Capítulo 6 (parte 1)

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Un merecido castigo

Hestia

—¡Corran hasta que les duelan las piernas, y cuando les duelan, corran aún más rápido!

Hades nos gritaba a Alana y a mí mientras corríamos en medio de un circulo de barro que parecía un campo de motocros. Mis pies quedaban estancados en medio de cada paso que daba, tomándome más tiempo para sacar el pie atorado, que apresurarme a correr.

Éste sitio estaba jodido, yo estaba jodida.

Llevo horas en este lugar, desde que me trajeron no he dejado de correr y arrastrarme sobre el fango de lodo. Mis piernas temblaban de dolor y sentía mis tobillos inflamados.

Creo que bajé todo el peso de mi cuerpo en éstas pocas horas.

La mañana de hoy Carson se postuló voluntariamente a levantarnos a Alana y a mí a las tres de la madrugada. Al llegar me quedé rígida al ver lo que me esperaba, lo peor no era el fango, eran las llantas gigantes, púas al rededor con cuerdas y pruebas de madera que parecían humanamente imposibles a simple vista.

No sé cuantas horas han pasado desde que llegué, pero el sol se han intensificado aún más, haciendo que mi piel pálida se torno muy roja al grado que arde.

Sigo corriendo sin tregua para parar  con Carson documentando todo desde que llegó. Desde el rabillo del ojo puede ver a los empleados asomados en las ventanas y puertas, observando absolutamente todo.

Me sentí mal por Alana, por causarle problemas con lo sucedido de la noche anterior, pero se me pasó la culpa en un instante al ver que tenía más resistencia fisica que yo. Si Alana estaba cansada yo estaba muriendo, y no es como que ayudara el hecho de que tuviera resaca del día anterior.

—Muévete más rápido hermanita, que esto apenas está empezando.

Carson disfrutaba todo la situación,  no se inmutaba siquiera en disimular o disminuir las carcajadas que le causaban mis caídas, mientras permanecia debajo de una cabaña sentado en una tumbona junto al resto de la casa. Vi por un instante cómo Hera le dedicaba miradas fulminantes a Hades de desaprobación que el ignoraba, las mismas que Gaia le dedicaba a Helio, hasta que después de un rato ambas se marcharon.

Mi cabello estaba lleno de lodo seco mezclado con sudor al igual que mi cara y partes de mi cuerpo donde no creí que podría llegar barro. Luego de correr nos arrastramos debajo de tubos en formas de laberintos hasta llegar a los extremos, para volver a repetir la acción una y otra vez.

—Espero que en este momento estén muy arrepentidas y recapacitando acerca de todo lo que hicieron anoche.

Hasta Helio que parecía dulce con su propia hija no tenía piedad en estos momentos.

Escalamos una pared de madera de aproximadamente diez metros de altura que tenía cuerdas pequeñas delante. Alana subió rápidamente como si ya lo hubiera hecho millones de veces, y cruzó igual de fácil, mientras que yo lo intenté varias veces sin tener resultado.

Mis manos estaban resbalosas de lodo mojado sin contar que jamás en mi vida había subido como un jodido tarzan sobre una cuerda, pero luego de intentarlo por un rato logré llegar a la mitad de la pared. Tenía los nudillos blancos por la fuerza con la que me sostenía y me aferraba a la cuerda, pero la satisfacción me duró poco cuando traté de dar otro paso que no llegó ni siquiera a ser un intento cuando ya habia caído de culo en medio del barro.

Mi trasero ardió con el impacto en el suelo, me dolía todo el cuerpo, cada extremidad, ya había dado todo de mí en este lugar, ya no podía soportar una prueba más.

DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Lágrimas de fuego y sangre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora