Capítulo 13: Un baile.

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-¡¿Javier!?.- Él estaba delante de ella y vestido con un smoking negro.
-Te lo prometí.-Esa sonrisa hacía que se derritiera por dentro.
-¿Pero cómo?. Me dijiste que no podías venir a tiempo a la fiesta.
-Bueno te mentí. En realidad quería darte una sorpresa.- ¿Una sorpresa?.¿A ella?.- No pude cogerte el teléfono anoche porque estaba a punto de coger un vuelo para venir aquí.-Samanta estaba muda, todo aquello que deseaba lo tenía ahora delante de ella y le estaba devolviendo una amplia sonrisa.- Por lo que veo no has podido ir a por un vestido.- Se apartó un poco para verla mejor.- Perfecto, ven acompáñame.
-¿A dónde?.-Pudiendo reaccionar un poco.
-Es parte de la sorpresa, solo ven conmigo.- La tomó de la mano haciendo que una corriente la atravesase para depositarse en su entrepierna.

Javier la llevó a los ascensores y durante todo el trayecto no soltó su mano en ningún momento, cosa que Samanta agradeció porque sus piernas le temblaban. No sabía si era por su olor o el tacto cálido de su piel pero no quería que el ascensor se abriera. El trayecto no duró demasiado para su desgracia y el sonido del timbre indicó que habían llegado a su destino abriéndose la puerta en el proceso; Javier la guió de la mano por un pasillo hasta la entrada de una suite.

-Tanto yo como mi hermano tenemos habitaciones de cortesía en este hotel.- Samanta al oír eso tragó saliva.
-¿Qué hacemos aquí?.- Su nerviosismo era más que evidente.
-Sabía que no habías tenido tiempo de ir a por un vestido así que te he traído uno desde Francia solo para ti.- Encima de la cama estaba extendido un precioso vestido negro de fiesta. Junto a él había un par de zapatos de tacón y una máscara de encaje negro.-Espero que te guste.
-Es precioso.- No salía de su asombro. Estaba allí porque le había hecho una promesa, además le había traído un vestido.-Muchas gracias Javier.-En esos momentos se alegraba de haberse depilado completamente y de acordarse de la lencería que Javier también le había regalado.-No tenías que haberte molestado.
-Bromeas voy a ser el hombre más envidiado de toda la fiesta.-Samanta soltó una risilla relajando el ambiente.-Bueno cámbiate, porque en breve vendrán a peinarte.
-¿Cómo?.
-El hotel tiene servicio de peluquería y he pensado que te gustaría.- Él la miró pero desvió la mirada rápidamente.-Bueno te dejo para que te cambies tranquila. Nos vemos en la recepción para entrar juntos al salón.-Antes de que Samanta pudiera reaccionar él se acercó a ella y le dio un beso en el pelo. Para luego salir rápidamente de la habitación.

Mientras intentaba asimilar todo lo que acababa de ocurrir unos golpes le recordaron que alguien vendría para hacer algo con su pelo. Nerviosa abrió la puerta, una cara regordeta y maquillada en exceso le tendía una amplia sonrisa desde fuera de la habitación.

-¿Eres Samanta?.-Ella asintió a modo de respuesta.- El señor Velencoso me ha pedido que venga para peinarla, también me he tomado la libertad de traerme el maletín de maquillaje por si quería completar un poco el look.
-Pues la verdad es que apenas llevo maquillaje y con el pelo soy un desastre.
-Pues para eso estoy aquí, me llamo Marta y no te preocupes que no tardaremos nada.

Poco menos de una hora después Samanta estaba completamente lista para ponerse el impresionante vestido que estaba aún extendido en la cama. Con la ayuda de Marta deslizó la suave tela por su piel haciendo que se erizase todo el vello de su cuerpo. Le quedaba perfecto pero entre tanta tela se sentía desnuda. El hecho de que solo llevase las braguitas debajo de el vestido no la hacían cambiar de parecer. Pero lo que más le importaba en ese momento eran las cicatrices que tenía en su espalda, en un rápido movimiento se giró para verlas, por suerte quedaban en el límite del ceñido corpiño y eso la tranquilizó.

-Estás preciosa.- Marta la miraba dando vueltas alrededor de ella.- El Señor Velencoso no se apartará de ti en toda la noche.
-Me siendo desnuda entre tanta tela.-Había dicho eso pero en realidad solo deseaba cambiar de tema.
-Esa sensación desaparecerá enseguida.- La chica recogió sus cosas y de dirigió a la puerta.-Yo me tengo que ir ya.-Una vez en la puerta se giró.- Realmente estás guapísima. Disfruta de la noche.
-Muchas gracias. Adiós Marta.

Enfrentándose al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora