MINI EXTRA

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Amiga...

Alana

No podia ni imaginar el dolor que Rebeca debía de sentir ante las cosas tan difíciles por las que ha tenido que pasar.

Y pensar que el abuelo Cronos una vez nos había dicho que el sufrimiento de los humanos no era de nuestro asunto y mucho menos nuestro problema.

Sin embargo yo nunca compartí sus ideales, siempre he creído que el corazón está lleno de un millón de emociones, humano o inmortal, todos tienen sus propias guerras y ninguna es menos valiosa que la otra.

Salí del auto dejando a Hestia y Rebeca dentro, creo que no era de suficiente ayuda por ahora, así que decidí dejarlas solas.

Caminé un poco por las calles, mientras observaba como el sol empezaba a esconderse y los autos iban y venían por la carretera.

Carson y Lowen habían desaparecido desde hace algunas horas cuando entraron al restaurante que estaba justo al frente. Imagino que Carson ha obligado a Lowen a jugar pocker y tomar alcohol o algo así.

Al menos alcohol para humanos.

Ya que después de la fiesta de las trillizas Lowen calló en un coma etílico de un día entero sin despertar para nada.

Visualicé desde mi punto a un hombre del otro lado de la carretera. Tenía una caja de metal con llantas y ventanas a los lados, mientras el olor a comida que salía dentro de ella hacía que caminara hacia ella.

La comida en este lugar era deliciosa, tenía un sabor diferente a lo que yo estaba acostumbrada a comer, también tenía unas formas extrañas.

Como las bolitas blancas que habían dentro de una cabinita dentro de la  mini casa con llantas.

—¿Qué es eso?—le pregunté al hombre con gorrito amarillo y traje rojo.

El hombre observó lo que apuntaba.

—¿Te refieres a las palomitas de maíz?

—¿Palomitas...?

Nunca había escuchado mencionar eso.

—Se nota que eres extranjera—me respondió—¿Quieres una caja de palomitas de maíz?

Asentí ansiosa de probar esas extrañas bolitas, mientras mis ojos empezaban a detallar más cosas al rededor.

—¿Por qué eso es redondo pero con pezados en forma de triángulos?—pregunté viendo los triángulos llenos de cosas en la superficie.

—Supongo que la persona que los ha inventado no ha tenido nada que hacer.

—También quiero de eso—le pedí recibiendo las dos cajas mientras me sentaba en una mesa a las afueras de la calle.

Tomé una de las bolitas blancas metiéndomelas a la boca, las cuáles sabían a sal y mantequilla.

Luego tomé el pedazo de masa triangular metiéndomelo a la boca una y otra vez saboreando cada bocado.

Delicioso.

—Tiene piña—le dje al hombre reconociendo ese ingrediente—Y quiero cinco más...

Seguí tragando, acabandome con todo en menos de nada mientras buscaba algo más para probar.

—Oye—el hombre me habló—cerraré mi negocio si sigues comiéndote todo lo que vendo en una semana.

Fruncí el ceño.

—¿Entonces debo irme?—pregunté.

—No sin antes pagar—el hombre extendió la mano.

¿Pagar?, ¿como que pagar?, pensé que todo era gratis.

DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Lágrimas de fuego y sangre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora