Pesadillas

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Bruno dormía pacífico en su cuarto, el frío que entraba por la ventana entre abierta hacía que se abrazara así mismo sin ganas de desacomodar las sábanas, se hizo bolita en el colchón esperando calentarse.
Se escuchaban sus quejidos, además de  morverse bruscamente; estaba teniendo una pesadilla.

Lo sentía tan real que a veces dudaba si estaba despierto o no, observó con atención todos los rincones de esa estación, no sabía qué esperaba de ahí, no se escuchaba más que el viento. Era un lugar tranquilo sin gente alrededor pero se sentía incómodo, como si estuviera en peligro.

Cuando menos lo pensó había un tren frente a él con las puertas abiertas, una fuerte luz lo cegaba, no se veía más que simple iluminación dentro del transporte, sin dudar nada entró haciendo que se cierren las puertas detrás de él.
Sus ojos se abrieron poco a poco hasta encontrarse con un mar de gente dentro, no se sorprendió, de hecho lo sintió nostálgico.
Caminó como pudo a ver si había un asiento libre o algo, no importaba si pedía permiso, nadie le hizo caso, no cruzó miradas, simplemente le dieron la espalda. Para suerte suya había asiento libre, no dudó para ir y sentarse. Se acomodó como pudo y cerró los ojos esperando a que fuera un sueño común, sintió el cortante frío de invierno en su nuca, abrió los ojos nuevamente para sorprenderse de que ya no había gente.

-Hola?-

Su voz se escuchó con eco, estaba solo y ese sentimiento de inseguridad había vuelto, miró el suelo intentando calmarse.

-Brunito.-

Se escuchó a un lado suyo, levantó la mirada para ver por el reflejo de la ventana, solo se veía él, pero al girar la cabeza se encontró con Mariano.
Chilló al verlo, no lo dejó levantarse, el hombre había tomado su mano impidiendo la separación, lo acorraló.
Sus miradas se cruzaron unos segundos, Bruno cerró los ojos intentando despertar del cruel sueño pero Mariano no le dejó, levantando su mentón para que lo viera nuevamente se acercó más al mayor para susurrar en su oído.

-Te extrañe, corazón.-

Esas palabras hizo que se estremeciera, el miedo lo invadió, su cabeza lo había traicionado al sacarle la mitad de fuerza para defenderse, dejó que Mariano repitiera lo que pasó esa noche.

-Ah! Mariano, no por favor!-

-Pero Bruno, si veo que te gusta.-

Gritó, gimió, intentó huir pero le era inútil, el agarre del joven era tan fuerte, sentía dolor en sus brazos. Bruno con casi toda la ropa desgarrada estaba tirado en el suelo siendo atrapado por el joven con una mirada, tanto amenazante como coqueta.

Sintió las embestidas lastimando su interior, sus ojos se inundaban de lágrimas, su garganta dolía de tanto gritar por ayuda, de un momento a otro sintió la mano de Mariano apretar su cuello, ahorcándolo.

-Bruno, si alguien se anima a venir que vea lo que quiera, pero no dejaré que te toquen.-

Esas palabras se repitieron mil veces en su cabeza sintiéndose ahogado, abrió los ojos siendo cegado por una luz, Mariano se veía sin la camisa puesta, sudado, despeinado, con una sonrisa de satisfacción pura en su temible rostro. Bruno quiso apartar sus grandes manos de su cuello pero sintió más que solo a Mariano.
Parpadeó un par de veces para encontrarse con mil ojos a su alrededor, gente. Expectante de todo movimiento que daban, se sintió pequeño ante tantas miradas acusadoras, sonrisas macabras, insultos hirientes.

-Bruno, no te hagas el inocente, sé que quieres todo esto.-

Mariano volvió a hablar, su voz destacaba más que el resto pero aún así se escuchaban las risas ajenas. De un momento a otro cambió de posición, el joven estaba abajo dejando a Bruno sentado arriba suyo, los gemidos y gritos se hicieron más fuertes al igual que las bruscas embestidas.

"Dulce Brunito"/Encanto Au/ MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora