Capítulo 27

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Prometo...

Hestia

—Pues sigue queriendo—le respondí cuando me recuperé volviendo a la conciencia.

¡Joder!, ¿cuando dejaré de hacer estupideces?

El estaba a punto de volver a meter la boca entre mis piernas hasta que lo tomé de la cara haciendo que me viera a los ojos.

—Esto fué un error—le dije.

—Pues que error tan delicioso—me contestó apretandome el culo con las manos—Vamos amor...—susurro—Dame más...

Sus malditas súplicas y el término con el que me hablaba hacían que quisiera tomar su cara y estamparla una vez más en mi sexo.

Pero no se como, no se de donde logré tomar aire y bajarme de sus hombros volviendo al piso.

Esto era suficiente.

—No más juegos, no más visitas—le advertí saliendo del baño—bañate, lárgate y ve a follarte el coño de tú novia si tantas ganas tienes.

La palabra "novia" la mencioné más amargamente de lo que pretendí.

—Yo no seré la otra de nadie y menos la tuya.

No estaba segura de si me había escuchado, ya que estaba tan borracho que apenas y podía levantar la cabeza.

Tomé una bata cubriéndome con ella mientras caminaba hacia la cama donde me tumbé viendo hacia el ventanal.

Intenté cerrar los ojos, sin embargo no podía estar tranquila sabiendo que Dargan estaba en la misma habitación que yo, sin embargo la ducha se había apagado a lo que supuse que ya se había marchado, idea que quedó atrás cuando sentí cómo la cama se hundía a mi lado.

Miré hacia arriba exhalando.

Paciencia...

Volteé notando como solo llevaba una toalla amarrada a la cintura dejándome una vista exquisita de su torso desnudo el cuál le recorrían gotas de agua por cada cuadrito de su abdomen.

Mi mente empezó a traicionarme viendo de más, mientras mis dedos me cosquillaban ansiosa de saber que había debajo de la toalla.

Al menos Dargan no notaba como me lo estaba comiendo con la mirada, ya que estaba tan absorto y perdido tragando alcohol en grandes bocadas.

—Te he dicho que te fueras—volví a insistir un poco extrañada ante el aspecto tan en el que se mantenía.

No me respondió haciendo que mi curiosidad creciera.

—¿Estás bien maldito desgraciado?—le pregunté tratando de que me dijera al menos una de sus tantas idioteces que me ponian los pelos de punta llenos de ira.

Pero no había nada..., no parecía estar aquí, con la cabeza gacha y los ojos puestos en la botella.

Debería acercarme... o no, quizás sólo está borracho y ya, no es para tanto.

Mi racionalidad peleaba entre que debía hacer.

Al final, me acerqué un poco deslizándome por la cama. Tomé la botella que apretaba con fuerza negándose a soltarla.

—Deja eso que no quiero que mi habitación huela a alcohol—dije tratando de quitársela.

—Déjame solo—me exigió quitándome la botella.

Yo levanté las cejas sorprendida ante el descaro de éste hombre.

—Estás en mi cuarto infeliz—le reclamé cuando me dió la espalda ignorandome—Vete a tu casa si tan solo quieres estar.

DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Lágrimas de fuego y sangre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora