Capítulo diecisiete: Mimosa

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Las horas pasaron y con ella mis horas para arreglarme y ponerme el vestido de color celeste, con un rombo en el pecho, dejando al descubierto mi cicatriz y las mangas cortas de color negro con pedrería. El vestido caía sobre mis muslos con diferentes capas y medidas. ¡Es excelente para la ocasión! Me hice un moño, adornándolo con una trenza y dejando que unos mechones de pelo cayeran de diferentes maneras, pero elegante. Me calcé los tacones y metí las llaves, una pequeña caja, el móvil y las tarjetas en el bolso de mano que venía a juego con el vestido y los tacones.

Baje las escaleras de mi casa con el bolso y con la caja que decía: Abrir una vez llegues al destino.

Al salir a la calle, un chico abrió la puerta trasera del Audi y me hizo una señal para que entrara en el coche. Lo hice después de agradecerle y condujo mientras yo miraba la caja, ansiosa. Llevaba todo el día queriendo saber cuál era el contenido de la caja y me moría de ganas por saber que era.

Los minutos sosteniendo esa caja se hacían eternos. Pero cuando por fin el coche se detuvo y el chofer abrió la puerta, salí y abrí la caja, sacando dos libros: Amor de contrato y Amor infinito.

No entendí nada, pero el chofer me ayudó sosteniendo la caja.

—Empiece por el primero, señorita —dijo y abrí Amor de contrato.

Pase las páginas y leí la dedicatoria: La vida es una ilusión para todo aquel que esté desubicado.

Pase las páginas y me di cuenta de que Gavi había escrito nuestra historia desde su perspectiva. Esto iba a doler demasiado, pero tomé la carta que había al final del libro y la abrí con sumo cuidado, pero a la misma vez con nerviosismo.

Una vez te comenté que iba a hacer lo imposible por leer el contenido de tu libro y tú me acusaste de ser aburrido, pero debo de admitir que a medida que te iba leyendo, más me enamoraba de ti. Las primeras páginas me dejaron loco, pero cuando llegue al segundo capítulo, supe que me casaría contigo.

En estas páginas que sostienes entre tus manos, tienes mi versión de tu historia. Tienes lo que siempre calle a pesar de que ya lo sabes de mis propios labios, pero presiento que te vas a emocionar, como cuando marcabas y dejabas tu huella en los libros que leáis y dejaste en tu estantería.

Gala Ponce Contreras, ¿aceptas terminar la segunda parte de nuestra historia, titulada Amor infinito, conmigo?

Sonreí y tomé el segundo libro, narrado hasta el capítulo quince, y atravesé el camino de velas que me llevó hasta él con ambos libros entre mis manos.

Lo vi sentado ante el piano mientras tocaba una impresionante melodía, pero mi cabeza era incapaz en ese momento de descifrar qué canción estaba tocando. Lo único que sé es que estaba caminando hacia él por el gran camino de velas y pétalos de rosas mientras lo veía tocar a lo lejos. La melodía inundó mis oídos y las lágrimas se apoderaron de mí cuando fui observando aquella escena tan maravillosa.

El esmoquin le quedaba increíblemente perfecto. Sus manos se movían sobre el piano mientras mis ojos seguían recorriendo su perfecto esmoquin que estaba hoy modelando. Su pelo estaba muy bien peinado. Joder, era perfecto.

Se fue girando poco a poco hacia mí y di dos pasos en su dirección, parándome cuando su mirada se encontró con la mía después de haber recorrido mi cuerpo de abajo a arriba y las mariposas volaron en el interior de mi estómago.

Él siguió tocando a la misma vez que una sonrisa asquerosamente perfecta se le dibujaba en su rostro al mirarme. ¡Qué bueno está!

Escuché la melodía y cuando finalizó, se levantó y caminó hasta mí mientras se colocaba el traje. Le aparté la mirada por unos segundos de lo nerviosa que estaba y cuando lo sentí cerca, le clavé la mirada.

Amor infinito #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora