Capítulo 26: El sótano.

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Lourdes salió de la habitación evitando mirarles a los ojos seguida de Érika, en su cara tenía una expresión de superioridad que no ocultó a ninguno antes de cerrar de nuevo la puerta y sumirlos en la oscuridad. Para Samanta el ruido que hizo la puerta al cerrarse le indicó que ese era el fin para ellos, jamás saldría de allí con vida.

-Samanta...-Sus ojos poco a poco se fueron acostumbrando a la penumbra permitiendo distinguir de nuevo el bulto del que provenía la voz de Javier.-¿Samanta?¿Estás bien?...

-Sí...-El dolor de la pierna volvió con fuerza, apenas podía concentrarse en lo que Javier le estaba hablando.

-Lo siento...Si llego a saber que llegaría tan lejos...

-¿Cómo estás tú...?.-Intentó cambiar de tema, estaba empezándose a cansar de todas las excusas que le estaba dando con el tema de Érika.- Estás cubierto de sangre...

-Tengo varios cortes por el accidente pero estoy bien. Tu pierna...

-Está rota pero no me duele si no la muevo...-Una punzada de un dolor agudo le hizo soltar un fuerte quejido que no le pudo ocultar a Javier que estaba pendiente a cada palabra que emitía.

-Eso no ha sonado como que no te duele...-Intentó moverse hacia ella pero el ruido de una cadena llamó su atención. Como pudo palpó con dificultad hasta llegar a su origen para descubrir que tenía una cadena atada a uno de sus tobillos.-Samanta...Estoy atado con una cadena, no puedo llegar hasta ti...-Pero al no recibir respuesta de ella se alertó.-¡¿SAMANTA?!

-Sigo aquí...Solo estaba descansando un poco...-Estaba cansada, muy cansada. No quería seguir escuchándole pero tampoco podía ignorarle. Solo quería dormir y dejar que pasase aquello de lo que ya no había más remedio.

-Pase lo que pase no te duermas si lo haces entrarás en shock y no volverás a desertar...

-¿Y qué...?. Ella ha ganado...Jamás saldremos de aquí.- El decirlo en voz alta solo hizo que lo sintiera como una puñalada que le atravesaba dolorosamente el pecho.

-No digas eso...-Por primera vez su voz flaqueó, también empezó a notar los efectos de la pérdida de sangre en su cuerpo. Pero no podía rendirse, no si quería tener al menos una oportunidad para salir de allí junto con Samanta. Reunió las pocas fuerzas que pudo para continuar hablando ya que era no único que podía hacer.- Dime...Cuándo salgamos de aquí...

La puerta se abrió de golpe cegándolos e impidiéndoles ver a la persona que se encontraba en el umbral viendo aquella escena. Aquella persona no dijo nada durante los segundos necesarios para que sus ojos se adaptasen de nuevo a la luz. Javier estaba más cerca de la puerta, fue el primero en reaccionar pero lo que vio lo dejó sin palabras y completamente horrorizado.

-No os parecen increíbles las vueltas que da el destino.- Esa voz, era la voz de sus pesadillas. Gruesa y pesada. Tantas habían sido las veces que había escuchado esa voz que podría estar soñando despierta pero no, era muy real. 

El frío, el dolor y el miedo eran muy reales, esa voz solo confirmaba que el pasado del que tanto había huido la había alcanzado al fin. Como respuesta cada músculo de su cuerpo se tensó al instante y en un estado de alerta como si el paso de los años no hubieran conseguido borrar ese efecto que provocaba en ella. Cerró los ojos con tanta fuerza que le dolían, pero poco podría hacer si algo llegase a pasar  en el estado en el que estaba su pierna. Mil imágenes llegaron a su mente, en todas ellas él estaba y todas acababan de la misma manera.-El pasado siempre te acaba alcanzando se una manera u otra.-

-Después de tanto tiempo no vais a decir nada...-Su tono mostraba burla ante la estupefacción de ambos.- Me ha costado mucho llegar hasta vosotros...Y me recibís así. 

Enfrentándose al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora