Hacía un par de días que no sabía nada de Javier y la inauguración era esa misma tarde así que se suponía que lo vería allí. Ese tema la tenía muy preocupada porque estaría rodeada de gente de una clase social distinta a la suya con sus ropas de marca, sin duda totalmente opuestos al sencillo atuendo que llevaría.- En fin no se puede esperar más de donde no hay.- Se miraba al espejo una y otra vez. Con mucho esfuerzo se compró un vestido azul marino muy discreto de manga larga, ceñido un poco a la cintura y de largo hasta la rodilla. No estaba del todo mal pero seguro que estaría fuera de lugar a comparación del resto de invitados. Recogió su pelo en un sencillo moño y se puso los zapatos de tacón a juego con el vestido. Echó un último vistazo al espejo y suspiró pesadamente.-Suerte Samanta.-La idea de esa fiesta no llegaba a agradarle del todo pero tampoco quería hacerle un feo a Javier después de todo.
El trayecto hacía la cafetería no le tomaba más de 20 minutos en los que pensaba como actuaría en la fiesta y si se fijarían en ella por su sencillo atuendo. Hacía mucho tiempo que no se ponía un vestido así que dejase sus piernas al aire y marcase su figura haciendo que a cada paso le resultase cada vez más incómodo llevarlo, no quería llamar la atención de nadie. Estaba acostumbrada a su ropa ancha y un poco desgastada por el uso pero esta vez tenía que mentalizarse de que estaba correcto ir vestida así. Los zapatos tampoco ayudaban mucho eran muy incómodos y cada paso era una tortura, solo deseaba llegar lo antes posible para poder sentarse en un rincón.
Al llegar al vestíbulo del edificio había mucha gente tomando los ascensores por lo que tuvo que esperar y aguantar su agonía nuevamente. Cuando finalmente consiguió entrar en uno se percató de que la observaban desde el otro lado del ascensor. Samanta distinguió los ojos verdes de la chica que la recibió hace unos días en la cafetería, pudo ver como la mirada de arriba abajo gesticulando nuevamente esa sonrisa cínica ya característica de ella. No sabía ni como se llamaba pero intuía que debería tener cuidado y llevarse lo mejor posible con ella. Todo el trayecto hasta el piso 22 era de por sí, más incómodo aún. De vez en cuando Samanta miraba de reojo a la chica viendo el hermoso vestido de color crema adornado con pedrería en el amplio escote y de largo hasta la mitad del muslo, sin duda era elegante y atrevido.-Definitivamente estoy fuera de lugar.- Pensó para sí misma. Cuando el ascensor se abrió Samanta salió como pudo antes que ella, no quería sentir de nuevo esa mirada cínica.
Al cruzar las puertas de la cafetería se sorprendió enormemente. Había un gran hueco en el centro del salón para poder bailar, encima de las mesas esparcidas por todos lados había dulces de colores muy decorados y los camareros se paseaban por todo el lugar con bandejas de copas. Se percató que junto a la puerta había dispuesta una mesa llena de cajitas de color rosa pastel, debiendo contener en su interior los dulces exclusivos.- No me lo puedo creer, lo ha hecho todo.- Pensó. Se quedó ahí parada hasta que una voz detrás de ella la trajo de vuelta.
-Hola Samanta.
-Hola.-Ahí estaba "Sonrisa Cínica".- Perdona pero el otro día no me dijiste tu nombre.
-Te lo diría pero no creo que te de tiempo a memorizarlo antes de te marches de aquí.- Esa contestación no se la esperaba Samanta, pero no dijo nada.- No sé si te has dado cuenta pero este no es tu sitio. Es más mírate, ese vestido es totalmente inadecuado y vulgar. Seguro que si te quedas mucho tiempo aquí echarás a perder la reputación que se intenta adquirir. Sabes en el fondo te entiendo, esta debe ser una gran oportunidad para ti con todos los ricachones que hay por aquí. Aspiras a conquistar alguno para que se case contigo o ser su amante.- Esas palabras hacían que Samanta se sintiera cada vez más pequeña delante de ella, pero no podía quedarse atrás necesitaba defenderse aunque solo fuese para poder marcharse de allí.
-No sé el motivo que te ha llevado a pensar eso de mí.- Su confianza estaba mermada pero su deseo de salir de esa situación era mayor.- No busco nada más que no sea realizar mi trabajo.
-Lo que tu digas bonita, pero hazte un favor y vete antes de que te eche.- Antes de pudiera contestarle giró sobre sus talones y se marchó dejándola plantada.
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Enfrentándose al pasado
RomanceAño tras año Samanta Blanco ha pasado desapercibida viviendo una vida tranquila y sin llamar la atención de nadie. Hoy es el día de su cumpleaños, pero de lo que debería ser una nueva etapa en la vida se convierte en un encuentro con el pasado del q...