Llore por lo que creo que fueron varios minutos en los brazos de Fernando. Sentí como mi corazón se hizo añicos y cuando los celadores entraron en el quirófano, esos añicos se rompieron aún más. Mi corazón no lo iba a soportar y yo tampoco podría hacerlo.—Papá, ¿puedo despedirme de él? —le pregunté a Fernando al oído.
Fernando me retiró el pelo de la cara con sus manos y asintió con la cabeza débilmente.
—Duele —le dije entre lágrimas que me seco conforme estas se iban deslizando por mi rostro.
—Y no dejará de doler nunca. Solo tendremos que aprender con el dolor de su partida. La vida es una partida de ajedrez y él perdió, cayendo débilmente por el precipicio.
Me levanto del suelo junto a Fernando y me aferro a él, viendo cómo el cuerpo de Guzmán es trasladado a una camilla que lo transporta sin vida hasta la morgue para ser preparado por el médico forense.
—Podrás despedirte de él cuando esté preparado, Gala —me dijo Fernando cuando mis nudillos rozaron débilmente su mano helada bajo aquella sábana a medida que salían del quirófano.
Mi padre y yo salimos del quirófano, siguiéndolos hasta que el cuerpo sin vida de Guzmán pasa por delante de todos los presentes y me doy cuenta de que no soy la única que estoy rota. Mi mejor amiga y la familia entera lo está.
—Mi más sentido pésame —dice el médico una vez el cuerpo de Guzmán pasa tras él, confirmando lo que sus palabras dicen.
—¡No! —grité con fuerzas entre lágrimas, derrumbándome —. Tendría que haber hecho algo más —le gritó entre lágrimas —. Si lo hubiera intentado. Si tan solo hubiera hecho su maldito trabajo, estaría operándolo en estos momentos. Solo una vez más. ¡Solo una puta vez más! —le grité mientras lo jalaba por la bata de médico a pesar de que Fernando intentaba que lo soltará.
—Cuando el paciente llegó a la mesa de operaciones, ya no había nada que hacer, señorita. El paciente llegó muerto.
—¡Mentira! ¡Es despreciable! —le gritó entre lágrimas y llena de una ira incontrolable —. Ojalá no pueda dormir nunca más por la dichosa conciencia —le grité aún con más coraje.
—¡Gala! —la voz de Gavi choca en mí y levanta la mirada del suelo, mirándome con lágrimas en los ojos y algo aterrorizado —. Gala, para, por favor. Tan solo para dos segundos.
—¿Gavi...?
—El paciente venía en estado de embriaguez, con pulsaciones rozando el infarto, costillas rotas, cristales perforando el pulmón izquierdo y un grave golpe en el cráneo, señorita. Lo siento en el alma, pero no se pudo hacer nada por él.
Fui a replicar, pero Gavi se levantó.
—Se acabó, Gala. Se acabó por hoy, ¿si? Ya está. No hay más, Gala.
Entonces lo vi a través de sus ojos. Vi mi dolor reflejado en sus ojos, pero a la inversa. Fue como tener un déjà vu en ese momento de mi vida, mientras nuestras miradas se enredaban y se encontrarían en ecos desgarradores de amor. El fuerte latido de mi corazón comenzó alinearse con el del, y a medida que nuestras miradas penetran en el otro, oí sus gritos. Oí esos gritos que me querían volver a la realidad. Mis padres hablando conmigo mientras oía cómo lloraban y yo solo permanecía en un limbo desgarrador. Gavi...
—Rulitos... —le dije y Gavi levanto la mirada, llorando en silencio al igual que yo.
Nunca lo volví a llamar así tras mi regreso. Nunca volví a pronunciar esa palabra tras mi partida. Entonces sentí como las manos de Fernando se posaban en mis hombros.
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Amor infinito #2
Teen FictionGala Ponce se sometió a un trasplante de corazón, pero los médicos la dieron por muerta. ¿Será eso cierto? ¿Un corazón nuevo podría volver a enamorarse de la misma persona? TODO LOS DERECHOS RESERVADOS. PROHIBIDA SU COPIA PARCIAL O TOTAL.