♠️DESEOS Y MALDICIONES♠️

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Desperté enrollada en los brazos de Jane, recostada sobre su pecho, escuchando sus latidos lentos y rítmicos. Ambos habíamos dormido plácidamente después de una buena charla, la noche anterior. Besé su pecho, aspirando su aroma por largos segundos, hasta que pensé, dejé que mi inconsciente hablara y me atemorizara, pensara en no tenerlo... Ahora que me estaba acostumbrando a él... No quería que se fuera. Levanté la cabeza para ver su rostro dormido, el sol sobre sus risas y sus labios arqueados en una pequeña sonrisa burlona, me recordó a la primera vez que nos vimos, en la entrada del BIC, me recordó a la taza que me había dado y me recordó a nuestro primer beso, no quería perder eso... No quería perderlo a él.

Casi como si Jane pudiera sentir mi  mirada sobre él, empezó a removerse hasta abrir poco a poco sus ojos, encontrando rápidamente los míos, sonriendo al instante, llevando una de sus manos para acariciar mi rostro— Buenos días.

— Buenos días —respondí, recostando mi cabeza nuevamente en su pecho— Es hora de trabajar.

— Sí... —hice un puchero, viéndolo a los ojos— Pero podemos quedarnos así un poco más.

Sonreí, casi dejando escapar una risita, antes de recordar que no iría con él— ¿Qué haremos Jane?

Él sabía exactamente a que me refería, lo sentí en la tensión de sus músculos— Volverás al BIC.

— ¿Cómo?

— Aún estoy pensando en eso, pero —se sentó, levantándome con él—... No puedo pensar con el estomago vacío —me besó repetidamente y finalmente salió de la cama para darse un ducha.

Me quedé sola gran parte de la tarde, hasta que la puerta se abrió y Jane apareció del otro lado, con su blazer en el hombro y una bolsa en la mano. Había traído sushi, para en su propias palabras "tener una cena romántica".

— Nunca tuvimos una cita formal... así que esta será la primera.

— Divertido —sonreí, sentándome en el suelo junto a él.

— Sé que no es lo mejor, pero las próximas serán mejores, lo prometo.

— ¿Siguientes?

— O no, sí no quieres, eso está bien para mí —no pude evitar reírme y tomar su rostro entre mis manos para plantarle un beso, uno lento y cargado de emociones.

Cenamos tranquilamente, escuchando las estúpidas canciones que sonaban en la radio, hasta que mi empleo reapareció en el tema de conversación.

— Quizá pueda trabajar en otra cosa, mientras pensamos en algún modo de que pueda regresar...

— No.

— ¿Jane? ¿De qué hablas? El nuevo supervisor no me dejará volver tan fácilmente y al parecer él te odia, no puedes hacer nada estúpido.

— Volverás muy pronto al BIC.

— ¿Qué se supone que eso significa? 

— Que ya pensé en algo, claro —su expresión burlona, esta vez no inspiraba confianza, aún menos cuando se acercó para tomar mis manos y se tomó unos minutos para hablar— Charlotte Beckett, no miento, ni bromeo cuando digo que me siento muy feliz de que estés aquí...

— Jane —me vio a los ojos, tenía duda en su semblante.

— Y... Siento que te amo, aunque eso sea precipitado, pero... Es solo como me siento —levantó los hombros antes de seguir—, lo cual significa que quiero verte feliz y verte en tu mejor versión... Sin importar lo que eso cueste.

— Jane me estás preocupando.

— No dudes de estas palabras, Charlotte —me tomó del rostro, notando  mis ojos cristalizados—, puedo bromear con muchas cosas, pero no con esto... Y quiero que recuerdes este momento en el futuro.

Me quedé en silencio, no entendía, nada, de verdad no lo entendía.

— Quiero que seas muy feliz aún si yo no estoy a tu lado.

— Jane, no digas eso.

— Ese es mi deseo.

— Pero eso sería como una maldición para mí, no quiero que te vayas de mi lado.

No me respondió, solo acunó mi barbilla con su mano y juntó su frente a la mía, durante extensos minutos de contemplación.

— Te amo —respiró profundamente— ¿me escuchaste?

— Yo también te amo —tomé su rostro con mis manos, acariciando sus mejillas suavemente, antes de derretirnos en un beso lento.

No volvimos a hablar del tema, a pesar de que yo insistí, él solo hacia caso omiso de mis suplicas. Hubieron más citas, a veces llegaba algo tarde, porque los casos se complicaban, pero se las arreglaba para llegar. Me llevó a muchos lugares y pasó tiempo de calidad conmigo, recordándome cada noche antes de dormir que me amaba, repitiendo siempre la misma frase... Esa noche no fue la excepción.

— Yo te amo, Charlotte Beckett —esta vez, él se quedó en mi pecho mientras yo acariciaba sus cabellos hasta que el propio sueño me atrapó.


Añañaiiiii jasjajja, escribir me libera mucho, aunque no sea la mejor haciéndolo, sin duda le hace algo a mi alma que no puedo explicar, perdón si tarde un poco.

LOS AMO

-Sara.

♠SR.JANE♠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora