Capítulo cuatro: ¿Qué estamos haciendo?

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Llegué al hotel sobre la una del mediodía y me di una ducha según cogí la tarjeta de la habitación y subí.

La verdad era que no estaba nada cansada, ya que dormí demasiado bien en el avión y recibí las mejores atenciones. El jet era increíblemente cómodo y sentí como el sillón se apoderaba de mi cuerpo y, de lo cómoda que estaba, me dormí a la brevedad. Pero ya estaba aquí y me tocaba enfrentarme a mi vida. Tocaba enfrentar este corazón y a lo que por más de un año he tratado de ignorar.

Me puse un bikini y salí de la habitación con un pantalón vaquero corto, pues era mi mejor opción, puesto que el calor que hacía aquí era mortal.

Había estado aquí en una ocasión y Fernando me había enseñado lo que era respirar aire puro y dejarme mi espacio para que yo me encontrara, pero ahora que había vuelto a pisar la arena de la playa, sentía tristeza. A ver, no sabía muy bien lo que sentía, pero el tocar la arena, mirar al frente y ver a Gavi celebrar con sus amigos, me creó tristeza.

Mi corazón, bueno, mi huésped no sentía nada por este hombre, pero mi cabeza recordaba cada momento que pasé con él, y aunque todos estuvieron marcados por un corazón enfermo, no sabía muy bien cómo actuar ahora. ¿Y si me gritaba mis verdades a la cara? Pero estaba con la rubia. ¿Era de mala educación querer partirle la cara? Nah, no lo creo. Por lo que veo, el duelo duró muy poco y por lo que veo ahora tenía mil mi todos. Dios, la rabia me iba a matar.

Me senté en la arena mientras lo veía con los ojos llenos de lágrimas y la imagen algo borrosa por culpa de las lágrimas, pero es que no lo podía evitar.

Camino hacia la orilla del mar y vi mi oportunidad perfecta para acercarme a él.

—Le diste a ella todo lo que yo un día deseé —le dije y se giró hacia mí, asombrado y muy sorprendido.

¿De qué me sorprendo? Supuestamente estaba muerta.

Las lágrimas brotaron por las mejillas de ambos mientras nos mirábamos directamente a los ojos. Los ecos de algo sonaban en mis oídos a la misma vez que seguía admirando como sus lágrimas seguían el curso de la anterior. El corazón comenzó a latirme más de lo normal y no pude negarme el placer de acercarme a él aún más.

—¿Dónde...? ¿Dónde quedó el tema que después de mí, el amor se volvería un tema que preferías ignorar? —le pregunté con odio mientras seguíamos llorando.

¿Por qué estaba celosa de esa rubia despampanante que estaba a su lado? Ah, si, ya lo recuerdo. ¡Este hombre antes, me amaba a mí!

Traga grueso.

—No eres real. Yo te enterré. Si, yo lo hice.

Levanto mi mano y mis dedos recorren su mejilla mientras nos seguimos mirando.

—¿Tengo pinta de un fantasma? —le pregunté y su mirada bajó hasta mi pecho, tragando grueso y tomándose la libertad de pasar sus dedos por mi cicatriz.

Sus dedos recorrieron mi cicatriz de una forma lenta mientras nos mirábamos a los ojos y nos tratábamos de convencer de que esto que estaba pasando, era un sueño, pero no lo era. Joder, no lo era. ¿Cómo iba a hacerlo?

—Me mentiste —dijo y sentí una punzada en el corazón. Si, ahí —. La mujer que decía amarme me mintió durante un año y tres meses y ahora tiene el descaro de presentarse ante mí y reclamarme algo. ¿De verdad, Gala? ¿De verdad eres así?

—Quizás... Bueno... Es que no sé —intenté hablar, pero me fue imposible hacerlo.

Estaba agotada psicológicamente. La verdad es que tenía ganas de abrazarlo, pero sus dedos seguían ahí..., sobre mi piel..., provocando que sintiera todo, pero a la misma vez nada. Estaba siendo egoísta, pero el recorrido de la yema de sus dedos sobre mi cicatriz, mientras ambos seguíamos llorando y mirándonos a los ojos, me dio el impulso de querer besarlo, pero fue imposible.

—¿Terminaste? —le preguntó la chica y me giré, caminando, por no decir que casi corriendo.

—No, esto apenas comienza —grita Gavi y me paralizo, quedando allí..., esperando algo que, por alguna razón, sé que no llegará. ¿Por qué iba a correr hacia mi? No tendría caso ninguno paralizarse —. ¿A dónde crees que vas, rubia?

La palabra "rubia" rebotó en mi mente una y dos e incluso tres veces antes de sentir como su mano se apoderaba de mi brazo y tiraba de mí con apuramiento.

—Me lastimas —le dije nerviosa y con un hilo devastador en mi tono de voz —. Gavi, por favor —le supliqué, pero no le importo. Él seguía tirando de mí sin preocuparse por el estado de mi brazo —. Ah —gimo de dolor cuando me lanza sobre la cama de su habitación.

—¿Crees que lo que haces está bien, Galá? ¿Crees que puedes regresar un año y tres meses y volver mi mundo patas arriba? Pero, ¿tú quién coño te crees?

—Gala Ponce —le gritó y me puse frente a él —. Soy Gala Ponce —le grité, rabiosa.

—Lo que viene siendo una desconocida para mí.

—No —grité, tajante, y sus manos viajaron hasta mi cintura —. Yo soy la mujer que amas.

Espera... ¿Qué? Espera perdiendo la cabeza y el contacto de sus manos sobre mi piel, estaba causando que se me acelerará la respiración.

—Gala...

—Gala, no. Yo soy tu rubia —le dije y rodeé su cuello con ambos brazos.

Pum, pum, pum.

—Yo soy tu rubia, Gavi.

—¿Y qué quiere esta rubia de mi?

—¿De ti? De ti lo quiero todo.

Su mirada viajó hasta mis labios y luego sonrió. Su mirada me penetro y me mordí el labio inferior, provocando que él se lamiera los labios con la punta de su lengua. Joder, que peligro tenía este tío.

—Gala...

—¿Qué? —le dije y me acerqué un poco más a él.

—Me has mentido, Gala. ¿Pretendes que, con seducirme, todo vuelva a la normalidad? No, Gala, no.

—No te estoy seduciendo.

—¿No? ¿Y qué estás haciendo, rubia? —me pregunto y me dio un pequeño empujón hacia él.

—Estoy... Estoy buscando... No lo sé —le dije y sonrió aún más.

Me dio otro empujón y me quedé abrazada a él, sintiendo su piel sobre mi piel y, entonces, lo deseé aún más de lo que lo había deseado siempre.

Me ponía nerviosa y él lo sabía y se aprovechó de eso para pasar la punta de su lengua por mi lóbulo, provocando que cerrara los ojos y enterrara mis dedos en su pelo.

—Gavi —gemí y me planto un beso debajo de mi oreja, provocándome aún más —. Lo haces para joder, ¿cierto? —le dije aún con los ojos cerrados y sonrió por encima de mi piel —. Gavi, joder.

—Me debes mucho, Gala Ponce —me dijo y me tomó de la nuca, provocando que lo mirara directamente a los ojos y, sin previo aviso, se coló en mi boca.

Una droga letal. Gavi era una droga letal para cada sentido de mi cuerpo. De la misma manera en la cual me fundía con él, me nublaba los sentidos y me hacía sentir que la llama del amor seguía intacta, pero la única que estaba rota aquí, era yo.

—Arreglaste lo que nunca rompiste, pero luego me rompiste en mil pedazos más —me susurró encima de mis labios mientras su frente estaba encima de la mía, a la misma vez que sentía nuestra respiración acelerada.

Se volvió a colar en mi boca y rodeé con fuerza su cuello con mis brazos y sus manos subieron por mi espalda y, poco a poco, fue deshaciendo el nudo de mi traje de baño. Lo abracé aún más, extendiendo mis brazos y apoderándome sin control alguno de su boca.

—Te deseo, Gala —me dijo con la respiración acelerada cuando se separó de mí unos centímetros, rozando sus labios contra los míos al hablar —. Te deseo con toda mi alma. Eres la causa de todo mis males y la cura a todo aquello que tú misma provocas.

—Te elegiría mil veces, aun así perdiera la memoria quinientas veces —le dije y me mordí el labio inferior bajo su mirada —. Deseo con toda mi alma volver a enamorarme de ti, Gavi.

Sonrió y se coló en mi boca nuevamente, acostándonos en la cama a la misma vez. Las sábanas blancas de la cama se apoderaron de mi cuerpo y rodeé su cintura con mis piernas, atrayéndolo aún más a mí.

Amor infinito #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora