꧁Epílogo꧂

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Desde hace tantas eras que en el cielo de aquel Santuario de hielo y fuego solamente reflejaba el hermosos azul de un infinito cielo donde una nevada suave casi tierna, caía desde el cielo como delicadas caricias sobre la piel de quienes lo habitaban.

Ese día, Shoto se encontraba caminando a través de los campos de flores de hielo donde, -según su amada- era donde él, una bestia incomprendida por el hombre, declaró el más profundo y eterno amor a aquella mujer de ojos de obsidiana quien enamoró su mundo y lo tiño de los colores de la primavera misma. Ya que, un ser que siempre había conocido el invierno, era algo hermoso que contemplar.

Perdido en sus pensamientos, no se dio cuenta cuando una pequeña figura se acercó a él hasta sentir como de pronto su ropa fue jalada suavemente para llamar su atención bajando su vista hacia el suelo viendo aún pequeño niño de cabellos negros con pequeños toques de blanco, una sonrisa de luna que se dibujaba en su rostro y ojos con tonos de obsidiana y zafiro. El retoño del amor de una bestia con una humana, el pequeño Ronin, nombrado así, por una de las historias favoritas de Shoto.

—¡Papá, mira lo que encontré!— dijo Ronin levantando un manojo de flores de hielo para enseñarselos a su padre —¿Crees que a mamá le guste?— preguntó el pelinegro con inocencia y alegría en su mirada.

Shoto sólo sonrió y acarició con gentileza la cabeza de su hijo mientras Inari aparecía con una canasta con una lámpara hermosa hecha de papel en su interior.

—Creo que le gustarán— dijo Shoto dándole el punto bueno a su hijo —Creo que es hora de ver a Momo— comentó el bicolor mientras el horizonte comenzaba a teñirse de naranja.

Ronin asintió y tomó la mano de su padre para dirigirse a una zona nueva en el santuario de hielo y fuego que el bicolor había costruido en el nombre de su amada Yaoyorozu.

Inari, Shoto y Ronin caminaron ún momento por el infinito bosque de hielo y fuego hasta que un gran umbral circular se divisaba en el horizonte frente a sus ojos y en el interior de este, un pequeño pabellón lleno de velas y recuerdos que ambos amantes tuvieron durante su vida juntos adornaban los interiores del pabellón para no olvidar quien habita un día este lugar.

El lugar de descanso para las cenizas de Momo.

Inari se sentó y dejó que Shoto sacará de su canasta la lámpara que fue prendida por la llama del dedo del bicolor y depositada en el altar donde una lápida y un jarrón con sus cenizas guardaba lo último que quedaba del cuerpo físico de Momo.

—Mamá esto es para ti— dijo Ronin depositando la flores que había traído para su progenitora en un jarrón al lado de la lápida de su madre y sus cenizas mientras se acercaba junto a su padre y oraban en silencio para el descanso eterno de Momo.

Ronin no recordaba mucho a su madre ya que por tener una parte de Shoto en su interior, el embejecía de una manera demaciado lenta para los humanos, ya que un año para él, significaría 10 años para un humano común y cuando su madre murió, aún estaba cobrando razón en ese instante. Al menos el bicolor tenía docena de álbumes de fotos donde mostraba como era la pelinegra en realidad y lo bella de era de joven y lo gentil y dulce al envejecer. Los recuerdos de su vida que había guardado junto a Momo ahora los compartía con su hijo para que su historia nunca se olvide.

Finalmente ambos terminaron aplaudiendo un par de veces para ganarse la bendición de la pelinegra para leer una última vez la lápida de Momo antes de salir y regresar a su hogar en el santuario de cielo y fuego.

Aquí yace las memorias de Yaoyorozu Momo, amada esposa y madre.
"Nunca juzgues un libro sin saber su historia"






Buenas noches mis, lectores!!! Cómo ya es costumbre subo los epílogos demaciado tarde. Una disculpa por eso, pero la inspiración me golpe sin aviso ni preparación.

Espero que lo disfruten y que tengan una linda noche!!!

Bye!!!

"轟" (Shoto) La Bestia de Hielo y Fuego (Todomomo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora