A un lado de ellos dos estaba Cara, tumbada en el suelo. Effie gritó al ver sus ojitos negros abiertos con demasía y carentes de vida; su boca, mandíbula y cuello llenos de sangre seca, y ella estaba inerte, su pecho no se movía.
—¡Nooo! —gritó Effie, sin poder apartar los ojos de su difunta hija—. ¡Noo! ¡Noo!
No le importó quién se agachó a su lado para abrazarla y susurrar cosas optimistas. Solamente podía pensar en la alegre Cara maquillando a Lauren o a Marianne, ayudándola a cocinar, cuidando a los bebés del vecino,defendiendo a Alex de las niñas que se metían con él en el colegio. Gritó hasta que sintió que se desmayaba.
Toda la plaza en menos de un segundo se llenó del símbolo que no se utilizaba desde hacía veinticinco años. Niños, adultos y ancianos levantaron sus brazos derechos, con sus tres dedos señalando al cielo: se estaban despidiendo de Cara. Disparos se escucharon y después gritos.
Lauren, Adrien y Alex se miraron asustados.
—Tranquilos, seguramente no haya sido ninguno de ellos. Si hubiera sido uno de ellos se escucharía otro cañonazo, ya que matarían al asesino —intentó tranquilizar Adrien, aunque sentía mucho temor en el pecho.
Siguieron comiendo bayas intranquilos.
Marianne se acercó con pasos lentos hacia sus dos hermanos. Apoyó las manos en los hombros de Roan y Kris, aún sin poder pestañear. Kris se separó de Roan, se limpió la cara y miró de nuevo el cadáver de Cara. Con ambos dedos le cerró lentamente los ojos a su hermana.
—Vámonos —susurró Marianne. Los tres se levantaron y con los hombros caídos empezaron a andar en la dirección por la que se habían ido Kean y Holly.
Kean se maldijo al ver la rapidez de Holly. Parecía una gacela saltando, y es que al ser tan delgada iba con mucha velocidad. Si estiraba muchísimo la mano podría rozar su brazo, pero pareció leerle la mente, porque echó la cabeza hacia delante y corrió aún más rápido. Kean, sin saber qué otra cosa hacer, colocó su pie entre ambas piernas de ella cuando corría, por lo que Holly se tropezó y cayó.
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Los juegos del hambre
AcciónHan pasado veinticinco años desde la rebelión en la que todos los distritos de Panem perdieron, por segunda vez, contra el Capitolio. No hubo piedad y, los pocos supervivientes que quedaron, sabían que todo sería un caos. Sin embargo, tras unos durí...