Capítulo 1

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                  ————༒︎————
Un día cualquiera

Hestia

¡Despierta!, ¡Vamos, levántate!

Sentí como movian mi cuerpo, pero no mi alma que seguía aferrada a esa cama.

—Hestia, si no te levantas de esa ahora, dejaré de hablar contigo durante todo el resto del año, y esta vez es en serio.

Ignoré sus palabras hundiendome aún más en la cama.

—No quiero llegar tarde a clases otra vez por tu impuntualidad—siguió—Así que arriba.

El frío de la mañana recorrió hasta el último punto de mi cuerpo cuando me sacó las sábanas de un tirón. Mi cara se sentía hinchada y mis ojos ardían ante la luz del sol.

Volteé a su punto dedicandole una mala mirada.

—Qué me veas así ya no me asusta—se pasea por la habitación—ya superé esa etapa cuando te conocí.

Salí de la cama de mala gana a la vez que Rebeca rebuscaba en el armario.

Cuando cumplí los dieciocho años en el instituto y me convertí en una adolescente, me trasladaron al pabellón de los mayores, donde empecé a compartir habitación con Rebeca. Empezó a acercarse a mi, compartía conmigo sobre sus días, su pasado, sus experiencias. Desde niña nunca me gustó convivir con nadie, siempre evitaba a las personas o en otros casos las asustaba.

Con Rebeca no tenía muchas opciones, convivía la mayor parte del tiempo con ella, además de que nunca se cerraba la boca tampoco pareció importarle mis intentos de espantarla. Con el pasar de los años aprendí a sobrellevar su personalidad con la mía y hace un año el centro contó con más ingresos, lo cual hizo que nos asignarán habitaciones separadas, desde entonces viene a tratar de despertarme todos los días como ya se había acostumbrado en el pasado.

—¿Por qué no te largas a clases tú sola y me dejas en paz?—le reproché desde desde el baño.

—Porque no dejaré que tires a la borda todo el esfuerzo que has hecho hasta ahora—miré por el reflejo del espejo como alizaba mi uniforme—además eres mi única amiga, y no quiero estar sola.

—Claro.

Y vaya que lo creía, Rebeca es muy extrovertida y rara por decirlo de esa forma, las personas lo ven cómo una amenaza, no quieren una amiga que sobresalga.

Por mi parte me da igual, de hecho, hace mucho todo me da igual.

Trato de ducharme con rápidez, cepillo mis dientes, y peino mi cabello en el espejo en una coleta rápida, cuando regreso encuentro mi uniforme perfectamente arreglado como supuse.

—Vístete, hoy es un día especial.

Blanqueé los ojos.

—Rebeca, dices eso de todos los días en general.

—Lo sé, pero hoy es aún más especial, tendremos clases con el profesor Wilson—su suspiro era tan exagerado.

—Si sabes que está casado, ¿verdad?, además—siguí mientras ataba mis zapatillas blancas—Podría ser tú padre, ¿cuantos años tendrá?—saqué cuentas con ligereza—¿47?

Como supuse su reacción fué la misma de siempre.

—Ay, por favor Hestia, no pretendas ser santurrona conmigo porque no lo eres, además se va a divorciar, hace mucho no usa su anillo de matrimonio.

A menudo me preguntaba si la falta de paternidad en la vida de Rebeca se debía a su interés por hombres mucho mayores que ella.

—¿Cómo sabes eso?—pregunté arrugando las cejas.

DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Lágrimas de fuego y sangre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora