Capítulo 23: El ascensor.

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-Samanta...- Javier se estaba terminando de secar el pelo mientras salía del cuarto de baño envuelto en una toalla.- Deberíamos  empezar a tomar precauciones...- Desvió la mirada.- Estamos siendo demasiado descuidados y me gustaría disfrutar un poco más el estar solos antes de tener a alguien más del que preocuparnos...
-¿Qué...?.-¿Acababa de decirle eso?.-¿Qué acabas de decir?.
-Pues...- Apartó la mirada de ella.-Me gustaría disfrutar un poco más de tenerte solo para mí y hacer las cosas por su orden antes de...- Volvió a mirarla pero estaba completamente ruborizado.- Aunque si quieres...Por mí no hay problema.
-¿Tú...quieres...?.- Estaba en shock.
-Te dije que lo quería todo contigo...-Ambos se quedaron mirándose en silencio.

Ese momento fue interrumpido cuando llamaron a la puerta sacándola de ese pequeño trance en el que estaba sumida Samanta después de la revelación de Javier.

-Señor...¿Está ahí?.- Marisa estaba al otro lado de la puerta.- El desayuno está en la mesa y se está enfriando.
-Un momento Marisa...- Se puso nervioso al darse cuenta de que aún estaban casi desnudos y su ropa seguía en la ducha de Samanta, completamente empapada.- Enseguida vamos...- Su voz mostraba su nerviosismo. No era que hubieran ocultado que eran una pareja delante de Marisa pero la situación en la que estaban hacía tan solo un rato y la conversación que acababan de mantener les había puesto los nervios a flor de piel.
-También quería decirle que acaban de traer unos paquetes desde la casa de sus padres.
-Gracias Marisa. Ahora los veré...- Se pudo escuchar como Marisa se alejaba por el pasillo en dirección a la cocina, cuando sus pasos dejaron de escucharse ambos soltaron un gran suspiro de toda esa tensión acumulada por la situación en la que estaban.- Voy a vestirme... Y seguimos hablando.- Cogió toda su ropa mojada y antes de salir sacó la cabeza por la puerta para ver que el pasillo estaba solo.

El olor a café que servía Marisa inundó el salón mientras Samanta y Javier miraban las agendas en silencio.

-¿Quieren que les sirva algo más?.- Se apartó un poco de la mesa para que le prestasen atención.
-No, gracias Marisa y por favor no me trates de usted...No soy más que tú.- Marisa le dedicó una sonrisilla ante aquella respuesta. Javier levantó la vista de su plato.
-Si consigues que deje de hacerlo te compro un terreno y te hago un castillo...Desde que entró a trabajar conmigo hace unos años estoy intentando que no sea tan formal, pero no lo he conseguido.- Contestó de manera despreocupada.
-Es mi trabajo...Estoy demasiado acostumbrada a esta formalidad y me gusta.
-Eres demasiado estricta...- Javier se encogió de hombros.- Por cierto, son todos esos los paquetes que han traído.- Señaló con la cabeza a un montón de paquetes que había encima de la mesa de café del salón.
-Sí, los trajeron a primera hora.- Los tres se quedaron mirando todos los paquetes.- Este año parece que hay más que el anterior.
-Eso parece...- Soltó un enorme suspiro.- Vamos a estar un buen rato abriéndolos...

Durante el desayuno estuvieron discutiendo nuevamente las fechas de los viajes para cuadrar las agendas mientras que el teléfono de Javier no paraba de sonar pero él lo ignoraba o cortaba la llamada.

- Deberías contestar la llamada, si insisten es porque es importante...
-No lo es...- Apagó el teléfono y se lo guardó en el bolsillo.- Ahora sigamos con lo que estábamos hablando.- Eso fue muy raro porque él siempre contestaba cualquier llamada que recibía y desde ayer lo había estado ignorando. Samanta prefirió dejarlo como estaba, no quería que Javier se incomodase con ella por meterse en sus asuntos.

Casi dos horas después el suelo del salón estaba cubierto por una capa de envoltorios y regalos por todos lados. Entre ellos había un par de relojes, una cafetera de lujo, gemelos con las iniciales de Javier, zapatos y hasta un juego de marcos de plata.

-Este año se han pasado bastante...Si queréis algo podéis cogerlo.-Javier estaba abrumado, mientras miraba de un lado a otro del salón.- Marisa le podrías llevar a tu marido uno de los relojes y si quieres la cafetera es tuya también.
-No es necesario que me los de.- Marisa estaba entretenida quitando todos los envoltorios del suelo.
- La verdad es que insisto que te los quedes. Tengo cafetera y relojes de sobra.
- Los marcos son muy bonitos y quedarían muy bien en la estantería del despacho. Puedes poner fotos tuyas de pequeño o con tu hermano.-Samanta tenía los marcos entre las manos.
-Eso me recuerda que no tenemos ninguna foto nuestra aún...- Samanta se ruborizó al oírle ya que Marisa estaba presente.- No te preocupes por Marisa, ella está encantada contigo.
-¿Eso es verdad?.- Se giró para verla directamente a la cara.- ¿Lo sabías?.
-Por supuesto que lo sabía...Desde que trabajas para él está más relajado y por muy discretos que hayáis sido las paredes del apartamento no están insonorizadas así que puede oírse todo.- Marisa los miró de reojo con una expresión burlona.- Me encanta que estéis juntos y más después de lo ocurrido con la Señorita Érika. Hacéis una buena pareja, solo os deseo que os vaya todo bien a partir de ahora.- Dicho eso se metió en la cocina para empezar a preparar la comida antes de irse a su casa y descansar hasta el lunes.

Enfrentándose al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora