Capítulo diecinueve: Eclipse

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Mi mirada quedó fija en su tarjeta de crédito e intenté asimilar lo que estaba pasando en ese momento con mi prometido. Por Dios, literalmente me estaba entregando su tarjeta para que organizara la boda de mis sueños sin importar absolutamente nada.

Lo miré y vi como sonreía. Y, si, mi mirada viajó por las líneas que se le marcaban en su rostro con lentitud, observándolo cada segundo hasta que mi mirada se perdió con su sonrisa. Vale, estaba cañón e iba a hacer mi marido, pero no podía aceptarlo.

—No puedo aceptarlo —le dije y tragué grueso, nerviosa.

—¿Por qué?

—Porque no, Gavi.

—Vamos a ver, Gala. ¡También es mi boda! Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo. ¿Entiendes? Lo cual quiere decir que la tomes, contrates a una organización que se encargue de nuestra boda. Una, dos o tres. Contrata las que te dé la gana, Gala, pero antes de comenzar la temporada tú serás mi esposa, porque no quiero vivir un año más sin ti.

—¿Y por qué te ha dado por casarte tan rápido si te lo pedí hace poco más de una hora?

—Te lo iba a pedir el sábado —dijo y fruncí el ceño sin entender nada.

—Entonces, ¿por qué me pides que me vaya a vivir contigo?

—Para tener asegurada la Champions —dijo y cerré el puño, divirtiéndolo.

—Vamos a ver, mi amor —dije mientras me movía en la silla —. ¿Me estás tomando el pelo? ¿Ya me ibas a pedir matrimonio? A ver, que te lo iba a pedir hoy igualmente, pero joder. ¿Esto lo tenías ya planeado? —Observe su cara de satisfacción máxima y la manera en la cual estaba mirándome. —Vale, no me cabe duda alguna.

Lo observé detenidamente y no me cabía ninguna duda que era un poquito capullo. Sonrió hasta desembocar en unas carcajadas y me apoyé con ambas manos en la mesa mientras observaba cómo se reía como un bebé. Hay cosas inexplicables y una de esas cosas era la sonrisa de Gavi. En la manera en la cual se reía y provocaba la mía, haciéndome sentir mariposas a la misma vez que me daba la oportunidad de ser feliz y sonreír al compás con él.

Hay cosas que no tienen sentido, pero ese es el verdadero sentido. No puedes pretender que todo lo que hagas tenga un sentido y mucho menos tiene sentido cuando se trata de él. Quiera o no quiera, tiene el poder de sacar lo mejor de mí, aunque no quiera o no sea el momento adecuado. La sonrisa de Gavi era mi gran perdición y mi gran lema de vida. Él podía destruirme de la misma manera en la cual me compuso y eso era tan aterrador, pero a la misma vez era tan emocionante, que daba terror. Mi gran lema de vida era él sin lugar a duda. Yo, Gala Ponce, ya no estaba enamorada de Gavi. No lo estaba. Las cosas cambiaron y se impregnó en mi piel, en mi alma y lo que ya sentía por él, era infinito. Yo ya lo amaba con cada parte de mi cuerpo y con cada razón que tenía mi alma y la vida. Pase de estar enamorada de él a amarlo sin importar nada. Abrí el libro como lo hice hace un año y volví a ver la diferencia de amar y estar enamorada de él, y cuando leí ambas, supe que yo amaba a este hombre al completo, dejando de estar enamorada de él, para pasar a amarlo.

—Vamos, acéptala. Acéptala, aunque no quieras usarla, Gala —dijo y me extendió la tarjeta de crédito.

—La aceptaré, pero no la utilizaré hasta que sea necesario. Y si la uso, primero te pediré permiso, diciéndote el total. ¿Queda claro? ¿Tenemos un trato? —Le extendí la mano. Él sonrió.

—Tenemos un trato, rubia —dijo, tomando mi mano entre la suya y sellando nuestro acuerdo —. Con una condición —dijo y nos pusimos serios al instante —. Nos casaremos fuera de aquí, con las personas más importantes y nadie más.

—Eso es justo lo que estaba pensando.

Me levanté y caminé hasta él.

—¿Y dónde te gustaría casarte? —me preguntó una vez, me senté sobre su regazo y rodee su cuello con mi mano hasta acariciarle la nuca.

—En algún lugar del mundo donde nadie sepa y sea increíble.

—Es increíble si es contigo, Gala —dijo y pasó la mano por mi abdomen —. ¿Sabes? Todo contigo es increíble. A pesar de todo lo que ha pasado y todo lo que hemos pasado, ya sea junto o por separado, ha valido la pena si hemos llegado hasta aquí, porque estar entre tus brazos se siente increíble.

Mis labios aterrizaron en su pelo castaño, tirando un poco a rubio y ondulado mientras mi mano se posaba encima de la de él.

—Te amo, Gavi. Te amo ahora y siempre —le susurré.

Levantó su cabeza mientras yo me apartaba de él y lo besé con ternura, entregándome a él con suavidad.

—Duerme conmigo esta noche en el hotel —me pidió encima de mis labios —. Duerme conmigo esta noche, rubia —me volvió a pedir —. Por favor, duerme conmigo. ¿Quieres dormir con tu prometido, Gala Ponce?

—Claro que quiero, tonto —le dije con una sonrisa en el rostro y me levanté, entrelazando su mano con la mía.

Cogí mis cosas y caminamos por el gran pasillo de velas.

—Oye, ¿todavía tienes aquella foto que nos hicimos en tu casa? —le pregunté mientras caminábamos despacio.

—¿Acaso podría borrarla? Claro que la tengo —dijo y se sacó el móvil —. Todavía la tengo en mi perfil. Mira —dijo y me lo entregó.

Miré la imagen y leí Mi todo.

—Aquí éramos felices a pesar de todo.

—¿Es que ahora no lo somos? Yo creo que sí lo somos.

Nos detuvimos y nos miramos a los ojos.

—Si, ahora lo somos, pero aquí todo era distinto. Aquí yo volví a vivir.

—Y yo comencé a vivir gracias a ti.

—Ya eras feliz, Gavi.

—Me faltabas tú —dijo y lo miré, desconcertada —. Nunca te lo dije, pero tú calmaste la tormenta que había en mí en más de una ocasión. Todo lo que creí que estaba bien, tú me dijiste en mil idiomas distintos que no estaba nada bien lo que hacía. Llegaste a mi vida para salvarme.

—Te salvaré cada vez que estés en peligro o no sepas qué hacer.

—Y yo quiero que esto que estamos sintiendo, no nos quede grande.

—El amor siempre nos unirá. Estoy segura de que todo lo que hemos vivido, ha valido la pena para llegar aquí.

—Éramos tan imperfectos, que cuando el puzle comenzó a tener sentido, se nos fue de las manos. Todo empezaba a ir bien.

—No. Las cosas no estaban bien. Yo no estaba bien y eso era una verdad como un templo. Y, Gavi, para ti terminé siendo un lastre. Estaba muy rota.

—No estabas rota. Gala, solo estabas sangrando y yo no pude parar la hemorragia. No la vi. No supe sentir que te ibas a ir. Lo más chungo fue cuando te enterré. Joder, lo pasé tan mal.

—Pero al final hubo un eclipse. Yo me encontré. Hemos crecido. Quizás no hemos madurado, pero al fin y al cabo, eso solo lo hacen las frutas, ¿no?

Gavi y yo sonreímos.

—Con el tiempo, a medida que envejecemos y maduramos con el tiempo. Apenas tenemos diecinueve años y tenemos el derecho de equivocarnos.

—Yo ya los tengo, tú no, guapo —le dije y rodeé su cuello con mis manos.

—Oh, perdone usted, rubia —dijo y comenzamos a reírnos fuerte mientras buscaba en su móvil la aplicación de Spotify y él me daba un beso delicado en mi cuello.

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Nota de la autora
Buah, os tengo que decir que he y estoy pasando por eso que ninguna autora quiere pasar: Un bloqueo. Me está costando, pero vamos a terminarla. Jeje. Por eso he tardado en actualizar. Perdón. 🥹💙

Amor infinito #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora