Llegué al hospital y entré corriendo hasta llegar al mostrador.—¿Beatriz Ponce? Está de parto —le dije acelerada.
—Un momento, señorita —dijo y me mordí el labio inferior con nerviosismo.
—Está en la sala de parto —dijo.
—Soy el coronel Ramírez y mi esposa está de parto —oí la voz de mi tío a mi lado y me giré hacia él. —Necesito ver a mi esposa. Ahora. Necesito ver a Beatriz Ponce de Ramírez.
—Enfermera, acompañe al señor a la sala de parto, en la cual está la señora Beatriz Ponce de Ramírez —dijo la chica del mostrador y la enfermera salió junto a mi tío.
Decidí irme a la sala de espera y vi como todos fueron llegando y se quedaban de piedra al verme y darse cuenta de que estaba viva, sobre todo mi abuela paterna.
—¿Le sorprende verme?
—Me sorprende que estés más flaca. Aunque sigues teniendo celulitis y un poco de grasa en los muslos—dijo.
—A mí no me sorprende que siga siendo una señora amargada. Por Dios, normal que me fuera un año y tres meses, porque no la soporto. ¿Sabes una cosa? Debería morirse, así le hace un gran favor a la humanidad —le dije y salí de la sala de espera, encontrándome con Fernando de frente.
Nos quedamos mirándonos y elevó ambas cejas.
—¿Qué sucede? —le pregunté.
—No te lo digo, que te enfadas. Y la verdad, Gala, no tengo ganas de querer meterte en un congelador para que te calles.
—Oye, gracias, eh.
—¿Has visto lo que ha subido Gavi a Instagram? —preguntó mi primo y me giré hacia él, cabreada.
—¿Tendría que importarme? —le pregunté de malas maneras.
Volteo la pantalla del móvil hacia mí y tragué grueso.
—¿Ves? Te lo dije en su momento, Gala. Tú solo eras un polvo. Dios, está mil veces... —Le quité el móvil de las manos y sentí rabia, no sé porque, pero la sentí. —Oye, devuélveme mi móvil.
—Toma y a ver si se te estalla en la cara —le dije con rabia y caminé por el hospital, intentando calmar mi mal humor.
¿Por qué estaba de mal humor? Me mordí el labio inferior de los nervios y de una rabia que era incapaz de controlar. Quería meterme en alguna oficina y romperla hasta quedarme totalmente tranquila, pero no podía cometer semejante locura. Por Dios, mi tía diciendo que no ha podido superar mi muerte y hoy sube una foto con una rubia despampanante y el estampándole un beso en la mejilla. Ah, pero mira como conmigo nunca hizo eso. Por Dios, quería arrancarle las costillas y dárselas a un león de postre.
—Señorita Ponce, puede pasar a ver a su tía —me dijo una enfermera y asentí con la cabeza.
La seguí, me puse el atuendo necesario y mi tío me entrego a mi primo con sumo cuidado.
—Cuidado con la cabecita —me dijo y lo cargué mientras movía sus manitas.
—Es... Es precioso —le dije mientras lo admiraba y sentí que se me caía la baba.
Era tan precioso como Gavi. Espera... ¿qué? ¿Por qué pensaba en esas tonterías? ¿Por qué me acordaba de este inútil cuando tenía en mis manos al bebé más hermoso del mundo? Ni yo misma me entiendo, como para que alguien más me entienda.
—Hola, bebé —le dije mientras pasaba el dedo índice por su pequeña frente —. Eres tan hermoso que duele mirarte.
Movió sus manitas y lanzó un muy disimulado beso.
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Amor infinito #2
Teen FictionGala Ponce se sometió a un trasplante de corazón, pero los médicos la dieron por muerta. ¿Será eso cierto? ¿Un corazón nuevo podría volver a enamorarse de la misma persona? TODO LOS DERECHOS RESERVADOS. PROHIBIDA SU COPIA PARCIAL O TOTAL.