Capítulo 30: La vista.

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-¿Estás lista?.

-Sí.- Javier estaba en la puerta de la habitación mientras una enfermera ayudaba a Samanta a sentarse en una silla de ruedas.- No hacía falta que vinieras a buscarme, podría haber ido yo al apartamento.

-Sé perfectamente de lo que eres capaz Samanta, pero es algo que hay que hacer...

Cuando el abogado salió de la habitación después de entregarle el contrato firmado, la actitud de Javier cambió. Se marchó sin despedirse, sin decirle una sola palabra hasta que sin previo aviso entró de nuevo a la habitación hacía tan solo unos minutos. Era muy raro que hubieran pasado tantas horas sin que le hubiera dirigido la palabra, pero era de esperar después de todo; y en el fondo era lo mejor para todos.

-Tengo el coche abajo. Ya he hablado con el médico y tengo tus recetas.- Sus palabras eran frías y cortantes. Hacía que Samanta estuviera más incómoda por toda aquella situación. Hubiera sido mucho más sencillo si no tuviera que estar de vuelta en su apartamento y estar con él hasta la fecha del juicio. Ante aquella tensión, la enfermera no emitía ninguna palabra, ni siquiera era capaz de levantar la mirada mientras realizaba su trabajo.- Ya me encargo yo...- La chica dudó unos segundos y se apartó para dejar paso para que Javier llevase la silla de ruedas por el hospital hasta el coche.

El camino hacia el coche no relajó aquella incomodidad sino que aumentó. Por donde pasaban captaban las miradas de todos, poniendo nerviosa a Samanta hasta el punto de temblar en la silla.

-Se ha filtrado nuestro caso a la prensa...No te preocupes ya falta poco para salir de aquí...- Samanta se giró lo suficiente para ver de reojo la expresión tensa de Javier.- En casa no te molestará nadie y podrás descansar...

El coche estaba estacionado justo en la puerta por lo que fue muy sencillo y rápido montarse en el a pesar de ser la atracción del momento. Javier le ayudó a sentarse en la parte trasera para poder estirar las piernas con mayor facilidad mientras que él lo conducía. Casi todo el trayecto permanecieron en silencio hasta que Javier para sorpresa de Samanta rompió esa monotonía.

-Intentamos llevar todo esto en secreto...Pensaron que al ser un hospital privado esto se llevaría con una mayor discreción pero...Ha sido imposible... Mi familia es muy famosa en la ciudad y...Bueno el ser accionistas del hospital tampoco ha ayudado mucho...-No apartaba la mirada de la carretera en ningún momento.- Ya casi llegamos...

El edificio se podía ver a lo lejos y un sentimiento de tristeza se apoderó de Samanta.-No hay vuelta atrás.-

-Espera y saco la silla de ruedas...

-¿Tienes una silla para mí...?.-No esperaba que se hubiera molestado en conseguir una.

-Sí...He conseguido algunas cosas para hacer más llevadero todo esto...-Samanta estaba sorprendida por aquello pero no podía dejar llevarse por sus sentimientos, tenía que dejar todo eso atrás por su propio bien..

La vuelta en el aquel apartamento se sentía agridulce. En parte no estaba siendo muy distinta a como se marcho tras descubrir aquellas fotos en el despacho.

-Te llevaré a tu habitación.

-Puedo ir sola...

-Vamos Samanta...Solo intento ayudarte...Sé que hice las cosas mal y para cuando intenté rectificar mis actos...Ya era demasiado tarde...Ahora no solo te he perdido, sino que yo también lo he hecho...No sé continuar...- Estaba devastado con todo lo que había pasado.- Te dejaré sola para que te acomodes como quieras...Estaré en el despacho...

-Espera...-De repente tenía sentimientos contradictorios y estaban peleando por ganar el control de aquella situación.

-Tienes razón...Es mejor dejar las cosas así, ahora somos solo somos compañeros hasta que todo termine...- Giró sobre sus talones.- Si necesitas algo pídeselo a Marisa. En tu habitación están todas tus cosas y algunas que necesitas para poder moverte mejor.- Dicho esto volvió a seguir su camino bajo mirada de Samanta.

Enfrentándose al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora