Capítulo treinta y uno: Vas a quedarte

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Nuestros labios se separaron y apoyé mi frente sobre la suya, cerrando nuestros ojos tal aquel contacto que nos hizo sentir en paz.

—Vas a quedarte —aseguró Gavi en forma de susurro —. Vas a quedarte porque eres mi noche favorita y el amanecer más precioso que he visto en mi vida. Tienes que quedarte para deslumbrarme como los rayos del sol a mediodía, Gala.

—Y tú vas a permanecer a mi lado para ser mi increíble atardecer, aportándome ese tono anaranjado en el horizonte mientras sonreímos y bailamos al compás a la misma vez que mi corazón está en completa calma.

—¿Y dónde queda la luna? —preguntó.

—La luna siempre será nuestro bebé. Siempre. Y el rayo de tormenta será cuando crezca y solo causen problemas.

—Entonces, después de la boda, tendremos que ponernos en busca y captura. —Sonrió tras aquel comentario.

Sonreímos y nos abrazamos. Gavi cae en la cama y se coloca mientras yo intento buscar el punto medio a todo para seguir sus movimientos. Cuando al fin termina de colocarse, me rodea con sus brazos y mi cabeza cae encima de su pecho, sintiendo los latidos de su corazón. Y sintiendo sus latidos, me quedé dormida por unas horas, teniendo pesadillas débiles y algo dolorosas. La cabeza comenzaba a darme vueltas sin parar a pesar de tener los ojos cerrados. Corro sin sentido por la playa, viéndonos de niños y siento la mirada de Guzmán al otro extremo del inmenso castillo de arena que habían construido nuestros padres para nosotros. Me lanzo contra el castillo de arena junto a Guzmán y lo destrozamos, pero...

—Gala, mi amor, despierta —oigo la voz de Gavi y siento que estoy llorando —. Gala, abre los ojos —oigo su voz preocupada y me despierto, lanzándome contra sus brazos.

Gavi me rodeó con sus brazos y lloró entre sus brazos una vez más. Ya no sé por qué lloro. Pueden ser las hormonas del embarazo o la pérdida de mi mejor amigo que todavía me sigue pareciendo una completa pesadilla desagradable.

—Ya pasó, mi amor. Ya pasó todo. Estoy aquí. Estoy aquí y no voy a dejar que nada malo té pase, ni siquiera que tus pesadillas te hagan daño.

—Tengo miedo.

—Pasará. Pasará, mi amor. Confía en mí.

Me separé de él con sumo cuidado y en ese momento entró mi tía con cuidado en mi antigua habitación. La miré a los ojos y ella dejó una bolsa encima de la cama con cuidado.

—Te compré esta ropa para que estés cómoda en el tanatorio.

—Gracias, tía.

Mi tía se acercó hasta mí y me plantó un beso delicado en la frente mientras Gavi seguía sosteniendo mi mano.

Mi tía se retiró tras aquel beso y me apoyé en Gavi envuelta en aquel vestido que ya comenzaba a odiar con todas mis fuerzas. Pero en el momento en el que Gavi me envolvía entre sus brazos, sentía que era capaz de soportar las horas de duelo.

Me vestí tras darme un baño mientras Gavi se iba al hotel a ducharse y a cambiarse de ropa. Lo iba a ver en el tanatorio, así que me dispuse a bajar de la casa de mi tía después de darle un beso a mi primo, que permanecía en total calma en los brazos de mi tío. Me subí al coche que mi tío se tomó la molestia de traerme y conduzco con prudencia y pendiente a la carretera para que no ocurra otro accidente.

Al llegar al tanatorio, aparco y salgo del coche, encontrándome con mi futuro maridito que me da un beso en la mejilla y luego en los labios.

Sin decir nada emprendemos el camino hasta el interior del tanatorio, de la mano y con la respiración algo agitada.

Nos pasamos horas allí. El olor a muerto y flores secas se apoderaron de mis fosas nasales durante horas inmensas y pesadas. Quería derrumbarme, pero no podía derrumbarme otra vez por mi bebé. Cada vez que el olor a muerto se apoderaba de mí, me pasaba la mano con delicadeza por encima de mi abdomen y miraba a mi papá al otro lado de la sala, mirándome.

Solté la mano de Elena y me levanté, acercándome a él y susurrándole:

—¿Puedes revisarme? Me duele el pecho y siento que me fal...

—Vamos —me corta y trago duro.

Le hago una seña a Gavi y él me pica el ojo. Vuelvo a poner la vista en el pasillo y me paro en seco, llevándome la mano al pecho y sintiendo como Fernando me coge entre sus brazos y me carga mientras hago muecas de dolor. "Otra vez no", pienso en forma de súplica y Fernando me sienta en el suelo, al lado de su coche.

—Respira con tranquilidad. Controla la respiración. Te he enseñado a hacerlo. ¡Hazlo!

Pongo ambas manos en el suelo, mirando hacia el frente mientras siento como Fernando se prepara para revisarme, pero yo sigo tratando de controlar mi respiración.

—Me duele el pecho, Fernando. Se me está durmiendo el brazo. ¿Me está dando un infarto? —me acojono mientras hablo con dificultad.

—No te está dando un infarto, Gala. Respira —me pide después de unos segundos y siento el frío del estetoscopio en mi pecho —. Coge aire. Suéltalo. Coge aire. Suéltalo. —Se quita el estetoscopio y me mira. —Es un ataque de ansiedad. Ya pasó, ¿vale? ¿Acaso crees que permitiría que te mueras? Eso no va a suceder jamás. Mientras tú vivas, voy a protegerte. ¿Entendido? Quítate eso de la cabeza, Gala.

Asiento débilmente y veo a Gavi corriendo en mi dirección con una cara de susto que trato de quitarle cuando comienza a preguntarme si estoy bien.

—Está bien, lo único que tiene que hacer la señorita es cuidarse.

—Estoy bien. No me va a pasar nada.

—No te estás muriendo, ¿verdad?

—No. —Lo abrazo.

—Dime la verdad, Gala.

—Me pasa algo que te diré en su momento.

—¿Es algo malo? ¿Te vas a morir? ¿Tienes alguna enfermedad? ¿Té...?

—No me voy a morir y no estoy enferma. No me pasa nada, te lo juro, mi amor.

Gavi me abraza con fuerza contra él.

—Cuando no te sentí, casi me da algo —me dice al oído, nervioso y temblando.

—Estoy bien. Te prometo por lo que más quieras, que estoy bien.

—Tú eres lo que más quiero, Gala. Tú.

Me aferro a él y me levanto poco a poco del suelo junto a él.

—Me acabo de dar cuenta de lo mucho que me va a doler si algún día te pierdo. Ya sé lo que es vivir sin ti y es una puta mierda.

—Pase lo que pase, siempre estaré para ti. Y ahora nos toca vivir. Nos lo merecemos —eso último se lo digo en forma de susurro.

—¿Me vas a ahogar con tus abrazos, besar hasta que te duela la boca de hacerlo y los ojos de verme?

—Siempre lo voy a hacer, mi amor. Siempre. Pero como podrás observar, ya estoy bien. Podemos volver dentro cuando quieras. Ya estoy bien.

—¿Segura, mi amor? —pregunta todavía sin estar convencido del todo.

—Segura.

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Nota de la autora
Iré subiendo los capítulos entre esta noche, mañana y el miércoles. Tenedme paciencia que se me ha juntado todo por estar tomando café. Lo siento, si soy. Nah enserio, me puse a beber café y se me junto el trabajo. Perdón. Además, os tengo la mini playlist  para la boda y demás, casi lista. Os quiero. Y una vez más, perdón. Soy un desastre y nunca dejaré de serlo. 😩❤️‍🩹

Ahora si que si, ¡bienvenidos a los últimos capítulos de Amor infinito! ❤️‍🩹

Amor infinito #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora