Capítulo dieciocho: No hace falta más nada

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Gavi paso su brazo por mi cuello, rodeándome y atrayéndome a su pecho mientras mi mano se apoyaba en su pecho, admirando junto a él el espectáculo que se estaba formando en lo alto de nosotros.

Lo miré desde mi perspectiva y me sentí completamente feliz. Ver su sonrisa, provocaba la mía, aunque tratara de evitar sonreír, pero era imposible cuando se trataba del amor de mi vida y mi alma gemela.

—¿Qué pasó? —me preguntó, acariciando mi mejilla.

—Paso que te amo. No tengo más nada que decir al respecto. Me muero por comenzar una vida a tu lado. Una vida que nos lleve siempre por la izquierda. Deseo con toda mi alma poder hacerlo.

—Y yo me muero por verte vestida de novia, caminando hacia el altar. No te voy a soltar nunca una vez te haga mi esposa y la madre de mis hijos.

Sonreí ante sus palabras. No podía creer lo que acababa de decir, pero mi cerebro tuvo la delicadeza de volverlas a reproducir mientras yo iba sonriendo entre lágrimas. Joder, ¿por qué lloraba tanto? Últimamente, solo tenía ganas de llorar, pero es que lo que Gavi provoca en mí, es algo único y maravilloso. Yo estaba enamorada de este hombre como una loca que necesitaba atención los siete días de la semana y, por supuesto, a toda hora.

Y puede sonar ilógico y muy todo, pero me moría de ganas por vivir con él y formar una vida junta a él, como siempre había deseado. Una vida llena de amor, de compromiso, de prosperidad, pero ante todo, compañerismo, fidelidad, amistad y amor.

—Te amo, Gavi. Te amo en mil idiomas distintos.

—Y yo te amo a ti en mil idiomas y en mil vidas, mi amor —dijo, tomando mi rostro entre sus manos mientras, inconscientemente, las lágrimas brotaban por mis mejillas de forma silenciosa y sin sollozos desgarradores —. Siempre quiero tenerte entre mis brazos. Quiero tenerte así, a mi lado, en frente y en mi vida, Gala. Dame la mano siempre.

—Te la daré siempre. Seré tu soporte para cuando no puedas más. Te daré la fuerza que necesites en el momento en el cual la necesites. Quiero que cumplas todos tus sueños y que me permitas a mí y a los hijos que vengan en un futuro, la oportunidad de estar contigo en cada paso que des.

—Dame la oportunidad de gritarle al mundo que la mejor doctora de este mundo, es la madre de mis hijos y la esposa de Pablo Gavi.

—El yogurín del momento, ¿no? —dije y solté una carcajada.

—Este yogurín solo te pertenece a ti —dijo y estampo sus labios contra los míos.

—¿Solo a mí? —pregunté mientras me hacía hacia atrás, con sus manos sosteniendo mi cabeza.

—Solo a ti —repitió.

—¿A mí? —le volví a preguntar sin pronunciar palabra mientras me señalaba con el dedo índice y sonreía.

—A ti —dijo sin pronunciar palabra y le di un beso.

Me sentí viva entre sus brazos. El sabor de sus labios y su fragancia, me hicieron temblar. Mis piernas fallaron, y entonces, él me sostuvo con fuerza, pegándome contra él mientras nuestras lenguas se fundían en una sola, y yo solo me seguía entregando a él.

Él rompe cabeza se terminó de completar en ese momento y la mano de Gavi terminó su viaje encima de mi abdomen. Algo se removió dentro de mí y sonreí contra sus labios a la misma vez que él.

—Me tienes como te da la gana —dijo encima de mis labios.

Comenzó a moverse, llevándome con él en cada movimiento.

—Da igual quien llegue a mi vida. Que vengan mil, pero solo tendré ojos para ti. Tú brillas entre miles. Tú eres mi primer gran amor y el único verdadero que perdurará en mí por toda una eternidad. Eres mi primer gran amor y serás el último que pase por mi vida —dijo mientras nos movíamos al ritmo de una canción no existente en ese momento, pero nosotros nos movíamos.

Amor infinito #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora