DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Lágrimas de fuego y sangre)

Capítulo 26

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You're mine

Hestia

—Eso ha ido bien—comentó Alana a mi lado en medio de la sala, mientras repasaba las fotografías de hace unas horas atrás.

Phillip tuvo que irse, no sin antes invitarme a uno de sus teatros, aclarando el anhelo en recibirme lo más pronto posible.

—Carson parece sonámbulo—rió Alana ante la imágen—Y Hades parece...—la foto lo captaba con las cejas fruncidas y los dientes apretados—Hades.

De repente apareció una foto donde Lowen se veía claramente, haciendo que la rubia la pasara rápidamente.

—No tienes que fingir conmigo—le dije ante su comportamiento—Tampoco deberías hacerlo contigo misma.

—Yo no...—intentó refutear haciendo que la viera con una mirada de "¿es en serio?"

Resopló jugueteando con los dedos en su regazo.

—Estar enamorada de alguien no es un pecado—añadí para que se relajara—Tampoco decides de quien lo haces.

—¿Te has enamorado antes?—me preguntó.

Yo sellé mis labios ante su pregunta.

—Pues no...—pensé reiterando que no he tenido el castigo de que así fuera—Y ojalá así se mantenga.

Meneé la cabeza volviendo al tema inicial.

—El punto es—seguí—que si tú y Lowen se gustan...

—Exacto—me cortó el paso de las palabras—el punto es que yo no le gusto.

Fruncí el seño.

¿Cómo que no?

¿Quién no se enamoraría de Alana?, era amable, linda, carismática, noble, cocinaba divino y podía mantener una conversación, era perfecta.

—Pero que dices—chasqueé la lengua—Es solo cuestión de seducirlo con comida.

Alana medio sonrió con mi comentario.

—Está enamorado de ti.

—Eso nunca me lo ha aclarado—contesté—Y si así hubiera sido, fué hace "dos años" Alana, no te frenes por eso.

—Me ha dicho en la cara cuanto le gustas, y no una, muchas veces.

Joder, menudo problema.

—Creo que Lowen solo está confundido—dije intentando minimizar el asunto—Cuando no puedes obtener algo con el tiempo aprendes a olvidarlo.

Ella asintió cabizbaja mientras yo tomé sus manos haciendo que me viera.

—Sí el no te ve, ya vendrá alguien que lo haga a mil kilómetros de distancia.

Me dedicó una sonrisa mientras tomaba aire. No puedo creer que esté dando estos consejos cuando ni siquiera he tenido una vida amorosa a mis veintiún años.

—¿Y que hay de ti?—me preguntó Alana.

—¿Mhmm?

—Has mencionado que nunca te has enamorado—me recordó.

—Seee—respondí tranquila con mi situación—Creo que esas cosas no se me dan.

Tomé del vaso de jugo que nos habían traído.

—¿Qué hay de Dargan?

Escupí el jugo que me salió hasta por las narices ante la mención de ese individuo.