Capítulo 8

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Al otro lado

Dargan

Estaba exhausto y aburrido.

Necesitaba un par de vacaciones y salario extra por mi trabajo.

Los gritos a mi alrededor aumentaban cada vez más, pero los que más me molestaban eran los del hombre ensangrentado que tenía frente a mí, que chillaba de dolor con cada dedo que cortaba de su mano.

—Podrías ser un poco más silencio—le propuse mientras terminaba dislocando el último dedo que quedaba en su mano izquierda.

Me quedé parado un momento sonriendo con aprobación ante el buen trabajo al que me estaba dirigiéndo.

—Podria sacarle los ojos, ¿qué dices?—le preguntaba a Arnul que estaba a mi lado.

Arnul era un hombre mayor de edad que ha vivido desde hace décadas, ha trabajado para mí padre por años. Él fué el encargado de educar mis entrenamientos en los campos de batallas por años desde niño, es el único lacayo de mi padre que me agradaba, el resto son escorias garroñeras y asquerosas que le sirven por una pizca de comida y agua.

—Creo que deberías arrancar sus manos de una vez—contestó Arnul con una sonrisa diabólico que resaltaban más las cicatrices atroces que llevaba en todas su cara, haciendo sudar y gemir de miedo al hombre que se encontraba atado.

En sus ojos se encontraba esa chispa de miedo tan sumamente deliciosa que disfrutaba a detalla ,que aumentaba cada vez más cuando me acercaba hacia él.

—Oh, pobre alma—le susurré—¿porqué debes pasar por todo esto?

No podía hablar ni formular palabra, sólo podía dar gritos intensos que en definitiva ya estaban empezando a hastiarme.

—Ah, claro—me contesté a mi mismo—mataste a tu propia madre escoria, y luego violaste su cadáver.

Su cara estaba tornándose más pálida a medida que tomaba y encendí la moto cierra.

—Eso no tiene perdón ni siquiera en el mismisimo infierno, que de hecho—dije con obviedad—es donde ahora estás por si no te has dado cuenta, y la mejor parte es que estarás aquí por el resto de los siglos sufriendo tormentos peores que estos. Considera que yo me he portado amable hasta ahora en comparación con lo que Arnul y sus demonios te harán después.

Sus ojos se movieron hacia Arnul a mi lado que ponía un dedo en su boca disfrutando de la forma en que temblaba el prisionero.

Tomé su brazo mientras la cierra cortaba capa por capa la piel sudorosa. Los cortes muy lentos y la sangre tan roja y tan caliente que caía a través de mis manos.

A pesar de que era sólo una alma ya que su cuerpo estaba muerto el día que yo mismo lo cazé para arrastrarlo a la  oscuridad, su alma podía sentir cada fibra de dolor como si estuviera aún viva.

No podía morir, tampoco desmayarse del dolor, tenía que soportar cada instante de dolor que le provocaba incluso respirar. Seguí cortando cada parte su cuerpo. Separé su cabeza contándola de un tirón para concentrarme primero en torturar su cuerpo cuidadosamente, claro.

—No te sacaré los ojos, porque al final necesito que veas lo bien que quedarás —me detuve pensando—o, podría sacarlos y meterlos en un frasco para para veas con más claridad—lo pensé más a fondo—Si, eso parece buena opción.

Estaba apunto de sacar sus ojos cremosos de sus cuencas con una navaja cuando las puertas de acero rechinaron al abrirse.

—Milord, su padre lo manda a llamar—me habló uno de sus capitanes.

DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Lágrimas de fuego y sangre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora