Capítulo veintitrés: Amor

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Conduje por Madrid delante de Gavi, en el cual veía a través de los espejos. Acelere un poco, pero el muy asqueroso, me adelanto. Veía como le perdía de vista, pero giré, cortando camino y apareciendo al lado con una sonrisa de oreja a oreja.

Llamada entrante de Bombón...

—¿Sorprendido? —le pregunté, mientras cambiaba de marcha.

—No —me contestó y fruncí el ceño —. Sé de lo que eres capaz, pero aprende —dijo y levanté la mirada mientras le pisaba, pero paso a mi lado a la velocidad de la luz.

La madre que... Uf.

—Muy común. ¿Quién te crees?

—Paul Walker —me contestó el muy asqueroso.

—Más quisieras —le dije y cambié de carril, acelerando a fondo.

—Soy Gavi —dijo —. Más de uno quisiera ser yo. Deberías estar orgullosa de tu prometido.

—Lo estoy —le contesté, viéndolo delante de mí.

—No me vas a adelantar —me contestó y el semáforo se puso en rojo —. Ah, y con respecto a que lo estás, demuéstralo.

—¿No lo demuestro? —le pregunté mientras le daba golpes de rabia al volante.

—No parece. Creo que estás tan concentrada en ponerte celosa de Jennifer, que olvidas todo lo demás.

—No quiero hablar de esa persona. Es insignificante en mi vida. No me interesa. Me da igual.

—Admítelo, estás celosa. Celosa –dijo y respiré hondo para no mandarlo a la mierda.

—El que deberías de estar celoso eres tú, guapo. Parece ser que no eres la única persona a la cual la vida reclama.

—¿Está tratando de ponerme celoso, señorita Ponce?

El semáforo se puso en verde y salí disparada.

—No sabe cuanto, señor Páez.

—Pues déjeme decirle, señorita Ponce, que siempre me pone celoso. Bueno, usted siempre me pone, a secas —dijo y solté unas carcajadas.

—Eres de lo que no hay —le dije y aparqué delante de él.

Cogí el móvil y me bajé, con el pegado a la oreja.

—Mi punto y coma sin lugar a dudas. En nuestra historia quizás haya comas, pero jamás un punto y final. Seamos tú y yo por mucho tiempo. Vamos a crear mil puntos y comas, pero jamás le pongamos un punto final a nuestra historia. Tú y yo no tenemos fin. Nacimos para ser un desastre juntos, no la perfección que la gente idealiza a través de una pantalla —dijo mientras rodeaba la parte delantera de coche y se plantó enfrente de mí —. Solo somos tú y yo. Nadie tiene la capacidad de acelerarme como la tienes tú. Después de ti vinieron miles, pero ninguna era mi rubia de ojos color café. Ninguna me interesa, Gala. Solo quiero estar contigo. Y si un día muero, quiero quedarme en el limbo, esperando por ti. No puedo vivir sin ti, Gala Ponce. No puedo y me niego a vivir sin ti.

—Si algún día me cabreo contigo o con la vida y te digo que ya no siento nada por ti, abrázame y no me creas. El día que diga que no siento nada por ti, abre ingerido algún tipo de droga o habré consumido algún alimento en mal estado. Siempre, Gavi, siempre quiero estar contigo. Es una necesidad básica en mi vida. No me imagino una vida sin ti.

—Mil puntos y comas —dijo Gavi, cortando la pequeña distancia que quedaba entre nosotros y nuestras miradas se enredaron, contrayéndose sin reparo, mientras sus labios reclamaban los míos con desespero.

—Millones de puntos y comas —susurré encima de sus labios con suavidad y lentitud.

—Bésame, joder. ¿A qué narices estás esperando? —Rodeo su cuello con mis brazos y este me estampa contra su musculoso cuerpo.

Me enredo junto a él en un beso lleno de pasión y de ternura, fundiéndonos al compás. Las lágrimas desaparecen por nuestras mejillas mientras seguíamos besándonos y perdiéndonos, mientras nuestras manos bajaban y las entrelazamos.

—Te quiero a morir —me susurro encima de mis labios.

—Te necesito día sí y día también —le susurré.

—Me vuelves vulnerable. ¿Qué me haces? ¡Eres una bruja!

—Pues parece ser que esta bruja prepara muy bien su pócima mágica, porque has caído entre mis brazos —le conteste con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Y lo que vamos a comer ahora tiene tu hechizo?

—¿Lo comerías?

—Yo como hasta veneno si viene de tus benditas manos —dijo y me dio un beso en el cachete.

—Lo sé, soy irresistible —le dije y arqueo la ceja, divertido —. ¿Qué? ¿Lo dudas?

—No lo dudo, pero el día que intentes dejarme, te pondré una esposas y te ataré a mí. Así que si te quieres casar conmigo, piénsatelo bien, porque una vez me des el sí, no podrás deshacerte de mí.

Sonreí y seguí sonriendo.

—Estoy dispuesta a pagar la condena por toda una eternidad, porque es la condena más bonita que he visto y veré en toda mi vida —le contesté y estampe mis labios contra los de él.

Después de besarnos, cogimos nuestras cosas y entramos al restaurante, sentándonos en una mesa y esperando a que los demás llegaran.

Mis tíos llegaron a los dos minutos de nosotros habernos sentado en la mesa y mi tío le entregó el bebé a Gavi. Este lo cogió y comenzó a quitarle el chupete y a pasarlo por sus diminutos labios, provocando que Junior cerrará el puño y volteara los ojitos.

—No me quiere —dijo Gavi.

—Normal, si le quitas el chupete —le dije y me fulminó con la mirada.

—Por lo menos me quiere más a mí que a ti, rata de alcantarilla. Mira, mira como me mira. No cabe duda que va a ser igual de guapo que su padrino.

—Va a hacer un toca narices como yo.

—Dios nos libre de que sea igual que tú en ese sentido —dijo Fernando detrás de mí, tomando asiento instantáneamente a mi lado.

Saludo a mi tía y a mi tío y lo miré.

—¿Y como soy yo?

—Terca como tu sola —dijo y lo fulmine con la mirada.

—¿Algo más, Fernando? —le pregunté, arqueando la ceja.

—Complicada, testaruda, morruda, caprichosa, mandona y mil y un adjetivos más.

—No hagas que se arrepienta de lo que te iba a pedir —dijo Gavi y atrinque los labios.

Dios, los quería matar a todos.

—Que ataques más gratuitos, eh —les dije y se rieron todos.

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Nota de la autora
⚠️No pago psicólogos. ⚠️

Amor infinito #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora