Charlotte Beckett es una joven policía de 27 años; hace 2 años asesinaron a su hermana, un conocido asesino serial Red John, a tratado de olvidar el terrible suceso, pero esto se complica cuando es transferida al BIC y debe enfrentar una terrible re...
Cuando desperté al día siguiente el dolor en mi mano era terrible, tome pastas para el dolor y puse compresas de agua fría mientras me sumergía en mi propia miseria; la compresa estaba puesta sobre la piel la directamente, eso hacía que se durmiera mi mano, con la otra tomé el teléfono y digite el nombre Jane, quise llamar y tal vez hablar con él, pero no pude hacerlo, gruñí para mi misma y arroje el celular a un costado sintiéndome terrible, tomé una ducha fría y cuando estaba vistiendome frente al espejo vi un moretón en el costado izquierdo de mi cuerpo, era grande y dolía, mínimamente, pero lo hacía, así que supuse que fue el golpe que me dio Morales.
—Erik —hablé en cuanto contestaron.
—¿Charlie?
—Sí —pensé si hablar o no mientras mordía la uña del dedo pulgar— ¿podríamos hablar antes de ir al departamento?
—Emm —parecía que lo desperté— claro, ¿paso por ti?
—Por favor...
Colgué para no extender las cosas y después de asimilar un poco la locura que estaba a punto de cometer; me miré en el espejo y intente reconocerme mientras cambiaba el vendaje de mi mano, la ropa negra no me hacía ver muy feliz, parecía que me habían reemplazado, tomé la foto de mi hermana y yo (aquella del columpio) y una escurridiza lagrima se deslizo por mi mejilla, pero me aseguré de acabar prontamente con su existencia.
Otra llamada de Jane me sacó de mi cabeza, y determiné que lo mejor sería apagar mi teléfono, no me malinterpreten, moría por hablar con él y aunque sea escuchar una de sus estupideces, pero algo dentro de mí no me lo permitía.
—Deberías contestar.
—Desaparece —esquivé mi alucinación y salí de la habitación para bajar hasta el recibidor del hotel.
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—De verdad no sé qué pasa, pero ante todo te diré que no quiero meterme en problemas con un hombre como tu esposo.
—En serio eres tonto —golpeé su cabeza— no se trata de eso, ahora... Conduce.
—¿A dónde?
—Te diré en el camino —miré por los retrovisores por si veía algún auto extraño, pero no fue así— bien... ¿Recuerdas a Eve?
—¿Cómo no hacerlo?
—Estoy aquí por ella.
—Quieres decir...¿Red John?...
—No, no está aquí.
—Bien, pero, ¿entonces?
—El... detente aquí —ví una cafetería algo solitaria— baja...
Nos acomodamos en una mesa y después de ordenar seguí hablando.
—Sé quien le entregó a Eve a las garras de Red John...
