DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Lágrimas de fuego y sangre)

Capítulo 35

Notita: traten de siempre observar los gif o imágenes que dejo antes de cada cap, la mayoria son importantes.

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JUICIO PARTE I: " Tronos supremos "

Hestia

—Hestia...—medio observé como Carson palmeaba mi cara en medio del adormecimiento.

Observaba las paredes del mismo callejón, mientras los cuerpos de Rebeca, Alana y Lowen permanecian atrás tratando de ayudarme también.

Yo por otro lado sentía como si estuviera flotando a la vez que todo me daba vueltas, junto al dolor que me estaba adormeciendo todo el cuerpo.

—Mierda—masculló Carson mientras sentía como me cargaba en sus brazos con facilidad—Vigila que nadie nos vea—le indicó a Lowen—Y tú Alana, llama a papá y a la tía Malika y diles que nos hemos ido al otro lado.

Ambos asintieron mientras Lowen le indicaba a Carson que todo bien.

Las heridas abiertas de mi espalda ardían, mientras podía sentir como mi sangre escurria manchando las plumas blancas.

—Joder—Rebeca se llevó las manos a la cabeza mientras nos seguía a Carson y a mí—Tienes..., tienes alas...

—Debemos irnos—le habló Carson—Debo llevarla de regreso, no podemos dejar que ningún humano la vea así.

Rebeca asintió mientras yo trataba de llamar su atención.

—Prometo que volveré—le hablé.

Rebeca me sonrió mientras depositaba un beso en mi sudorosa frente.

—Prométeme que te cuidarás y no te meterás en problemas—me contestó—y que empezarás a levantarte más temprano.

—No voy a prometer eso—respondí haciendo que ella sonriera.

Lowen apareció detrás haciendo que Rebeca posara su brazo arriba de su hombro en un semi abrazo.

—Cuídense por favor—nos pidió—Los quiero vivos a ambos, ¿ok?

Lowen terminó el abrazo.

—No te preocupes tarada—le dijo haciendo que ella lo empujará—también hazlo tú.

Después de despedidas, Rebeca decidió quedarse en el restaurante prometiendo que alguien vendría por ella, mientras Carson emprendía el viaje de regreso a starlaton.

—¿Qué te han contestado?—le preguntó Carson a Alana.

—Volverán mañana—respondió la rubia informando lo que Hades le había dicho—Aún siguen buscando...

Estaba tan casada y adolorida que lo último que escuché fueron sus voces hablando antes de quedarme profundamente dormida.

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El ardor del antibiótico que Hera aplicaba en mis heridas hacia que me mordiera la lengua para aguantar el dolor.

—Quédate quieta—me regañó.

—Duele—dije—sobre todo el peso de las alas...

He tenido las alas apolladas en una butaca desde que desperté, ya que caen flojas al suelo, haciendo que la espalda se me fuera para atrás de golpe.

—Primero sanaremos tus heridas, luego intentarás sostenerlas—indicó Hera detrás de mí.

—¿Sostenerlas?—se metió Carson—Nada de eso, tienes que aguantarte el maldito dolor y metertelas por el culo si es posible—me advirtió—recuerda que mañana es tu juicio y lo que menos queremos es que vean que ahora te han nacido un par de alas, eso solo hará que el peso del castigo sea mayor.