Capítulo 5: Un nuevo comienzo

154 20 1
                                    

Hacía mucho tiempo que no se sentía así y era agradable. Mirándole podría imaginarse una nueva vida pero la sombra del pasado estaba presente en todo momento. Cómo había bajado sus defensas así de rápido, no se había planteado en ningún momento que Javier fuese con otras intenciones. Sí, había dudado pero las dos veces que eso sucedió cedió ante él. ¿Qué había cambiado en ella?.

-¿Samanta?. ¿Ocurre algo?.- Le preguntó observándola  fijamente.- Llevas un rato distraída.
-Perdona pero estaba pensado en otra cosa.
-Sé que son muchas cosas las que hay que asimilar y ya es bastante tarde.- Miró su reloj de pulsera.- ¿Y si seguimos mañana?. Podríamos quedar para comer, conozco un sitio nuevo no muy  lejos de aquí.
-No te preocupes.- Deseaba estar con él un poco más, le gustaba lo que Javier le hacía sentir de nuevo y en esos momentos lo necesitaba.- Si estás cansado no vemos en otro momento.
-Entonces que recojo mañana a las 11.
-¿A las 11?.- ¿Por qué tan temprano?. El nerviosismo hizo que se tensase por momentos.- ¿No es muy temprano?
-Es que quiero llevarte al hotel de mi hermano para tu proyecto. He pensado que podrías hacer algo para aumentar nuevos clientes y ampliar su franja de edad. Con las prácticas de empresa podrías hacerlas allí también, es cuestión de hablarlo con mi hermano. Creo que le recordarás  de alguna fiesta en casa de mis padres.
-Umm... Se llamaba Carlos.¿No?- Contestó arrugando la nariz.- Claro que le recuerdo, una vez fui a tu casa y le confundí contigo.- El calor de sus mejillas hizo que se diera cuenta de que se estaba poniéndose colorada. Y no pasó desapercibido por Javier.
-¿Qué te pasa?. ¿Pasó a algo con mi hermano?. Si es así puedes contármelo.
-Bueno es que la primera vez que le vi fue en tu casa. Estaba en la cocina mirando por la ventana, no se dio cuenta y bueno, le confundí contigo. Me subí en su espalda de un salto y nos caímos los dos al suelo.- El rubor de sus mejillas era cada vez más fuerte.- En el suelo empecé a hacerle cosquillas pensando que eras tú, hasta que le oí.- Miraba al suelo evitando mirar a Javier a los ojos.- No sabes la vergüenza que pasé.
-Ahhh... Por eso siempre te llamaba "Canguro".- Javier no pudo evitar reírse. Su hermano nunca le dijo porqué llamaba a Samanta de esa manera, siempre pensó que era porque ella andaba a grandes pasos detrás de ellos cuando iban por la calle.- Siempre me pregunté ese apodo.
-No te rías, me dio mucha vergüenza.- Tapándose la cara con las manos.
-Bueno me tengo que ir ya es un poco tarde y mañana tenemos muchas cosas por hacer.-Mirando su reloj.-¿A las 11?.
-No hay problema.
-Bien entonces vengo a por ti a esa hora. Nos vemos Samanta.
-Hasta mañana Javier.

Samanta se quedó unos segundos mirando la puerta por la que acaba de salir Javier. Había vuelto a pasar, había vuelto a bajar sus defensas ante él. Cómo se le ocurrió contarle todo eso, ahora seguro que pensaría que era una idiota sin mucho fondo.- Eres una idiota Samanta.- Pensó dándose una bofetada mental. Javier no había cambiado seguía siendo el mismo que conoció años atrás. Bueno, cariñoso y muy amable cualquier mujer caía a sus pies como lo hacían años atrás por no hablar de que los años que no se había visto le habían tratado muy bien. Por qué nunca pudo enamorarse de un hombre como él, seguro que ahora no estaría en esta situación.

Una vez hubo recogido la deliciosa cena que habían comido cuando se dirigió a la habitación para elegir lo que se iba a poner. Toda su ropa seguía desperdigada por todos lados.-Menos mal que no me pidió que le enseñase esto.- Volvió a pensar para sí misma. Después de una hora escogió unos vaqueros no muy gastados y una camiseta muy discreta, no quería que los que los viesen juntos tuvieran una mala impresión.

Esa noche durmió como hacía mucho que no dormía. Al despertar se sentía descansada, relajada y por primera vez en mucho tiempo deseaba empezar el día. Como siempre cogió su ropa y se metió en la ducha, al salir pasó por el espejo y se miró. La imagen que le devolvía no era del todo desagradable pero a comparación con Javier seguía sintiéndose un despojo. El timbre sonó sacándola de su ensueño.

Enfrentándose al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora