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En el hospital.

Pepa siguió el camino en silencio, el varón no supo qué cosa decirle a su hermana, tenía miedo de empeorar las cosas.
Al llegar a la parte de ginecología se encontraron con un montón de mujeres esperando con sus esposos a ser atendidas.

Bruno se quedó sorprendido, Pepa tranquilamente quería seguir su paso pero su hermano tomó firme su brazo.

-Qué pasa?- Preguntó susurrando, Bruno parecía esconderse detrás de ella para no ser vistos por las damas.

-Hay muchas mujeres.. cuando me llamen me verán raro.. Y qué pasa si la doctora también me ve así?- Preguntó asustado pensando lo peor.
Pepa le tironeó el brazo para que la soltara;

-Bruno, escucha. El turno lo dejé a mi nombre, me llamarán a mi. Ahí es cuando entraremos los dos, nadie te verá raro.-

La mujer sabía que sería raro pedir un turno del ginecólogo para un hombre y también sabía que su hermano haría un escándalo por eso, la pensó bastante rápido.
Pepa se sentó en una esquina junto a Bruno, se veía nervioso viendo a todas las mujeres. Sentía las miradas curiosas de ellas, murmullos, risas escondidas, charlas, hasta sentía que hablaban de un hombre, eso lo alteró. Se acercó a la pelirroja para susurrarle.

-Pepa... pepa.. Ellas hablan de un hombre..-

-Bruno, date cuenta que hay más chicos acompañando a sus mujeres, deja de pensar estupideces y cálmate.-

Reprochó la mujer cruzándose de piernas llamando la atención de un varón en frente suya, su mujer parecía dormitar a su lado mientras que él miraba tranquilo las piernas de Pepa.
Bruno notó eso y un sentimiento de impotencia lo llenó.

Abrazó a su hermana acercándola más a ella implantándole un beso en la mejilla sorprendiendo un poco a Pepa, pero no le importó, en cambio se recostó arriba del hombro de su hermano pensando que sería por las hormonas. Bruno lanzó miradas amenazantes a cualquiera que se atrevía a mirarla.

Iba a ser un largo y maldito día.

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En la residencia Madrigal, los muchachos más jóvenes miraban la tv, Mirabel intentaba tejer una bufanda pero al escuchar los abrumadores suspiros de su primo bajó las agujas conteniéndose las ganas de sacarle los ojos con ellas.

-Qué rayos te pasa ahora, Camilo?-
Preguntó con una mirada enojada.

Camilo respondió deprimente mientras comía arepas.
-Aaah.. Los chicos se burlan de mi por las malditas novelas.. maldito Bruno.. Cómo se atreve a decir en voz alta que veo eso?-

-Pero si es cierto.-

Siguió con su tejido ignorando las quejas de su primo quien se había levantado del sillón;

-Las novelas son para niñas! No puedo creer que seguí con esas estupideces, el drama, el romance no correspondido, el sexo, sobre todo las escenas de sexo.-

-Deja de mencionarlo, eres muy obvio.-

-Calla que tú también miras las novelas por los hombres musculosos que se quitan la camiseta.-

Mirabel no podía negar las palabras de su primo, los actores musculosos de las novelas que veía su tío eran muy sexys, pero no le daría la razón al tonto de Camilo.

-Qué estupidez dices. Y a quién le importa que esos chicos se burlen de ti por ver novelas? No insultes al tío Bruno por tus cosas.-

-Quién te crees? Mamá?-

-Me encantaría serlo, así podría golpearte.-

-Como si tú pudieras golpear fuerte.-

La discusión iba para peor hasta que fue interrumpida por Dolores que había bajado las escaleras para golpear a Camilo en la cabeza, este se quejó por el dolor sobando la parte golpeada.

"Dulce Brunito"/Encanto Au/ MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora