Capítulo dieciséis: Te quiere, Gavi.

3.9K 175 7
                                    

Me levanté el lunes a la carrera porque sentía que ya llegaba tarde. Tarde, pero de cojones. Me di una ducha, gastando dos botes de champús para quitar la grasa que mi pelo proporciona, aunque lo lave todos los días, me vestí acorde con la situación y salí corriendo encima de unos tacones de Louis Vuitton.

Me subí al coche y conduje hasta llegar a la empresa, pero gracias a Dios, cuando llegue y entre, el señor y la señora Duperly apenas iban entrando, por lo que tarde no llegué.

Los saludé y le agradecí a Hayat por haberme amueblado la casa.

—Fue un placer —dijo y sonreímos.

—¿Subimos? —preguntó Gerard y asentimos con la cabeza.

Gerard puso su mano en la parte baja de la espalda de su esposa y yo saqué mi móvil del bolso, sacando mi antiguo número con la esperanza de que Gavi me hubiera escrito, pero no.

Las flores se marchitaron y el verano las terminó por quemar. Y aunque no lo quiera admitir y lo extrañe, sabía que había perdido a Gavi para siempre.

Subí en el ascensor con Gerard y Hayat, pero cuando este fue abrir la puerta, se lo impedí.

—Beatriz no es una Contreras, por lo que técnicamente ella no puede seguir siendo la presidenta —oí la voz de Juan Carlos y entre como una fiera.

—¿Y usted si es un Contreras? —Lance el bolso contra mi silla. —Usted no lleva el apellido de mi madre, por lo tanto, usted tampoco es un Contreras. Así que, usted tampoco es el indicado para llevar las riendas de una empresa, que por ley, me corresponde a mí. —Miro a todos los presentes. —Y si alguno de los presentes tiene alguna objeción con respeto a que la señora Beatriz Ponce lleve las riendas de esta empresa, os invito a presentarme la carta de renuncia.

—Ya tenemos reemplazo para vosotros. Como podéis observar, no sois indispensables para esta empresa —dijo Hayat, lanzando las carpetas sobre la mesa —. Incluso hay personas mucho más preparadas y capaces que vosotros. Con respeto al señor Montealegre, le invitamos a leer la oferta de compraventa de sus acciones que hemos elaborado para usted y que tiene en su correo electrónico. Claro, eso si no quiere que lo demandemos por manipulación de votos.

—En resumen, señor Montealegre, la señora Beatriz Ponce de Ramírez seguirá siendo la presidenta del corporativo Contreras. Si alguno de ustedes no estáis de acuerdo, simplemente podéis presentar vuestra carta de renuncia y en menos de dos minutos, ya habrá una persona mucho más capacitada que vosotros para ocupar el cargo que desempeñan en esta empresa. Muchas gracias y que tengan un buen día —dijo Gerard y los tres nos giramos a la misma vez.

Dimos unos pasos, pero sentí una mano en mi antebrazo y tiró de mi Juan Carlos hasta meterme en su oficina, a pesar de que le repetí una y mil veces que me soltara.

—¡Suéltame! —le grité y estampó mi espalda contra la puerta.

—¿Qué te suelte? ¿Quién crees que eres? Tienes el corazón de Valeria y aun así te atreves a hablarme de esa manera —me gritó y fruncí el ceño, confundida.

—No tengo el corazón de Alba García, que si no recuerdo mal, era su esposa. Así que como podrá observar, a usted no le debo ninguna explicación. Usted fue quien empezó a tratar de fastidiarme con el temita de la empresa y yo solo le acabo de responder a su maldita exigencia de querer tomar algo que no le corresponde.

—Tu tía no tiene ni idea.

—¿Y tú si? ¿Por qué haces esto, eh? ¿Haces esto porque el corazón que tengo le pertenece a Valeria García, la mujer que tú realmente amabas, pero como tu hermano la amaba y ella sentía lo mismo por él, tú te casaste con su hermana?

Amor infinito #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora